Roberto Gómez Junco, futbolista mexicano histórico y un referente en la conducción de programas de análisis y debate del mismo deporte, dijo hace pocos días que al Atlas se le protegió del descenso y que después llegó a bicampeón. Sí se tomó una muy polémica decisión en cuánto a abolir el descenso y el ascenso, medida que es temporal, no se puede omitir, y que fue tomada colegiadamente por la junta de dueños de Clubes, porque también por esos días, la Chivas tenían un serio peligro real de descenso, tan sólo por mencionar uno, que los había más.

Pero la medida es más integral no fue tan simplona y él, como gente del medio, lo sabe. El descenso/ascenso también se suspendió con el fin de emparejar el piso y aminorar las diferencias entre la división primera y la de plata. Ya que con el sistema de multas a los tres equipos últimos en la porcentual cada año, se destinan recursos a los clubes del ascenso, con la finalidad de mejorar sus planteles, infraestructura y demás, con la exigencia de un ‘cuaderno de cargos’ (exigencias mínimas) a los mismos para poder tener acceso a un ascenso deportivo. Cabe destacar que se avanza en dichos afanes, y se puede ver en los estadios en primer orden, luego en instalaciones para entrenamiento y formación, plantillas en todas las categorías inferiores y ya femenil, y aún más.

Por supuesto que tiene implicaciones negativas, prácticamente la mitad de los clubes pierden incentivos deportivos (que no económicos) para competir, cosa que la ampliación de cupos en la liguilla vía repescas no compensa, pero a la postre, se tendrá un futbol mexicano, en su liga primera cómo en las de opción a ascenso con condiciones más dignas y menor desigualdad en todo rubro.

Lo más preocupante, a mi parecer, es la no limitación, de forma categórica e incluso radical de un menor cupo de extranjero por equipo. Recientemente vimos a unos Tigres de la UANL jugar con nueve extranjeros en la cancha, sí, fueron castigados por tener uno de más por un error, pero jugando con sólo tres nacionales un club puede ser campeón en México, eso (huelga decir) hace un par de décadas era impensable y en México y se corre el riesgo (y sucede) que en categorías inferiores México gana mundiales juveniles y medallas olímpicas, pero se topan los noveles futbolistas con una especie de embudo a la hora de competir por un puesto en primera división, lo que ha hecho que busquen emigrar a Europa, que no está mal, pero al hacerlo muchos, a clubes la mayoría menores, que bajen su nivel de manera drástica, o algunos de plano que vayan sólo a vivir allá y a entrenar porque la competencia en el viejo continente dentro de las plantillas es de altísima exigencia.

Nunca dejaré de hacer recordar que las selecciones mexicanas que mejor han jugado estaban conformadas por futbolistas que militaban en una inmensa mayoría en la liga mexicana. Que emigren, sí, pero los que puedan no sólo ocupar un sitio en la titularidad en su equipo, sino más aun, que marquen diferencias y se vuelvan referentes, los que no, no tiene absolutamente nada de malo jugar en México, que es una liga irregular por competitiva, sin lugar a dudas.

Se le carga la mano de más a Mikel Arriola, presidente de la LigaMx, pero él ya tomó el encargo con esas directrices implementadas por la asamblea de dueños, y no tiene suficiente margen de acción para cambiarlas en el corto plazo, aunque sí su voz debe ser escuchada por los propietarios, sobre todo en tres aspectos (que no los únicos):

  • Reimplementación del torneo de Copa (indispensables en los torneos de los países que son potencia).
  • Vuelta del descenso y ascenso (y de ser posible aumentarlo hasta tres), agregando, además de los directos, mediante un torneo de “promoción” entre clubes últimos de primera y primeros de la segunda, que dicho sea de paso tendría un potencial lucrativo enorme.
  • Un imperativo limitante al número de extranjeros. Sin esas medidas, México a nivel selecciones seguirá siendo potencia en divisiones con límite de edad, pero el eterno invitado a las Copas del mundo que da colorido a los eventos, pero que, si nos va bien, “juega cómo nunca, pero pierde como siempre”.