La señora Beatriz Paredes es una estadista en toda la línea, y el hecho de que la oposición la haya marginado de la candidatura presidencial llevará a ese bodrio de coalición al fracaso rotundo. Ahora bien, el PRI tiene en su figura en el Senado a su última chance de reivindicarse con sus orígenes e historia, que guste o no su contribución al México de hoy no es, ni de lejos, poca.

Beatriz Paredes Rangel, y su perfil (de los pocos que quedan en el partido tricolor qué no se mimetizaron con el ultra derechista, PAN) es una política clave e indispensable en la supervivencia o no del otrora partido de Estado, que emanado de una Revolución social y política verdadera y profunda, se traicionó a sí mismo con sus excesos e incluso abusos bajo la bandera del neoliberalismo a ultranza.

En redes sociales hay una reciente entrevista de la ex gobernadora de Tlaxcala, con una joven ‘streamer’ conocida cómo “@lachavez”, en la que Paredes da cátedra y deja aún peor colocada a la candidata Xóchitl Gálvez.

Vale la pena verla completa. Ahí, entre muchas historias de vida y trayectoria política y reflexiones profundas, cuenta que de niña se consideraba en una época cómo “insoportable”, ya que cuenta, hacia mucho alarde de su inteligencia, hasta que un profesor la hizo meditar en el error de su actitud al respecto.

Bien, esa misma Beatriz “insoportable” por su innegable capacidad debería acaudillar una corriente dentro del partido, que se remita a sus orígenes nacionalistas y revolucionarios, a su esencia de reivindicaciones y conquistas sociales logradas, y ser una oposición inteligente, que tome decisiones y vote en el Congreso con congruencia a sus principios, historia y estatutos, no ya subyugado a Acción Nacional y a los grandes intereses privados alejados muchas veces de lo que el Estado debe ser en su esencia. Posicionarse de manera inteligente e influir en el rumbo de la Nación, haciéndolo ya sin obedecer a los dictados de una I.P. metida en cuestiones de Estado hasta la cocina y que sólo velan por sus intereses y no por el interés colectivo.

Esa sería pues, la única vía para evitar la muerte del PRI, que por el camino que va no llegaría a otro destino que no es otro más que a una realidad idéntica a la que ya vive hoy el PRD.