Segura estoy que si usted, amable lector, lee el título de mi columna y no supo lo que sucedió ayer, se habrá impresionado mucho.

Diría que tal vez voy a contarles un cuento, o tratar de hacer una broma, hacer un chiste, una mala pasada. Pero no. Lo peor es que el título de mi columna fue una realidad.

Una gallina fue sacrificada dentro del Senado, para celebrar “El Día de la Lluvia” en honor a Tláloc, que fue organizada por el senador Adolfo Gómez Hernández y sí, adivinaron, por  el partido de Morena.

La presidencia del Senado mandó un escueto comunicado diciendo prácticamente que  “nosotros no tuvimos nada que ver, pero el senador Gómez y su rollo de usos y costumbres se escudó en ello para justificar tal aberración, ya que nosotros somos conscientes del bienestar animal. Y tengan por seguro que será sancionado”.

Se dice que la Presidencia del Senado le negó al senador Gómez realizar tal actividad, pues estaba prohibida debido a que los protocolos vigentes  indican que no se permite el ingreso de ningún animal al recinto (tengo mis dudas).

Pero el senador, sabiéndose de Morena, se sabe también impune y llevó a cabo tal sacrificio sin importarle que le dijeran que no se podía hacer.

Por otro lado, la Ley de Protección de Animales de la CDMX, en su artículo 25 prohíbe usar animales para celebrar ritos y tradiciones en las que se afecte su bienestar. Pero el senador no se inmutó. Sabe que hizo lo que hizo porque pudo y porque quiso. Y estoy segura que no recibirá ninguna clase de suspensión.

Siendo ahorita  las 7:00 am de la mañana en este momento que escribo mi columna, no ha arrancado la mañanera de hoy aún, sin embargo, les puedo asegurar que el presidente dirá que hay que ser respetuosos ¡adivinaron! de los usos y costumbres del pueblo y no defenderá al Senado ni lo cometido por el senador de Morena, pues porque es de Morena.

Pienso que el Senado le cae mal al presidente. Ayer al ver las imágenes de la gallina en agonía siendo sacrificada me caló en el alma,  aunque afortunadamente descubrí que todavía tengo alma y corazón para poder sentir compasión por otro ser vivo.

Pero me caló también porque el Senado es ese recinto que además de hermoso me parece mágico.

Será que mi pasión por mi país y por la política se eclipsaron cuando conocí el Senado de la República por primera vez. Fue hace muchos años, unos 10 diría yo. Me empezaba a mover en lo que ahora es X. Un senador de aquel entonces por el PAN, me seguía siempre en el otrora Twitter.

Él sabía que me apasionaba lo que ocurría en el Senado. Soy de esos seres humanos extraños que sintonizan el Canal del Congreso.

Y así fue como un buen día él me preguntó: ¿Quieres conocer el Senado? Y yo me pasmé de la emoción.

Al día siguiente estaba ahí. Me colocaron en la parte de hasta arriba, donde van personas invitadas. Mis ojos no daban crédito ante tal belleza, parecía una niña pequeña entrando a Disneylandia, no salía de mi asombro, realmente me parecía hermoso, apasionante.

Después, dicho Senador me pidió que bajara para tomarnos una foto juntos. Ahí estaba yo, con mis propias manos acariciando las curules y viendo de cerca todo. No lo podía creer. ¡Estaba tan emocionada!

Después me fui a recorrer el Senado por todos lados. Me comportaba seria para que creyeran que era una senadora más, nadie me impidió mi recorrido. Me impresionó que el Senado contaba con un exclusivo restaurante. Dije “¡wow!, sabores entiendo porque los políticos quieren hacer política”.

Aquella visita fue corta pero la llevó en mi memoria por siempre.

Me sentí realmente privilegiada por haber estado ahí. En un lugar desde donde supuestamente se toman las decisiones más importantes de este país. En un lugar donde se defienden las leyes y se ejercen.

Es uno de nuestros recintos más importantes. El primero diría yo es el Palacio Nacional. A ese y también lo conozco pero cuando Obrador no me lo había cerrado para poder entrar.

Y bueno ayer una gallina siendo despedazada justo en el Senado en el patio central era una pesadilla.

A esos niveles ha llegado nuestra política. No le creo al senador morenista haber hecho este ritual como su homenaje a Tláloc. Pienso que ahora de lo que se trata es de distraer, de desenfocar la atención de todos y llevarla a otro punto.

De momento lo logran, pues todos terminamos ofendidos hablando y escribiendo acerca del sacrificio de la gallina en el Senado de la República.

Pero esto va más allá de que sea un mero distractor. Lo que creo es que no habrá sanción alguna para el senador Gómez Hernández. Y creo que eso es lo más grave.

Quién sabe cómo y quién pueda devolverle al Senado de la República la dignidad que le ha sido arrebatada.

Nuestras leyes, nuestros recintos, todo ha sido manoseado y maltratado. Tomara un buen tiempo restituir todo lo que se dañó y se infringió.

Decandente.

Es cuanto.