La crisis provocada por la retirada de las tropas estadounidenses, y con ello, el triunfo de los talibanes en Afganistán traerá consecuencias multidimensionales. Por un lado, parece haber hecho retroceder la influencia de los Estados Unidos en aquella región del mundo, ha debilitado su legitimidad como “líder del mundo libre” e invita a potencias emergentes como Rusia y China a aventurarse en aquellas complejas y lejanas tierras de Asia Central.

La derecha internacional, encabezada por el Partido Republicano, culpa al presidente Joe Biden de haber conducido a su país hacia un segundo Saigón, a saber, la captura de la capital vietnamita por las fuerzas pro-soviéticas en 1975, en aquel complejo contexto de la Guerra Fría.

Sin embargo, las consecuencias no se ciñen a la historia ni a las relaciones internacionales, sino que muestran un rostro humano. El arribo de los talibanes a Kabul ha evocado pasadas memorias de violaciones atroces contra los derechos de mujeres y niñas. Si bien los nuevos dirigentes buscan convencer a la opinión pública internacional sobre sus nuevas posturas en torno a la interpretación de la ley islámica, millones de afganos temen por el futuro de sus familias.

Esto ha encendido las alarmas en Europa.

Los partidos de oposición se han adelantado a los gobiernos para advertir sobre la catástrofe que un éxodo de afganos hacia el viejo continente podría conllevar para países exhaustos en sus sistemas de salud, burocracias colmadas de peticiones de asilo y ante una pandemia que no cede.

¿Cuál debe ser el papel de México?

Nuestro país, en tanto que Estado en desarrollo con limitadas capacidades estructurales y burocráticas, ha ofrecido la recepción de solicitudes de refugio para nacionales afganos que así lo soliciten. De esta forma, nuestro país se ha sumado a otros gobiernos como los de Canadá y Chile en esta forma de cooperación internacional y hermandad que ha caracterizado a nuestro país.

Por otro lado, México, en tanto que miembro no permanente del Consejo de Seguridad, deberá apoyar los esfuerzos internacionales en favor de la estabilidad política y humanitaria en aquella región del mundo. No obstante nuestra lejanía y desconocimiento de Afganistán, la voz de nuestro país debe ser escuchada.