Celebro que el tema de la escasez inminente de agua esté más presente en la discusión pública. Porque si ella nos morimos. Eso no quiere decir que todas las discusiones sobre el líquido sean igualmente informadas, ni provechosas, pero hasta las ocurrencias de campaña sirven para ir entendiendo su encuadre los próximos años. Por ejemplo, las dos candidatas principales a la gubernatura del Estado de México se pronunciaron (o las hicieron pronunciarse) sobre el mismo.
Lo que proponen no resuelve, y ni siquiera entiende el problema de fondo, pero no es lo que se espera de un político, a quien hay que juzgar, más bien, por la pertinencia e ingenio de sus promesas. Y las de ambas se concentran en “acabar con la corrupción de las pipas” y “sancionar penalmente las tomas ilegales de agua”. Así, lo interesante es que no prometen la construcción de un nuevo sistema de aguas, y ni siquiera la construcción de plantas de tratamiento (casi todas las concentra Sinaloa, por cierto, habría que pedirle a ese estado su cuaderno de apuntes) para cuando el Cutzamala ya no funcione; simplemente adelantan, con cierta razón pero sin darse cuenta de lo siniestro del caso, que el agua se va a tratar, cada vez más, como si fuera petróleo o algún otro combustible escaso. Es la premisa de Mad Max y parece ni cuenta se están dando.
La tendencia hacia la escasez del agua no cambiará de dirección, porque es clara e irreversible: cada vez habrá mayor estrés hídrico en el Valle de México y en el norte del país, por razones varias. Las discusiones sobre si es por el cambio climático son redundantes, porque el hecho es que antes no faltaba el agua en la CDMX, y ahora sí. Osea que no está mal salvar al planeta pero aquí ni siquiera podremos salvar la ciudad. A corto plazo, los políticos no lidiarán con ese problema porque primero habría que reconocerlo y la gente entraría en pánico, desde los mercados hasta los propios concesionarios, en su mayoría industriales y comerciales.
Aquí está la segunda parte del problema. Las concesiones sobre mantos acuíferos se les dieron a las empresas grandes, que controlan la mayor parte del agua, y lo hacen para uso industrial o comercial. Si los gobiernos no anticiparon la escasez cuando les dieron los permisos, da igual, es una irresponsabilidad haberlos dado por décadas, y por eso hay que revisar el marco de concesiones, porque no pueden ser eternas y sobre recursos primarios.
A mediano plazo, lo que ocurrirá será una migración masiva, primero de capital y luego de habitantes, al sureste. Es verdad que el near shoring ha beneficiado, por ahora, a los estados del norte, porque el sureste carece de infraestructura y conectividad, pero eso no importará cuando se acerque el día cero de estrés hídrico. Lo que sucederá antes, es que las inversiones comenzarán una planeación en el sureste, porque tiene desventajas respecto del norte del país, pero sigue siendo infinitamente más conveniente y viable, políticamente, que Asia.
Vale la pena resaltar la voz de los empresarios que se duelen de que ya no les darán concesiones infinitas y baratas sobre el líquido vital. Dicen que los estados donde ya no se darán concesiones son los que concentran industrias fundamentales; hablan de entrada de la la automotriz, la electrónica y de insumos médicos. Lo articulan con el nearshoring porque hasta hoy son los estados que más se han beneficiado de la relocalización de líneas de producción de empresas extranjeras en México con el objetivo de abastecer al mercado de Estados Unidos.
Acusan que el gobierno federal está “forzando” inversiones en otras latitudes, para dar prioridad al desarrollo en el sur y sureste del país. Supongamos que así es. Eso no implica que el estrés hídrico sea una fantasía, ni que algunos de los destinos preferidos por las multinacionales, sean ciudades donde ya ni siquiera los hogares de mayores ingresos pueden garantizar un suministro ininterrumpido, como Monterrey y Mexicali. Si los señores de las cámaras empresariales insisten en que la concentración de agua en manos privadas y de inversiones en el norte es sostenible, los que tienen que mostrar números y escenarios son ellos, y no lo han hecho. Por algo será.