Tuvimos muy claro desde un principio los daños colaterales que provocaría una sucesión presidencial adelantada, incluso, la inercia que jalaría abrir un juego sucesorio en medio de un proyecto político que ha ganado terreno en la confianza y la certidumbre a través de un esquema de desarrollo basado -principalmente- en los programas sociales, pero que todavía no está del todo consolidado antes de concluir el sexenio porque falta profundizar esas políticas públicas.

No dudo de la honestidad del presidente desde que tomó posesión como mandatario constitucional de México. Considero que ha hecho un gran esfuerzo por seguir impulsado los ejes de su gobierno; sin embargo, una vez que decidió abrir el compás de la sucesión presidencial, el clima cambió porque trastoca, no en él, sino en muchos colaboradores cercanos el apetito del poder para ir abriendo camino hacía el 2024.

El ala radical de Morena ha gozado, sin ningún problema, de un esquema de publicidad y de campaña a favor de una de las “corcholatas”. Buena parte de ese grupo radical empuja, incluso, pisoteando la propia ley electoral para fines de propaganda, pues las calles y los espectaculares se tapizaron de la imagen de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. No podemos asegurar quienes son, pero es muy probable que el dinero salga del presupuesto público de alguna institución o entidad.

Muchos han sido arrastrados por el efecto que eso provocó. Asimismo, viven en carne propia la intransigencia de un trato diferenciado o, simplemente, son candidatos a ser tocados por las intrigas palaciegas que un grupo cercano al presidente nutre de confabulaciones en el afán de ir posicionándose en la carrera presidencial.

De esa magnitud han persuadido al presidente con teorías conspiratorias para llegar a otros fines. Es aquí donde es indispensable subrayar un hecho tan evidente. Basta recordar la maquinación para sacudirse la carga de la derrota en la Ciudad de México en 2021. Ésa fue, en términos políticos, una culpa de quienes operaron las estructuras de Morena en la entidad; hubo exceso de confianza y pensaron, como pasó en 2018, que bastaría la imagen de López Obrador para ganar las alcaldías.

Esa responsabilidad tuvo que recaer en la jefa de Gobierno de la Ciudad de México que era la responsable de emprender labor política a favor de Morena en el año 2021. La Clave estuvo en que, como se notó, menospreciaron a la oposición; asimismo, mostraron su incapacidad de trabajo estructural. Elogiaron de más a los candidatos que, incluso, muchos ni siquiera merecían su nominación, porque hemos hablado y justificado lo manipulable que es la encuesta interna de Morena como mecanismo.

Fue sumamente lamentable que la culpa de esa derrota se convirtiera en una intriga para tratar de debilitar a los adversarios políticos que, hoy en día, están fuertes en la pelea del 2024. Tal vez el presidente les compró esa teoría, pues lo más fácil para la estructura de Morena en la Ciudad de México era ponerle un nombre a alguien para sacudirse la responsabilidad de no haber ganado cuando, en el papel, tenían todo para conquistar las alcaldías.

Sin ir más lejos la propia Tatiana Clouthier, que hasta hace poco fungía como secretaria de Economía, renunció. De hecho, con los ánimos más calmados ha dado un par de entrevistas de un tema que, incluso, muchos habían descifrado como una fricción interna o simplemente la presión de los grupos cercanos al presidente.

Tratando de la sucesión presidencial los actores pueden ser capaces de eso. Se ha formado ese clima que muchos anticiparon en una guerra fratricida producto de lo anticipado de los tiempos para abrir el juego presidencial.

Lo de Tatiana no fue producto de la casualidad. “Una jauría rodea al presidente”. Ese mensaje es claro poder descifrarlo: los grupos radicales de Morena siguen intentando allanar el camino para posicionarse en la carrera presidencial. Ese mismo patrón se repitió con Clouthier cuando una serie de intrigas llegaron a Palacio Nacional a nublar la vista del presidente.

Y Tatiana Clouthier no tuvo más remedio que renunciar, sin embargo, se fue con la frente en alto, y no sé negó hablar parte de ese tema que, hoy en día, confirma que los grupos radicales de Morena no solo promueven una guerra sucia hacia los demás aspirantes, sino que también traman intrigas para ganar adeptos a favor de su causa.

Una de ellas es, hoy por hoy, confabular teorías conspiratorias como lo hicieron en 2021 en la Ciudad de México. Por ello, tengo más que claro que eso pasó con Tatiana Clouthier.

Notas finales

Al hablar de sucesión presidencial se nos viene a la mente prácticamente todo lo que vivimos a diario. En lo personal, no me sorprendió que Andrés Manuel López Obrador reconociera en Palacio Nacional a Ricardo Monreal como presidenciable de Morena cuando, desde un principio, la misma sociedad empujó fuerte. Empero, el presidente no lo había hecho hasta ayer en conferencia matutina; por fin reconoció al zacatecano en la lista de aspirantes de Morena y eso, políticamente, es un buen gesto de que hay voluntad para la participación democrática.

Empero, eso con el tiempo se podrá saber mientras tanto, en Palacio Nacional, hay cuatro aspirantes de Morena en la lista del juego presidencial que constituyen una alternativa para el presidente Obrador, como para la militancia y simpatía de Morena. A bordo de ese ánimo social van Marcelo, Claudia, Adán Augusto y Ricardo Monreal que es, desde este momento, una opción más para el mandatario federal para seguir profundizando la Cuarta Transformación.