El excanciller es uno de los políticos más capaces y eficientes. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México y cuenta con una especialidad en administración pública en París. Participó en el desarrollo y ejecución del Programa de Renovación de Vivienda Popular después del sismo de 1985, ha sido secretario de gobierno, secretario de seguridad pública, jefe de gobierno del entonces DF y un excelente secretario de Estado.

Como canciller trajo las vacunas a México, fue fundamental en la victoriosa misión en la que se salvó la vida de Evo Morales y sostuvo exitosamente las negociaciones con la Casa Blanca de Donald Trump. Quien diga que Marcelo Ebrard no es un servidor público y un político excepcional, miente. La aspiración de Marcelo de ser presidente es legítima y se ha preparado toda la vida para ello, pero, bajo ninguna circunstancia, debe ir por encima de un proyecto y la mayoría de la gente, prefirió que Claudia Sheinbaum condujera dicho proyecto.

En esta ocasión se equivoca fuertemente. Ofrezco una lista de cinco errores que considero ha cometido.

1. La más importante: zigzageó. Se enfocó tanto en un sector que creía poder sumar a la coalición obradorista –la llamada clase media–, que olvidó que también tenía que convencerlos a ellos. Inició los recorridos proponiendo la secretaría de la 4T a cargo del hijo de López Obrador y acabó proponiendo una especie de salario rosa y una estrategia de seguridad que pudo haber propuesto Sandra Cuevas.

2. No logró comunicar su exitosa trayectoria a las mayorías, se concentró únicamente a los usuarios activos de X y TikTok e ignoró a los sectores populares.

3. Nunca se metió al partido. En julio de 2022, cuando se conformó el actual Consejo Nacional, no quiso ni meter las manos. ¿Cómo buscas ganar una encuesta dentro de un partido con el cual no te relacionas?

4. No cumplió su palabra y no logró convencer que sus reclamos eran legítimos. Al igual que el resto de las corcholatas, Marcelo firmó una serie de reglas que incluían la gran mayoría de sus peticiones y que lo comprometía a aceptar el resultado de manera inapelable. Rompió una inmensidad de reglas: salió antes del día estipulado con un tuit, fue a los medios considerados adversarios a la 4T desde el inicio, hizo propuestas, confrontó a su compañera –y más tarde también al resto a decir que era una batalla entre él y Claudia Sheinbaum–, hizo un par de montajes (el de las pintas y cuando dijo que la policía capitalina no permitió a sus representantes entrar al conteo y al final no aceptó el resultado). Anunció que iniciaría un movimiento dentro de Morena, a pesar de que está prohibido en los estatutos del partido, pues es uno de los candados para evitar que se repita lo sucedido en el PRD.

5. Creyó que la gente no observaba el proceso. La ligera brecha en las últimas semanas de la encuesta entre él y Claudia Sheinbaum, el incremento de Noroña y los números de Adán Augusto y Ricardo Monreal son prueba de que la gente estaba observando con atención el proceso. Considero que esta es la lección más importante que todos deberían llevarse.

Considero que, bajo ningún ángulo, los errores cometidos en los últimos meses sobrepasan lo que el excanciller ha hecho por el movimiento de transformación. Me parece que sumaría enormemente en el Senado, donde se necesitará a un operador político audaz y con gran capacidad de negociación como él para poder avanzar todas las reformas que aún se necesitan para consolidar el proyecto. Adicionalmente, la posibilidad de ser un candidato competitivo para Movimiento Ciudadano se acota por día. Marcelo es una persona inteligente que, con todo y los zigzagueos, se ha colocado del lado del pueblo en el pasado y creo –y espero– que lo haga también en esta ocasión.