AMLO ha reiterado recientemente su supuesto compromiso de defender la austeridad republicana reduciendo gastos superfluos del gobierno. Apenas el lunes pasado el presidente mexicano presentó en su mañanera la lista de cargos cuyos funcionarios perciben salarios superiores al del presidente. Acto seguido, el día de ayer, AMLO aseguró que había llegado el momento de transitar de una austeridad republicano hacia una “pobreza franciscana”.

Sin embargo, la pobreza de AMLO es una falsedad. Me explico. ¿Qué impacto puede tener el sueldo de los altos funcionarios dentro del presupuesto asignado por la Cámara de Diputados ¿Qué diferencia marcará el salario del consejero presidente del INE dentro de la estrategia del combate contra la pobreza? Nada.

Pero sí que le sirve el discurso al presidente para atizar la polarización, en su reiterado afán de ganar puntos de popularidad pintando al resto de los servidores públicos como una clase política elitista que atenta contra el interés general.

¿Dónde han quedado entonces los 500 millones de pesos gastados absurdamente en la consulta popular para el juicio a ex presidentes? ¿O los más de 1,600 millones dirigidos a una consulta de revocación de mandato cuyos resultados eran conocidos de antemano? ¿O los miles de millones de pesos destinados a la construcción de una refinería cuya utilidad ha quedado en entredicho tanto por economistas como por ambientalistas?

¿O un tren en el sureste mexicano que supondrá la pérdida incuantificable e irreparable de una buena parte de la biodiversidad en aquella región del país? ¿O los millones de pesos dirigidos a fortalecer los puestos de la frontera norte tras la reunión con Biden en la Casa Blanca?

AMLO, en su cantaleta de su supuesta lucha en favor de los pobres, ha presidido un gobierno bajo cuya responsabilidad el número ha aumentado más de 4 millones. ¿Dónde han quedado pues las prioridades del presidente? ¿Dónde están sus resultados? ¿O pasará el resto de su sexenio hablando diariamente sobre los sueldos de los funcionarios de los organismos autónomos mientras el país se colapsa ante sus equivocadas decisiones?

En suma, AMLO no defiende a los pobres. Lo que sí que defiende con todas sus fuerzas es su popularidad. Busca aferrarse a ella con todos los recursos de su poder discursivo. Ante sus múltiples fracasos, es lo único que le queda.