A pesar de las descalificaciones, insultos, menosprecio, el ocultamiento del verdadero número de personas presentes, el desdén y el hecho mismo de no haber izado la bandera nacional el domingo pasado en la Plaza de la Constitución , la marcha en favor de la democracia fue exitosa. La imagen del Zócalo abarrotado enfrente de Palacio Nacional envió un mensaje de optimismo cargado de buena vibra rumbo a las elecciones del próximo 2 de junio.

Un hecho que merece una mención especial es el acto de mezquindad autoritaria de haber ordenado que no fuese izada la bandera en la plancha del Zócalo. Sin lugar a dudas, la orden fue dada por el jefe del Estado. Si bien muchos pretenderán -y han pretendido- restar importancia al acto, buscando que sea un detalle intrascendente, en realidad se trata de un símbolo inequívoco enviado por AMLO.

¿Qué quiso decir el presidente? Sencillo. Transmitir el mensaje de que la insignia nacional no representa a los mexicanos que no están con él, que no se comen sus mentiras, que no caen en el embrujo de su carisma, que están en contra de la desaparición del INE, que creen en la separación de poderes, que quieren seguir viviendo en democracia, que se oponen a la reducción del Poder Judicial, que no son manipulados políticamente por los programas sociales, y en suma, que acudirán a la urnas para manifestarse en contra de la continuación del proyecto que encabeza el macuspano.

Otro rasgo destacable fue la presencia de Lorenzo Córdova. Levantó bastantes ampollas. Sus detractores no titubearon en alzar la voz para denunciar que el ex árbitro electoral había cambiado de bando. Se equivocan. A diferencia de otros -como claramente fue el caso de Arturo de Zaldívar- el ex funcionario del INE concluyó su responsabilidad al frente del instituto (donde se desempeñó fielmente a los principios de la institución y a sus competencias constitucionales) y más tarde, se sumó a los millones de mexicanos que se oponen al populismo autoritario.

Fieles a la tradición morenista, las huestes lopezobradoristas no se lanzaron contra el discurso de Córdova en su sustancia, sino contra él mismo. ¿Por qué lo hacen? En primer lugar, porque no cuentan con argumentos en su acervo intelectual para refutar el mensaje de Lorenzo, y en segundo, porque les resulta más productivo descalificarle personalmente. Dan vergüenza.

Fue la marcha del optimismo porque ha transmitido el mensaje de que, a pesar de la propaganda presidencial, de los corifeos que pretenden presentarse como baluartes de la verdad, de la maquinaria del Estado y de las encuestas, la oposición a AMLO sí que está presente y dará pelea el próximo 2 de junio.