En días recientes ha corrido en redes sociales, básicamente, un rumor acerca de uno supuesto hallazgo de la reserva de oro más grande jamás encontrada, en la lejana Uganda, en el misterioso para la mayoría, continente africano. Y es que se supone que es de tal magnitud, como lo son más de 30 millones de material pétreo con el preciado mineral, que se calcula (y vuelve aquí el “se supone”) se extraerían a la postre del mismo algo así cómo 350 mil toneladas de oro. En toda la historia de la humanidad se calcula se ha logrado extraer cosa de 200 millones de toneladas del dorado metal; estaríamos pues hablando de prácticamente el doble.

¿De dónde cualquier avezado consumidor de noticias puede llegar a la conclusión de la falsedad, o como menos enorme exageración de dicha especie? Fácil: el espejismo de las llamadas criptomonedas, en especial el BITCOIN, que el que esto escribe siempre vaticinó, desde su comienzo, hace ya más de una década, su truene cuál ejote, siendo los tulipanes europeos, ocurrida en en Sigo XVII (la primer burbuja financiera en hacer crisis en la historia) se encuentran hoy en caída libre, así cómo sus hermanos gemelos (los ‘NFT’), bienes intangibles digitales basados en una pomposa tecnología conocida cómo ‘blockchain’. Los metales preciosos, fundamentalmente el oro, precisamente, y la plata, han sido históricamente y seguirán siendo natural y seguro refugio para inversionistas de todos niveles, y en coyunturas cómo la crisis post pandemia, aún lo son más.

Tomado en cuenta todo lo anterior, qué mejor que darle un golpe bajo al oro vaticinado su caída con motivo de un hallazgo del mismo metal en proporciones, ya no digamos ridículas, sino obscenas. El Gurú de las finanzas internacionales, el magnate estadounidenses Warren Buffet lo explica de forma muy sencilla: Las criptomonedas no tienen sustento alguno, más que la fe en que siempre habrán tontos con la intención de comprar cada día más caro, hasta que esos tontos se terminan y ya entre todos los que compraron no hay otra opción sino vender cada vez a precios más bajos, o bien a otros incautos que, aún convencidos de que la riqueza cae del cielo, compran en momentos de caída con la vana esperanza de su eventual revaloración y una tanto hipotética cómo absurda nueva espiral ascendente y sin final.

El oro no ha perdido su valor en los mercados financieros, y si el supuesto hallazgo fuera cierto ya, como es natural dentro de la inviolable ley de la oferta y la demanda, el precio del preciado metal estaría en franca caída y no es así. Bien se puede considerar un buen esfuerzo especulativo por parte de los agoreros de la generación de riqueza de forma mágica dentro del ciber espacio para detener su destroza caída y que nuevos ingenuos alimenten la burbuja nuevamente, pero no, puedo estar casi seguro de la falsedad de ese mega descubrimiento en Uganda, y también de la perenne seguridad que representan el oro y la plata cómo una inversión prácticamente blindada de riesgos.