Cambios en la SEP

Para el próximo ensayo experimental de Reforma Educativa, en México, sin importar que ella se encuentre o no en crisis, observaremos, entre otras bellezas, la Reforma de los membretes y los títulos neoliberales nobiliarios. La posmodernidad del absurdo.

“En 1996, en la obra “Las ilusiones de lo posmoderno”, Eagleton abordó el impacto ideológico, que según Martín Serrano (1986) se concentra en tres presupuestos:

√ La fascinación por las tecnologías, especialmente las que envuelven el mundo de la comunicación.

√ La realidad social y la cultura como fragmentos, rechazando las visiones globalizadoras del mundo y de la historia.

√ La creencia en que toda relación social se resuelve en interacciones de carácter comunicativo.” (1)

La Secretaría de Educación Pública, no será más el nombre de la centenaria Institución

Se reconvertirá, con la aprobación de la nueva mayoría en el Congreso, en la Secretaría de la Educación de Excelencia. La Comisión para la Mejora Continua (MejorEdu), será orientada hacia la Calidad Total de la Educación; el Sindicato ya no será de Trabajadores de la Educación, sino de jóvenes emprendedores por la instrucción. O, como lo quisieran ver algunos especialistas y miembros de la “Sociedad Civil”, nacerá el nuevo “Sindicato Nacional de Agentes de Cambio Educativo”.

Así se posicionarán los consensos innovadores. Los programas de formación continua para docentes se convertirán en Micro Talleres virtuales de Capacitación y Actualización. Algo positivo debió traer la pandemia.

La Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y de los Maestros (USICAMM) cambiará su rótulo a: “Sistema de Alto Talento para Agentes de Instrucción”.

Los libros de texto gratuitos, en papel, no lo serán más.

Tendremos un sistema de libre mercado digital de libros, que se comercializarán por medio de tarjetas de compra, como videojuegos. Habrá una fotocopiadora en cada aula en lugar de libros. Un lector óptico para procesar entradas y salidas, a través de código de barras o “QR” en cada escuela. Las niñas, los niños y l@s jóvenes se preguntarán ¿Para qué las bibliotecas?

El espíritu de la educación pública se convertirá en el sistema tangible de la instrucción como empresa. Así, las y los docentes –como dirían nuestr@s amig@s de la “Insurrección Pedagógica”-, serán empresarios de sí mismos.

El Programa Sectorial de Educación no se dará a conocer por escrito, sino que lo presentará una YouTuber.

Las y los “agentes de la educación” no serán más evaluados como se hace hoy, serán observados por cámaras de seguridad, que serán instaladas en cada una de las aulas, patios, talleres y auditorios de la extinta escuela pública. La Nueva Tele Escuela Azteca Mexicana estrenará “Aprende en Casa XII”.

Según E. Lampert “Definir posmodernidad no es algo fácil, pues no se sabe con exactitud si ese fenómeno, relativamente reciente, representa un nuevo periodo en la civilización; es un cambio paradigmático, un movimiento cultural, o también puede ser considerado como una revalidación crítica de los modos de pensamiento modernos, pues cuestiona las dicotomías rígidas creadas por la modernidad entre realidad objetiva/subjetiva, hecho/imaginación, secular/sagrado, público/privado, científico/vulgar.” (2)

En el ámbito educativo, la fragmentación y la insuficiencia serán el común denominador de la “posmodernidad” neoliberal reciclada. Además de su tropicalización o aclimatación en el tiempo y el territorio latinoamericano, México habrá de aportar algo dentro de esa lógica: “su máximo logro de aprendizaje y enseñanzas”.

