Igual que lo hacia su antecesor y más odiado expresidente Carlos Salinas de Gortari, Andrés Manuel López Obrador tienen la virtud de engañar con la verdad. Ambos son quizá, los dos presidentes que más han ejercido la represión a la crítica, que menos aceptan el debate de ideas y que más han despreciado a sus opositores.

Salinas de Gortari intentó pasar a la historia como el presidente que llevó a México a la modernidad y AMLO quiere pasar a la historia como el presidente que llevó al país a su Cuarta Transformación. Los dos, abrieron el debate sobre su posible reelección apelando a su popularidad. AMLO se catalogó así mismo como un “fenómeno” al asegurar en su mañanera que tiene el respaldo de más del 70%, de casi 80 millones, como si siguiera en campaña.

Espionaje

Ambos, se han dicho víctimas del sistema de espionaje del gobierno. Se dice que Salinas estuvo bajo la mira, que identificaron su “ambición” y sus “aspiraciones mayores”; que conocían su historia familiar, al grado de que, a su padre, lo calificaban de “voraz” e “inmoral”.

Los documentos también apuntan a que Salinas formó parte del grupo guerrillero Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, formado por Genaro Vázquez Rojas en la sierra de Guerrero, donde también se encontraban Miguel de la Madrid Hurtado y los entonces secretarios Manuel Bartlett, Arsenio Farell, y Jesús Silva-Herzog, a quienes los archivos califican de traidores.

AMLO ha señalado que era espiado, que cuando llegó al poder lo primero que hizo fue pedir su archivo, que en él aparecen documentos firmados por Miguel Nazar Haro sobre su persona.

“Yo he sido víctima de espionaje desde la época de Salinas no, desde antes, desde la Dirección Federal de Seguridad –que dirigió Miguel Nazar Haro. Era director del Instituto Nacional Indigenista y este policía político me espiaba 1978 1979, desde hace 43 años, imagínense si voy a presentar denuncias por eso”.

Andrés Manuel López Obrador

Lo curioso es que ambos fueron espiados por Miguel Nazar, cuyo jefe directo era Manuel Bartlett Díaz, quien colaboró con Salinas como secretario de Educación y gobernador de Puebla y ahora con AMLO, como director de CFE.

Te pareces tanto a mi…

Lo peor es que ambos se parecen hasta en los ataques que propinan a sus opositores y la prensa. Salinas decía que el diario Reforma era un instrumento del PAN para golpearlo y AMLO piensa lo mismo. Los dos han atacado a sus adversarios de todas las formas posibles, Salinas trató de aniquilar al PRD. AMLO hace lo mismo con el PRD y con el PAN y al PRI, le pide reflexionar para que se unan a su movimiento. Salinas tenía a su servicio todos los elementos del PRI represor y los utilizó, AMLO añora recuperarlos a través de la militarización de la seguridad pública.

Para fragmentar la fuerza de la oposición, Salinas creó dos partidos, el PT con su amigo Alberto Anaya y el PVEM con los González Torres y los Velasco. Hoy en día, esos partidos conservan la misma dirigencia y sus cuadros, antes aliados de Salinas, hoy se alinean con Morena y AMLO.

AMLO “no espía”

Pero, para doblar al presidente del PRI, Alejandro Moreno, mandó a difundir grabaciones obtenidas de forma ilegal y las amenazas no cesan desde que el PRI decidió no apoyar la locura de la Reforma Eléctrica.

Alito al principio, tuvo el valor de denunciar que, como represalia por haber rechazado la Reforma Eléctrica, AMLO había emprendido una campaña de persecución y difamación en su contra. Acusó al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, de enviar amenazas a través del senador del PVEM, Manuel Velasco quien le dijo que Adán Augusto habló con el presidente y el mensaje era “si no jalabas, iban a ir con todo”.

No jaló, y se fueron con todo. Alito no quiere ver lo que le espera en el segundo capítulo con la iniciativa de la militarización y finalmente, se doblegó.

La fuerza de la amenaza

Pero no ha sido el único. Para evitar que un hombre provo, como Ildefonso Guajardo llegara a la gubernatura de Nuevo León, la FGR lo vinculó a un proceso judicial por presunto enriquecimiento ilícito. A Carlos Loret de Mola lo investigó a través del SAT e hizo públicas sus declaraciones fiscales para tratar de amedrentarlo; a los jueces de la Corte los acusa de rateros sin presentar una sola prueba, a los legisladores que votan en contra de sus propuestas o pretenden modificar sus iniciativas, los tilda de traidores a la patria. A los empresarios los acusa de corruptos y ligados a los conservadores y sobre ellos, tiene al SAT y a la UIF como una espada de Damocles.

AMLO afirma que sus adversarios lo podrán acusar de lo que quieran, “pueden inventar lo que sea, pero no pueden decir que sea yo incongruente”.

El compañero presidente resultó ser más cínico que Salinas, amenaza, chantajea, miente, advierte, dice que hay que debatir e incluso llama a la pluralidad, pero si alguien se atreve a oponerse, lo tacha de traidor a la patria, de estar contra el pueblo, de hipócrita.

AMLO insulta a quienes no están con él, les llama fifis, clasistas, racistas y conservadores, para descalificarlos; les pone apodos, como al expresidente Calderón “Borolas”. Cuando manda una iniciativa, no permite que se le modifique una sola coma.

Al final, son las características de un mandatario populista y autoritario.