Mis estimados lectores, desconozco por qué los mexicanos solemos creer que todo lo que se hace en el país está mal. Y no me refiero solo al tema aeronáutico, pero he de decir que, según el punto de vista de mucha gente, estamos a años luz de tener una aviación de primer mundo”.

Esto me recuerda los casos y experiencias de gente que viaja a Europa, y termina decepcionada, pues habían idealizado al viejo continente. Y es que es muy diferente ver la realidad, en primera fila, con todos sus claroscuros, que ver las clásicas postales publicadas y promocionadas en redes sociales, sobre todo en Instagram.

Una cosa es lo edulcorado de nuestra visión, y otra muy distinta la cruda realidad. Por eso cuando suceden incidentes -como el que les voy a platicar-, sobre todo fuera de nuestro país, son ocasiones que sirven para dimensionar mejor a nuestra propia aviación, que no es perfecta, pero tampoco es ese “Mordor” imaginario que muchos creen.

Hace no mucho, en septiembre del año pasado, un menor de edad se saltó la barda del AICM y corrió hacia las pistas de despegue y aterrizaje, y de plano cometió la hazaña de meterse en el foso del tren derecho de un avión de Volaris.

Seguro recuerdan la cantidad de notas amarillistas que decían que la seguridad del aeropuerto era “terrible”, que era una consecuencia de la mala administración y todos los vituperios que ustedes gusten agregar. En esa ocasión les comenté que este tipo de eventos suelen ser comunes -y nada extraños- en todo el mundo.

Esto fue precisamente lo que sucedió el sábado 18 de mayo, según lo reporta el medio Associated Press (AP) en el Aeropuerto de Munich, Alemania, donde seis activistas “climáticos”, invadieron las pistas, ocasionando la cancelación de poco más de 60 vuelos.

Estos activistas son integrantes del grupo ecologista Last Generation (Última Generación), y protestan contra de la aviación, ya que consideran que es un medio de transporte altamente contaminante, pues ellos luchan fervientemente contra el cambio climático.

En su perfil de Twitter (ahora X) criticaron al gobierno de Alemania por no actuar en consecuencia, y permitir que se siga contaminando el medio ambiente, al no frenar la actividad aérea.

Los seis activistas fueron arrestados por la policía, y la ministra del interior, Nancy Faeser, no tuvo empacho alguno en criticar esta forma de protesta y según lo posteado en X, “Estas acciones criminales amenazan el tráfico aéreo y perjudican la protección del clima porque solo causan incomprensión e ira”.

Al mismo tiempo solicitó que se refuerce la seguridad aeroportuaria. A su vez, el ministro de transporte, Volker Wissing, aseguró que se está trabajando para endurecer las leyes. Ralph Beisel, director general de la Asociación de Aeropuertos Alemanes, salió a criticar a los activistas, de acuerdo con lo declarado a la policía alemana.

Y es que no podemos olvidar que el año pasado, en plena temporada de verano, los activistas climáticos hicieron de las suyas en los aeropuertos de Düsseldorf y de Hamburgo. Este colectivo es conocido porque “se pegan” en las pistas, literalmente se ponen pegamento en las manos y se quedan ahí durante varias horas, ocasionando un caos.

Estamos hablando de Alemania, un país de primer mundo. Sin embargo llama más la atención y se hace más alaraca mediática cuando sucede algún incidente, sobre todo en el AICM, y se vuelcan -tanto en medios de comunicación como en redes- a magnificar los hechos hasta límites desconocidos; un incidente que si bien no es deseable, es común, y sucede en todas partes.

Nuestra aviación no está tan mal como nos quieren hacer creer todos esos agoreros del fracaso, pero tampoco es la octava maravilla; yo diría que tiene grandes áreas de oportunidad para mejorar y brindar por supuesto un mejor servicio a los usuarios.

Todavía nos falta mucho camino que recorrer, y espero que cualquiera que gane la presidencia le dé a la aviación el lugar que se merece, porque sin importar colores, es un área fundamental para el desarrollo de nuestro país, y queremos verlo crecer.