Lo que ha pasado en el martes del Jaguar no ha sido la mejor forma o el pretexto para hacerlo pasar como un ejercicio plural. Es, desde todos los ángulos, el mecanismo más mezquino para tratar de someter a la clase política del país. De hecho, ha trascendido que -eso sería la gota que derramará el vaso- para que la fracción del PRI no negocié con Morena los términos de la propuesta de Reforma Electoral.

Desde un principio adelantamos que, esta nueva andanada de Layda, tenía el mismo tufo maquiavélico para arrinconar al presidente nacional del PRI en vísperas del proyecto electoral que está en puerta. Sin embargo, Sansores no pudo evitar el deseo o el placer que le hace sentir montar un espectáculo televisivo para ganar espectadores, porque al inicio le funcionó; logró que “Alito” torciera el brazo para que avalara la reforma militar quien perdió la jugada ante la gobernadora.

Como se demostró en la votación: el PRI no sólo empujó la propuesta, sino la acompañó para que fuera determinante su aportación en votos. De hecho, quiso hacer lo mismo con el coordinador de los Senadores de Morena que, con está, van tres veces que le revira y contraataca con contundencia, pues resultó más estratega y calculador Monreal para propinarle un Nocaut técnico luego de que ya cuenta con la suspensión definitiva por actos reclamados a Layda Sansores, gobernadora de Campeche y otras autoridades estatales.

Aun así, la gobernadora de Campeche continúa violentando el mandato constitucional y como consecuencia a la Constitución y a la ley. Sé que tiene un público que le encanta su espectáculo, sobre todo a los actores afines a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México a la que Sansores le entregó su amor; no obstante, me preocupa que, desde las altas esferas del gobierno, exista una especie de manto protector que avale esa situación -de otra forma no logró entender- cómo una gobernadora se sigue atreviendo a pisotear la autoridad y las normas.

Al ser ella responsable de lo que pasa en Campeche sería lamentable que también la ley no hiciera valer su condición cuando alguien viole las normas. Todo mundo sabe que, en aquella entidad, la ingobernabilidad es un síntoma de un estado que no progresa porque -quien encabeza el territorio- está simplemente ausente tratando de ser la Bayoneta política del juego sucesorio presidencial y quien, como parece, es la cuña para intentar someter a los legisladores para que se alineen a los designios presidenciales.

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Pensé que, esos tiempos, ya los habíamos superado y que estábamos en presencia de una democracia incipiente que llegó para quedarse. Sin embargo, casos como los de Layda son una regresión al pasado conservador que tanto critica el ala radical de Morena. De hecho, la gobernadora de Campeche eso es lo que pretende: busca subyugar a la clase política para abrir camino y facilitar a través de bravatas burdas y maquinadas.

Esta vez no le funcionará, primero, porque la coalición parece encontrarse de nueva cuenta luego de la capacidad de organización que mostró el pasado domingo. Sería un error minimizar ese hecho en virtud de que todo el mundo lo constató. Hechos como ése nos hace reflexionar que, lo que está propiciando una crisis interna, es la propia Layda Sansores con su espectáculo televisivo. No tengo duda que, su intención, es valerse de su posición política para salir e intentar arrodillar a todos.

No hay que olvidar que -en alguna ocasión- lo hizo y le sirvió con Alito Moreno. Pensó que sería lo mismo con Monreal y, al final de cuentas, salió noqueada por el coordinador de los Senadores de Morena que ya le propició tres ganchos políticos para ponerla contra las cuerdas, incluso, la gobernadora de Campeche está en gran desventaja sí sigue violando la ley. Que no le sorprenda sí llega el momento en que se le retire el fuero y enfrente su responsabilidad porque la ley es la ley.

Finalmente, ya el presidente del PRI dijo que no: están cicatrizando heridas con la oposición y amagó -hace un par de días- de votar en contra del proyecto. En caso de que llegue haber un consenso, seguirá el Senado de la República donde el Presidente de la Junta de Coordinación Política adelantó que una vez que concluya la Cámara de Diputados su revisión de la Reforma Electoral el Senado va a realizar un minucioso análisis y se va a escuchar a todos. No será sencillo, ni mucho menos un día de campo ya que no avalará regresiones ni propuestas que signifiquen -en otras palabras- un anacronismo.

De nada servirá lo de Layda usando ese tipo de estrategias que ya no funcionan. Esto significa que, desde que comenzó, se notaba el fracaso porque asumió el papel de verdugo perdiendo la credibilidad como gobernadora.