La marcha en defensa del INE se ha pintado como una bocanada de aire para los grupos opositores. Aunque no existe una propuesta en común que logre cohesionar entre quienes están en contra del proyecto presidencial de reforma electoral, la realidad es que marcharon los inconformes, en general, tomando como bandera una institución.

La cantidad de personas no fue menor. Según INFOBAE, se marchó en 15 entidades; en redes sociales se documentaron al menos 25 ciudades desde la capital hasta otras no tan politizadas, como Monterrey. El Gobierno de la CDMX contabilizó 12 mil asistentes pero circula un informe de un supuesto ex director del CISEN con un reporte de 650 000 mil aproximadamente. El hecho es que, para la clase social que protestó, esa que se avergüenza de lo popular, sí importa que varios hayan decidido salir. El indicador numérico implica que el mensaje anti 4 T así como el malestar, ha reavivado el debate del 2006 con miles de personas accionando para frenar a López Obrador.

No hay indicios de que quienes salieron a marchar puedan integrar un frente amplio o una alianza electoral suficiente, pues desfiló el agua con el aceite y seguro algunos asistentes, de plano, sintieron vergüenza de haberse codeado con Elba Esther Gordillo, Margarita Zavala y su marido, Alejandro Moreno y las cúpulas partidistas que tanto daño le han hecho a México, a las juventudes, a las mujeres, a los menos favorecidos y un largo etcétera.

Hay 5 aspectos altamente preocupantes que destacaron en la mal llamada marcha del INE, que definitivamente, no puede menospreciarse:

  • El odio de los asistentes hacia los “pata rajada”. Fue una marcha de clase y de aquello no hay duda. Marcharon con bolsas de marca, lentes gigantes muy finos, sombreros vaqueros y estilizados, con empresarios, abogados y varias mujeres que pasarán a la historia del Internet, como ella: a la que le molesta lo “naco” que es el presidente. Garbanceros, como les llamaría José Guadalupe Posada.
  • La presencia de antagonistas históricos, seducidos por tal convocatoria. Un mensaje claro que debe tomar el presidente es el de abrazar las causas progresistas que desde un inicio le dieron apoyo. Fue sorprendente ver feministas marchando a un costado de la anti aborto Margarita Zavala; a los activistas LGBTTTIQ desfilando a un lado de los panistas anti derechos, esos que no dudarían un minuto tras recuperar el poder en abolir los derechos básicos que se les ha reconocido; había jóvenes marchando en el contingente del partido que gobierna donde más nos matan: Guanajuato y Jalisco. Fue sorprendente encontrar intelectuales y escritoras tan loadas, reconocidas, queridas, como Alma Delia Murillo protestando muy cerca de aquellos innombrables a quienes les debemos, en gran medida, encontrarnos donde hoy estamos. Aquellas personas que siempre han militado en la izquierda progresista, el feminismo y los derechos, nada tenían qué hacer en aquella marcha pero estuvieron legítimamente y su presencia es un indicio claro de que el discurso de odio avanza hasta entre los nuestros. Una señal de que sí hay algo por corregir, aunque sea, en el discurso y la propuesta.
  • La reacción de varios políticos de la 4T: burlones y provocadores. Hubo un par de diputados que llegaron a la marcha del domingo con actitudes ofensivas, que persiguieron a algunos asistentes, les gritaron aquello que nos han gritado a los que sí marchamos por causas populares, como “nacos”, “ponte a trabajar”, “huevón” y otras que en nada contribuyen al debate. Pintarse igual que como aquellos que marcharon solían llamar a los inconformes es bajo. Además, entre las ínfulas de algunos que después de ver feminicidios, pobreza, desigualdad, asesinatos, muertes, escocidos o militarismo, por fin lograron conmoverse, hay muchos que marcharon por primera vez. Ciertamente, no recibieron a los granaderos con gas lacrimógeno que sí se reciben en las marchas feministas y en las de estudiantes. Pudieron acabar comiendo limpiecitos en el Sonora Grill de Reforma sin problema alguno, no tuvieron que terminar buscando compañeras detenidas. El hecho es que prestarles tanta atención, descalificarles y hasta ofenderles ha sido una mala estrategia desde la palestra presidencial. El guante blanco que siempre portó, ahora parece percudido.
  • La incapacidad de dialogar. Es curioso que la marcha tuvo más que ver con una reforma no negociada con los otros partidos políticos que con un malestar genuino que afecte directamente a los que marcharon. La idea de algo que no existe, histeria colectiva cargada de imaginación, pudo más que lo atroz existente. Cuando el IFE pasó a ser INE y en cada reforma que amplió espacios, hubo negociaciones que garantizaron reformas silenciosas y cooperantes. Probablemente, los que marcharon no sepan que el Consejo electoral se conforma con cuotas y cuates: cuotas partidistas de sus cuates académicos, activistas o personajes que legitiman sus discursos y propuestas. Hay tanta pereza por apropiarse de los espacios democráticamente que hasta grupos y movimientos mayoritarios con capital político propio para impulsar perfiles y agenda salieron a mostrarse en contra. Esa pereza retrata a la perfección que no haya un solo proyecto alternativo: si hay pereza en salir a las calles a integrar una propuesta amplia, cómo no les va a dar pereza poder impulsar consejeros. De hecho, al día de hoy, AMLO puede apropiarse como quiera del INE ya que tras la salida de consejeros cuyo periodo de funciones concluye, los consejeros entrantes podrán registrarse en la convocatoria que emite la Cámara de Diputados, con mayoría de Morena, y luego el Comité Técnico de Evaluación enviaría a la Mesa Directiva la lista de aspirantes para que, en caso de contar con el respaldo de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), baje al pleno para su votación. También, bajo el control de Morena y aliados.
  • La falta de auto-crítica. Supuestamente muchos de los que marcharon, AMLO ha polarizado al país. Pero en sus mismas filas estuvieron aquellos que en vez de convencer a un votante de la izquierda, le ha llamado “ignorantes”, “resentidos” y de nuevo, “nacos” a los que ha podido. Marcharon muchos impresentables pero ellos no son nada de lo anterior porque para varios defensores del “INE”, ir bien vestidos y estar ahí fue lo único que debía contar. Ojalá aquellos que salieron a protestar reconozcan el clasismo, la xenofobia, la discriminación y el odio que portan en sus filas.

La silenciosa lucha de clases que ha dominado a éste país por décadas, hoy se ha vuelto escandalosa. Muchos salieron a defender a una clase a la que no pertenecen con consignas que tampoco les pertenecen. Fueron las madres y mujeres feministas las que utilizaron primero que “LAS NIÑAS NO SE TOCAN. NO SE VIOLAN. NO SE MATAN”, y tan vacía está su causa, tan se han apropiado de nuestros símbolos y discursos, que ahora “el INE no se toca”. Eso sí que es preocupante. Por lo demás, AMLO puede estar tranquilo: hay malestar pero no hay cohesión, sin embargo, el presidente podría recuperar aún terreno entre los inconformes que son tierra fértil para el mensaje opositor.