Hoy los principales actores políticos, empezando por el Presidente de México, esperan el resultado del mayor proceso electoral en la historia reciente de nuestro país. Ha sido un proceso muy ensuciado con los más diversos elementos con los que puede mancharse una contienda electoral.
Destaca lamentablemente, la ausencia de un Proyecto Alternativo de Nación (como dijo la izquierda durante décadas) desde la alianza empresarial-partidista (PRI-PAN-PRD). Dejaron claro que toda su plataforma programática ha sido hecha y aplicada durante los lustros anteriores en los gobiernos precedentes al actual, y que su estrategia es muy sencilla: dar marcha atrás, aunque hayan puesto todo para lograrlo, incluyendo los principios más elementales de un contendiente por el poder como son: sus historias de lucha entre sí mismos. Los junta lo más mórbido de la historia política reciente.
Parecen perfilarse dos grandes perdedores, si las encuestas más recientes aciertan: el liderazgo empresarial (Gustavo De Hoyos y Claudio X. González, todos los empresarios que están detrás de ellos con aportaciones económicas muy sustanciosas) y el Partido Acción Nacional, en términos de la votación nacional, no de votaciones específicas (gubernatura de Querétaro y San Luis Potosí) y Movimiento Ciudadano en Nuevo León, mas el PRI en la votación nacional (diputados y alcaldías), pero el PAN pudo haber tenido una remontada sensible desde los resultados de 2018, en que Ricardo Anaya los dejó muy mal posicionados, trabajando su perfil ideológico y su imagen de opositor “anti-gobierno” pero sobre todo “anti-PRI”, a lo cual renunciaron para confundirse con los blanqui-rojos” y con los “negro-amarillos”.
No hubo promiscuidad ideológica, sino pérdida de una identidad de más de medio siglo.
MORENA tuvo demasiados problemas internos, en sus procesos de designación interna y algunos casos muy sonados en sus candidaturas a gobernadores, particularmente, mostrando las dificultades que aún tiene para operar como partido político nacional, pero sobre todo, fue objeto de una campaña furiosa y en muchos casos obscena (“deja morir a los niños con cáncer” y otras barbaridades como esa) en donde el Presidente con riesgos, tuvo que salir a la palestra. Las posibles 9-10 gubernaturas y la mayoría simple en la Cámara de Diputados, más la mayoría de las alcaldías en las más grandes ciudades (salvo en los Estados en donde pierda las gubernaturas), empezando por la Ciudad de México, será un triunfo sonado pero no espectacular.
Es previsible que conforme a este resultado en lo general y en lo particular, así como respecto de las nuevas prioridades presidenciales y de sus estrategias, el Presidente AMLO acometerá la segunda parte de su mandato, y especialmente su referéndum de 2022 para permanecer en el cargo, con una nueva composición del gabinete presidencial.
Los estrategas políticos más avezados seguramente tomarán posiciones definitorias.
No hablamos de un “gabinete de guerra” pero si un “gabinete con visión estratégica”. La política social, la política de seguridad, combate al crimen transnacional y contra la violencia, es decir, la política pacificadora, la política de salud para concluir la vacunación antes de que termine el año, así como la política de reactivación económica y vuelta a la “nueva normalidad” marcarán la pauta general de los tres años siguientes.
No podemos entender por qué el titular de la Secretaría de Desarrollo Social no está dentro del gabinete de seguridad, o por qué no hay una comisión de coordinación entre ambos para operar de manera más estrecha ambos continentes del trabajo de gobernanza y cambio político, si la política social es parte central de la estrategia anti-crimen y de pacificación ante la violencia regionalizada en favor de la seguridad.
La necesidad de logros importantes en todos los frentes es condición sine qua non para cerrar el sexenio con un nuevo texto constitucional (nuevo pacto social y refundación de la república), así como para ir detrás de un relevo presidencial en las mejores condiciones posibles. Hay muchos pendientes muy importantes, que son los medios o pasos previos para los resultados que se necesitan en los años siguientes para llegar a un relevo presidencial por elección terso, hasta donde sea posible, porque será la presidencia de la republica la que nuevamente esté en juego, los proyectos políticos, el ya conocido y aplicado y el nuevo en proceso.
Pero de igual manera, la operación legislativa desde el congreso es también fundamental con la Secretaría de Gobernación, así como la consolidación de la estrategia energética a la que se están dedicando tantos recursos, dada su extrema relevancia dentro de la perspectiva de construir las bases sólidas de un nuevo modelo de desarrollo con sustentabilidad interna (además de mercado interno expansivo, poder adquisitivo popular, redistribución del ingreso nacional, inversión social y en infraestructura, consolidación del TEMEC, etc.) y mantener el apaciguamiento con el coloso del norte.
Es imprescindible que la jornada electoral se realice de la mejor manera posible, que todo se dirima mediante la cantidad de votos efectivos que obtenga cada partido, cada candidato y que la autoridad electoral esté a la altura de la magnitud, complejidad y cierto encono, del proceso por llegar. Ello será la mejor garantía de que cada quien se quede con lo que legal y legítimamente le corresponda.
El cómo, cuándo, qué primero y qué después y con quién de todo lo anterior depende del resultado de la elección del próximo 6 de junio. Lo estamos esperando.