Hace unas semanas se dieron un par de reuniones, ambas teniendo de participantes a los dos únicos punteros, cuando menos al momento, a la sucesión presidencial de 2024.
La primera dirigida por Marcelo Ebrard fue algo forzada, incluida la filtración “accidental” a la prensa de la misma, y lució cómo un grito, algo atrabancado, del ebrardismo, en cuánto a dejar en claro que su meta es la presidencia de la República al sexenio próximo.
La segunda, protagonizada por Claudia Sheinbaum, el Presidente López Obrador y el Ingeniero Carlos Slim, podría tener una significado clave al ya citado año sucesorio. Y es que de dicha junta, se derivaron varios mensajes: el principal, y el cuál muchos no han dimensionado, es un hecho muy parecido al ‘mea culpa’ del Presidente Gustavo Díaz Ordaz en su informe de 1969, dónde asumió toda la responsabilidad de los tristes sucesos de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, a 10 días de celebrarse en nuestro país los Juegos Olímpicos, desde ese momento, los más avezados supieron que el sucesor de Díaz Ordaz sería su Secretario de Gobernación, Luis Echeverria, al liberarlo en apariencia de toda culpa, dejando el camino despejado hacia las elecciones del año 1970. A la postre así sucedió, y Echeverria fue Presidente.
Carlos Slim Helu, en los hechos, ha estado dispuesto a cargar (indirectamente, vía una de sus EMPRESAS constructoras del Grupo CARSO) con la responsabilidad en la tragedia de la Línea 12 del Metro, ya en el primer peritaje a cargo de una firma noruega, muy sutilmente se deslizó la especie que de el accidente tuvo su origen en las fallas y omisiones de unos ingenieros y soldadores, todos empleados de dicha compañía contratista, todo lo anterior, aunado a la decisión de Slim de reparar de su propio peculio, todo el tramo elevado de la tan polémica Línea 12. Y si a eso sumamos que la construcción de dicha Línea del STCM se realizó durante el gobierno de Marcelo Ebrard, y también al hecho de que la titular de dicho sistema, Florencia Serranía fue cesada de su cargo, la Doctora Sheinbaum tendría ya, no lejos, la postulación de parte de su partido, MORENA, a la primera magistratura, de 2024 a 2030 y si todavía a eso añadimos el compromiso expresado por el Canciller Marcelo Ebrard, de disciplinarse, alineándose al que resulte candidato, en caso de no ser el el favorecido, pues Sheinbaum lleva una clara ventaja en dicho proceso sucesorio, este sexenio, al asegurarse una NO fractura al interior de MORENA, proceso por cierto, adelantado por casi dos años, debido al estilo personal de gobernar del Presidente Andrés Manuel López Obrador, transparente, y no a otras hipótesis llenas de veneno, de no pocos comunicadores convertidos en serpientes, en lo que va de la presente administración federal.
Si bien todavía faltan un buen tiempo para que esos procesos maduren, ya se va prefigurando un muy posible escenario, dónde sólo hay dos punteros, y además técnicamente empatados en todo sondeo o encuesta, hecho que le facilita a Andrés Manuel, el desempeñar sutilmente el papel de gran elector o en palabras de José López Portillo, en su momento, de ‘Fiel de la Balanza’ en lo que a la sucesión presidencial mexicana se refiere.
Si bien los últimos cuatro presidentes no han tenido la fuerza suficiente para ya participar de forma sustancial en esa decisión fundamental en nuestro sistema político, debido a nuestra transición democrática, incipiente y aún en marcha, AMLO y sus circunstancias, si cuentan con ella, y el Presidente la ejercerá, pero de una forma tan sutil, que nadie podrá dudar de su esencia completa y pulcramente democrática.
Sí, al parecer, México tendrá a su primera presidenta mujer en toda su historia, parte también de las transformaciones de forma que el lopezobradorismo nos dejará como legado indeleble.