A raíz de las declaraciones del presidente en las mañaneras y de la acalorada sucesión presidencial anticipada que ha decidido acelerar a medio sexenio de su administración, no se habla de otro tema. Relevo y transición describen las acciones y hechos que, en los últimos días, hemos sido testigos. Dado que los acontecimientos y las circunstancias se pusieron sobre la agenda de dominio público, ha comenzado la organización, y un movimiento amplio de jugadas estratégicas de los principales protagonistas.

Las tres figuras centrales cuya probabilidad es dominante, ya levantaron la mano

A pesar de ser inusual un marco de esta naturaleza y, prácticamente a la mitad de un gobierno, nada detiene ya el proyecto en curso. De hecho, los posicionamientos y la ruta desde Palacio Nacional, superan una realidad alterna de aquella expresión clásica de “seguimos trabajando desde nuestras trincheras”, mientras sabemos que, claramente, cada perfil pondrá en marcha sus intereses, eso sí, respondiendo a las demandas y encomiendas del presidente Obrador a cabalidad y al pie de la letra.

Esa típica expresión cuida las formas, aunque, asunto contrario, cada quien aprovechará su posición, estructura y liderazgo a favor de su propia causa o, si fuese el caso, trazar acuerdos y alianzas debido a las diferencias políticas que pudiesen recrudecer algunos episodios de fricción, como el caso de Marcelo Ebrard y Martí Batres, cuando Ebrard era jefe de gobierno de la Ciudad de México en aquella época. No todos encajan en un proyecto más allá de ir en el mismo barco; hay envidias y desacuerdos que reinan siempre en los momentos de las definiciones.

Sin embargo, el destino del próximo candidato de Morena— pudiera exacerbar los ánimos, salvo que los mecanismos de definición fuesen transparentes ante la opinión pública, cosa que veo dificilísimo. Por lo general este instrumento decisivo en la toma de decisiones ha dejado mucho que desear. Hay excepciones que, con todo el mérito posible, se ganaron el lugar en las designaciones de candidaturas; aunque, en otros casos, se actuó con dolo y deliberadamente.

Luchas internas movieron el tablero político

Se dejó de hablar un poco del tema, pero un ejemplo clarísimo de la ignominia a una escala mayor, fue el caso del senador, Cristóbal Arias Solís. No sólo dominó más de 42 encuestas previas al destape del 30 de diciembre, sino, prácticamente no tuvo rival; siempre destacó en la primera posición, incluso, con una proporción altísima. La lógica indicaba que él sería el candidato de Morena en Michoacán, sin embargo, las luchas internas y la injerencia directa de algunos funcionarios de gobierno, movieron el tablero político.

Mario Delgado sucumbió. El silencio hizo alusión a una de las decisiones más cuestionables al interior de la dirigencia y la Comisión Nacional de Encuestas. Al menos, ese puede ser un buen antecedente para ir considerando que, en dos años más, se analicen otros mecanismos que sean favorables a quien realmente lo merece. A Cristóbal Arias le arrebataron la posibilidad de ser el abanderado e, incluso, el propio gobernador de Michoacán. Estaba cantado. Nadie veía otro escenario, en otras palabras, un axioma, un Perogrullo.

Esa puede ser una buena enseñanza y, una señal inequívoca que tiene que valorar. Ahora, más allá de que el pueblo decida, es una clara herramienta democrática.

Pero, ¿piso parejo?, con ¿encuesta? No. Tengo mis dudas

A pesar de que Mario Delgado tuvo razón al mencionar que el movimiento es de los más ganadores, hay una berrea inmensa de credibilidad. Hay confusión, polarización e, incluso, fricciones. El problema central es que esos mecanismos no se publican; nadie conoce la metodología ni mucho menos la ponderación cualitativa y cuantitativa.

Aunque, en el caso de que se optara por un órgano colegiado transparente con dos o tres instituciones que levantan la opinión pública de las más calificadas y confiables del país, pudiese generar confianza y tranquilidad adoptando, ahora sí, un equilibrio y piso parejo para todos. O, si eso no fuese suficiente, se puede vigilar a través del Consejo Nacional.

No es nada sencillo creerle a Mario Delgado luego de las designaciones de algunas etapas específicas, no todos, repito. Pero, en consecuencia, de varias determinaciones, se creó un declive que afectó puntos claves y estratégicos, como el caso de la Ciudad de México— en el que claramente hubo candidaturas sin mérito ni posicionamiento en las preferencias. Eso de que existió traición en el interior del seno de Morena, cómo atiza sin fundamento, Dolores Padierna, es una justificación pobre para deslindarse de la pérdida que produjo la elección del pasado 6 de junio. Son pretextos para promover polarización y tensión que no tendrán eco porque, al final de cuentas, la sociedad en las urnas fue la que decidió y, simple y sencillamente, la excandidata a la alcaldía Cuauhtémoc, no estaba en los planes de la inmensa mayoría, así de fácil.

Por ello, eso llamó poderosamente la atención; no se ha dejado de hablar, porque el propio Mario Delgado insiste en que, la designación del próximo candidato de Morena, de cara a la sucesión presidencial en 2024, será a través de una encuesta; de esa manera crece el escepticismo y las dudas que invaden algunos casos que, hasta hoy en día, no se ha podido superar por un ejercicio que ha tenido resultados inesperados. O, lo más grave— si no se resuelve esa metodología, puede crecer el arraigo que desnuda los dedazos o las imposiciones, lo mismo la simulación que, en comparación con el viejo régimen, lograría tener muchas similitudes y vicios que adquiera una dosis de anacronismo.