Cuentan que Calígula sufrió en el teatro porque a un actor le aplaudieron más que a él, que era el emperador de Roma. Después, aseguran quienes todo lo saben, al histrión le cortaron la cabeza.

La competencia por el aplauso es antigua y sigue vigente. En nuestros tiempo un joven llamado Bryan Bednarek se hizo famoso por su capacidad de realizar 802 aplausos por minuto. Nada comparado con la hazaña de Eli Bishop, quien entró al Guinness World Records por haber aplaudido 1 mil 103 veces en 30 segundos.

El aplauso más largo del que se tiene registro lo mereció el tenor Plácido Domingo. Se le ovacionó durante una hora y 20 minutos el 30 de julio de 1991, cuando interpretó el Otelo de Giuseppe Verdi en la Ópera Estatal de Viena. El cantante tuvo que volver al escenario 101 veces.

Plácido había superado el récord de Luciano Pavarotti, a quien se aplaudió 67 minutos en 1968 después de interpretar El elixir de amor de Gaetano Donizetti en la Ópera de Berlín.

Aunque no estuvo en esos niveles, hace unos años el mexicano Javier Camarena también fue muy aplaudido en el MET de Nueva York cuando cantó en la presentación de La hija del regimiento, también del italiano Donizetti.

En los juegos de futbol se han puesto de moda los minutos de aplausos en vez de los minutos de silencio para honrar a alguien, sobre todo si la persona homenajeada ha muerto. Claro está, a veces no se consigue el objetivo. Como recientemente ocurrió cuando los hinchas del Celtic FC, de Glasgow, Escocia, corearon consignas contra la monarquía durante un minuto de aplausos por el fallecimiento de la reina Isabel II.

Los aplausos no tienen que ser necesariamente ruidosos. En la pasada entrega de los premios Oscar el público ovacionó en silencio, solo moviendo las manos, al actor sordo Troy Kotsur.

Aplausos para quienes aspiran al puesto de AMLO

En la política mexicana los aplausos han sido importantes. Ahora mismo, cada vez que se reúnen las corcholatas de Morena, se activa el aplausómetro.

A veces la política y la ciencia se complementan. Por ahí me enteré de que hay un modelo matemático para explicar la sincronización de los aplausos. Lo desarrollaron científicos del Instituto de Física de Cantabria y de la Universidad Pompeu Fabra. ¿Será que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha pedido a su único amigo español, Miguel Ángel Revilla, gobernante de Cantabria, que ponga a trabajar a los físicos del mencionado instituto para que le ayuden a medir la popularidad en aplausos de Claudia, Marcelo y Adán Augusto?

El hecho es que el más reciente aplausómetro fue el de ayer en la toma de protesta de Américo Villarreal como gobernador de Tamaulipas.

El gobernador Villarreal presentó una a una a las corcholatas y el público aplaudió: poquitito a Adán Augusto López, poco a Marcelo Ebrard y mucho —hasta muchísimo— a Claudia Sheinbaum. Aquí un tuit para que no queden duda acerca de lo que pasó en esa competencia de aplausos:

Adán Augusto, decepcionado, debe haber recordado la máxima del filósofo de Güemez: “Si dos perros persiguen a una liebre y el de adelante no la alcanza, el de atrás menos”.

Conste, no digo que los corcholatos parezcan canes y la corcholata liebre. Solo repito textualmente las expresiones del más conocido filósofo del noreste de México, nacido en el risueño municipio de Güemez, Tamaulipas; lo he hecho por dos razones: porque tal sabiduría aplica en el duelo de aplausos entre quienes aspiran a suceder al presidente Lopez Obrador y, también —y sobre todo—, porque estamos hablando de un aplausómetro activado en el primer día de trabajo del nuevo gobernador de ese estado.

El hecho es que si Marcelo, que va en segundo lugar —en las encuestas y en los aplausómetros— se ha rezagado ya bastante frente a Claudia, pues Adán de plano corre el riesgo de llegar fuera de tiempo.

¿Fuera de tiempo? O fuera de control. Es una regla de las competencias ciclistas por etapas, como el Tour de Francia. En las etapas planas que se corren con un bajo promedio de velocidad, queda eliminado el competidor que llega con un 3% de retraso respecto del ganador. Si la carrera es más complicada, el corte del fuera de control se calcula en un 11% sobre el tiempo del primer lugar de la etapa. En una jornada de alta montaña, el porcentaje puede ser de 18%.

Marcelo Ebrard no anda tan mal como Adán Augusto López, pero en Tamaulipas ambos se vieron muy disminuidos comparados con Claudia Sheinbaum. Este es un dato objetivo.

Otro aplausómetro así de favorable a la jefa de gobierno de la CDMX, y seguramente tanto el secretario de Gobernación como el de Relaciones Exteriores, además de la sabiduría del filósofo de Güemez, tendrán que reflexionar en aquello escrito por Heinrich Boll en Opiniones de un payaso: “Los aplausos fueron tan tenues que oí el sonido de mi decadencia”.

Pero quizá los rezagados pensará que da igual porque el único aplauso que contará será el de AMLO. ¿A quién aplaudirá el tabasqueño presidente?