En el universo histórico de nuestro estado de Michoacán se han escrito grandes acontecimientos sociales ligados al desarrollo que se han convertido en el centro de atención por la dimensión en el curso de los años. El territorio fue testigo del poder de la corona, el Virreinato, la guerra de independencia, la propia revolución, las rebeliones estudiantiles y la pauta incipiente de la lucha democrática.

Históricamente ha sido el punto ideológico dado las condiciones sociales de un movimiento popular de la izquierda en nuestro país. Aquí se agrupó gran parte de la expresión de la manifestación que comenzó en 1988. Su influencia se extendió al territorio Nacional como un ejemplo combativo de aquellos miembros que no se subordinan a las decisiones presidenciales que centralizaban el poder.

De esa fuerza social y de los liderazgos sociales nace Cristóbal Arias.

Quién en nuestro estado no recuerda el éxodo que provocó la lucha de 1988 a 1993. El grado popular en el que creció fue de una dimensión exorbitante hasta convertirse en el estandarte y el instrumento político emanado de la demanda y la justicia del pueblo.

En ese universo destacó Cristóbal Arias. Fue dirigente político; primer senador de la República de oposición; candidato a la gubernatura en tres ocasiones; y diputado federal en varios periodos. Adquirió un gran papel y una prolongada carrera como luchador social. A pesar de su extensa trayectoria legislativa, se ha caracterizado precisamente por ser un protagonista de la lucha irrestricta del estado.

Protagonizó grandes manifestaciones pacíficas en defensa del voto desde 1988. Asimismo, encabezó quizá uno de los episodios más significativos de su vida: la candidatura en la carrera gubernamental de 1992. Logró concretar y unificar a la inmensa mayoría de la población; reunió a la organizaciones sociales y sindicales; agrupó a los sectores obrero y campesino, y despertó una gran confianza entre la ciudadanía en general. Vaya la capacidad de convocatoria.

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No obstante, el poder centralizado presidencial le arrebató la posibilidad legítima de ser el gobernador de Michoacán cuando perpetró el fraude electoral. Vino la resistencia y el fenómeno social en defensa de la legalidad.

La base social logró cimbrar al país a través de la manifestación pacífica. Se llevaron a cabo asambleas municipales, marchas y mítines en la ciudad de México. Todos, bajo la consigna de la defensa de la democracia.

A pesar de que hubo represión, Cristóbal Arias resistió.

Quizá la historia se repitió en esta elección pasada antes de la votación. El senador con licencia tuvo que ser el candidato de Morena; sin embargo, los presidentes de facto en la dirigencia Nacional del partido arrebataron la determinación para descarrilar sus aspiraciones que, por cierto, venían acompañadas de grandes muestras de apoyo de la ciudadanía.

Dadas las condiciones, se repitió el mismo patrón. Se inició entonces la búsqueda de la gubernatura por otra vía institucional partidista. Llegó Fuerza por México: un partido cercano al presidente Obrador; sin embargo, no se logró el objetivo y, Cristóbal Arias, no será gobernador.

Perdió, aunque jamás se arrodilló. Su visión y su proyecto le impidieron negociar con la dirigencia de Morena; pesó más el principio y el interés propio que se guía por la auténtica verdad y no el chantaje ni el poder por el poder. Se vio forzado a salir, pero la retirada fue propia, voluntaria.

Justamente eso es lo que ha mantenido a Cristóbal Arias. Su carácter reivindica los valores de la lucha democrática. Quizá muchos vieron a Cristóbal derrotado; otros, visualizaron su final político.

Ni uno ni el otro: el senador sigue de pie.

Finalmente, quedó una gran estructura que participó y se mantiene bajo el liderazgo del legislador.

Se puede decir, entonces, que Cristóbal Arias continúa como protagonista de la transformación. Mantiene un vínculo cercano con el presidente; quizá su paralelismo y la lucha democrática los una en una relación política; además, está en la mitad de su periodo legislativo en el que, todavía, puede tener mucha injerencia en las determinaciones para impulsar la agenda de la 4T.

Esto, por ejemplo, logra seguir marcando la pauta; es probable que, el quehacer y las directrices políticas, ya estén considerando la sucesión del ejecutivo federal en las que, Cristóbal Arias , puede caminar con Ricardo Monreal, un viejo aliado y amigo.

Hay mucho camino por recorrer. Es muy prematuro ver a Cristóbal Arias en el retiro. Por lo pronto, el legado de Solís continúa.