Irreverente

Les platico:

MOS dio este jueves 25 una muestra más de lo que ya es costumbre en esta organización: un espectáculo operístico de clase mundial, aquí, en éstas bárbaras, ingobernadas y sedientas tierras del norte.

“Los siete pecados capitales”, con música de Kurt Weill y libreto del dramaturgo Bertolt Brecht, demandan en su escenificación, una plasticidad fuera de serie de los cuadros que la conforman y una sincronización entre actores, bailarines, músicos e incluso traspuntes.

Esto fue posible merced a las batutas de los jóvenes maestros Rennier Piñero -en la parte artística y escénica- y Alejandro Miyaki, en lo musical.

La historia de esta obra refleja cómo al paso del tiempo, las realidades que se bifurcan en el camino de todas las personas son la mar de contrastantes.

Una misma persona puede desdoblarse en dos o más personalidades y esto no solo concierne al ámbito somático.

En aras de lograr la supervivencia, el ser humano tiene que desdoblarse en habilidades que cada día se sofistican y en estos tiempos aún más por el aporte benéfico -muchas veces- y nocivo también, de la tecnología.

Una historia del desdoblamiento de Ana, personaje de esta ópera, puede ser traída de la época entre las dos grandes guerras mundiales, a la actual, sin problema alguno.

Existen otros tipos de desdoblamientos, como cuando un miembro de la familia trabaja a destajo para conseguir el dinero que le dará de comer a la familia, y hermanos, padres y hasta abuelos dilapidan el recurso en banalidades.

Y hoy cobra vida lo que tanto criticaba Brecht en sus textos: el doblez de la decadente burguesía de los años anteriores a la II Guerra Mundial.

Si somos autocríticos, aceptaremos que las escenas de esos años, de esos libretos y películas geniales de Luis Buñuel (“El Angel Exterminador”), siguen viviendo en nuestros días.

El llamado “just pretending” o la generación del tuvo (mi familia tuvo esto, tuvo lo otro, ya no, pero lo tuvo) en comunidades muy cercanas a nosotros e incluso, donde nosotros vivimos.

Como dice uno de los famosos diálogos entre Buñuel y Salvador Dalí en la obra póstuma del primero, “Mi último suspiro”: “El ego se infla tanto a veces que para desinflarlo te tienes que morir”.

En un anterior artículo les platiqué sobre esta obra y hoy quiero agregar que para quienes se perdieron la función de estreno, todavía pueden verla este sábado 26 y el domingo 28, en la Sala Chopin de la Escuela Superior de Música y Danza.

Pongámonos algo irreverentes

¿Qué tal si adaptamos siete escenas actuales a los siete pecados capitales? ¿Arre? ¡Arre!

  • Avaricia: las afores en manos del gobierno federal para financiar obras sus obras faraónicas y -por supuesto- a la madre de todas las elecciones, la del próximo 2 de junio.
  • Envidia: La que le tiene Andrés a los héroes que nos dieron patria.
Meme de Marcelo Ebrard
  • Soberbia: haberle ordenado a las fuerzas militares que no izaran la bandera nacional en las concentraciones que llenaron el Zócalo para protestar contra los ataques de la 4T al INE. El mástil no estaba vacío. A mero arriba estaba Andrés, con su banda presidencial, en vez del lábaro patrio.
Andrés Manuel López Obrador siendo besado en la mano
  • Ira: la que todos los días -bueno- de lunes a viernes- destila el presidente desde el púlpito del Palacio Nacional.
Diputado Gerardo Fernández Noroña
  • Lujuria: la cogi#* que le está recetando el poder ejecutivo al judicial.
Edecán del debate de la elección de 2012
  • Gula: la glotona 4T se engulle todos los presupuestos y deja muerta de hambre a la infraestructura del país.
Legislador comiendo frituras
  • Pereza: la del presidente, porque prefiere dormir la siesta en su hamaca del Edén, pues les vale madre el monumental retraso que registra México en todos sus indicadores, bajo su gestión.

Cajón de sastre:

  • Mañana, cambio completo de programa, sin faltar el Incomparable Iván; la Infame e Infumable Ramle y los desabridos gansitos rellenos de nada: la Ardiente, Ardorosa y Metiche Lady Rabietas Cochinilla -perdón- Cuachanilla- perdón de nuevo- Cachanilla, con su inigualable, infaltable e inflable patiño, el Inquisidor Beto Hogueras Fogatitas y la Sinsostenible Irene, nueva adquisición de este clan de chaleros -perdón- chateros.