En la esencia posmoderna, “El conocimiento se constituye en la principal fuerza de producción. La fuente de todas las fuentes se llama información. La riqueza de una potencia no descansa únicamente en la abundancia de materia prima, sino en la cantidad/calidad de la información técnico–científica. A la ciencia, modo de organizar, almacenar y distribuir información, le corresponde mostrar que sin el saber científico y técnico no se tiene riqueza, y la universidad, institución importante en el cálculo estratégico–político del Estado, asume la investigación tanto financiada como la de relevancia social. La enseñanza y la investigación, funciones históricas de la universidad, que antes buscaban preparar hombres para descubrir la verdad, hoy en día buscan, principalmente, formar individuos competentes para insertarlos en el mercado capitalista.” (3)

En la educación básica, las dicotomías del tipo “cierto-falso”, “Sí-No”, “de acuerdo-desacuerdo”, serán cuestionadas y refinadas; por lo tanto, dominarán la esfera y los escenarios de la programación, la ejecución y la evaluación en el aula. Los métodos cuantitativos tendrán más valor social y cultural que los cualitativos. Los registros de los periodos bimestrales estarán mediados por tecnologías.

No de manera casual, sino intencional, prevalecerá la lógica del marketing educativo, así como el “performance” didáctico en lugar de la palabra y la discusión de ideas, de teorías o de métodos.

En las escuelas, las y los docentes, junto con las y los directivos escolares seguirán, a profundidad, el guión prefabricado para redactar la misión, la visión, los valores y las políticas institucionales de la “gestión de la calidad”. La racionalidad del diagnóstico, el pronóstico y la estrategia (con y sin táctica) prevalecerán por delante de la intuición, la crítica y la autocrítica.

La posmodernidad educativa será la tierra prometida de E. Deming. El discurso de moda que se impondrá será el del retorno a la línea del “mérito”, la “eficiencia”, la “competencia” (como paquete de aprendizajes orientados a un fin y con criterios de desempeño), la planeación y la “competitividad” como criterio de productividad, valor y relación costo-beneficio.

Habrá subsecretaría de asuntos empresariales de la instrucción, así como una dirección general de acuerdos con la OCDE. Y no podrá faltar en el nuevo organigrama una subdirección de asuntos PISA.

La posmodernidad educativa se encamina, de la mano con la renovada generación del “pragmatismo” y el eclecticismo sin resistencias, hacia la automatización de las Ciencias Sociales y a la programación de las Humanidades.

“En 1989, J. Harbermas, uno de los opositores de la posmodernidad, pronunció en Frankfurt una conferencia con el título de “Modernidad, un proyecto incompleto”, en la que hizo una relación drástica del posmodernismo y el neoconservadurismo. Atacó al mismo tiempo el neoconservatismo social y el posmodernismo artístico.” (4)

La fuerza moral de la posmodernidad educativa también se pondrá a prueba, y no sobre la mesa sino sobre las plataformas digitales. La ética posmoderna triunfará. Ya no habrá posibilidades de que los y las docentes ejerciten sus habilidades “copiadoras” (en exámenes estandarizados y en serie), puesto que las evaluaciones sistemáticas serán “personalizadas”, únicas, individuales, singulares (se supone que ya lo son).

El discurso de la posmodernidad educativa, cuando regresen los y las creadores-defensores y herederos del “Nuevo Modelo Educativo”, tendrá como palabras clave a la “excelencia”, la “idoneidad”, el “individualismo”, es decir, la negación de lo colectivo. Y pondrá en primera fila a la “evaluación para controlar” más que para formar; al aprendizaje por encima de la enseñanza (en la lógica de la supremacía del estudiante, en detrimento de la figura docente); al reactivo cerrado o de opción múltiple en vez de la reflexión y la argumentación.

Volverán con más legitimidad la planificación estratégica y la evaluación por resultados (el marco lógico). La posmodernidad instruccional privilegiará, aún más que ahora, a las nuevas tecnologías educativas; establecerá más controles que contenidos, más procedimientos que ideas; más algoritmos que conceptos; más premios y castigos que convicciones.

Fuente consultada:

(1) Ernâni Lampert (2008) “Posmodernidad y universidad: ¿una reflexión necesaria?”. Perfiles educativos vol.30 no.120 Ciudad de México ene.

(2, 3 y 4) Misma obra.

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@jcma23