México tiene hoy condiciones inmejorables para fortalecer su liderazgo en la Alianza del Pacifico (ACP) con los otros integrantes: Chile, Colombia y Perú cuyo contexto macroeconómico es hoy más débil, particularmente por los estragos causados debido a la política monetaria y financiera de EU ante la emergencia del proceso inflacionario y de las complicaciones traídas por la guerra económica desatada contra la Federación de Rusia y todos los impactos de envergadura que ello trajo como consecuencia, en particular la paralización parcial en proceso de desarrollo de los flujos de intercambio comercial, la ruptura de cadenas globales de suministro, el encarecimiento de los costos del transporte, la elevación de los precios de productos y servicios, los problemas de apreciación cambiaria, y la expectativa de la “stanflaction”, por mencionar solo algunos de los más severos. Además el malestar con aquellos países que se negaron a secundar su política.

La Alianza Comercial del Pacífico (ACP) creada en 2012, es un mecanismo de integración económica y comercial, basado en cuatro pilares: libre movilidad de bienes, servicios, capitales y personas y un eje transversal de cooperación. Es una estrategia de integración innovadora y flexible, con metas claras, programáticas y coherentes con el modelo de desarrollo y la política exterior de sus países integrantes.

Este mecanismo no busca hacer contrapeso a otras iniciativas regionales, pero posee importantes ventajas comparativas y competitivas respecto a otros mecanismos subregionales integracionistas, como el Pacto Andino y el Mercosur, y el más importante es la conexión geoespacial regional con el más relevante proceso de integración del mundo: el que lidera China en toda la magna región asiática, parte de Medio Oriente, parte de África y una región de Latinoamérica: la FTAPP (Free Trade Area of The Asia-Pacific, antes llamada APEC) que es un modelo de regionalismo abierto que comprende la mayor porción geográfica del Planeta para la prosperidad colectiva, no para que haya ganadores y perdedores como en otras experiencias de integración regional.

Será el gran espacio del desarrollo y la prosperidad del siglo XXI. Latinoamérica y México especialmente están ante una inmensa oportunidad histórica para cambiar complementariamente, no en forma sustitutiva, lo que fue su gran paradigma de desarrollo durante todo el siglo XX: la región norteamericana, con EUA al frente, o bien, pensando solamente en Latinoamérica, lo que fue representando por la creación de la ALADI (luego la frustrada ALCA) propuesta por G.H. Bush. La respuesta latinoamericana fue la integración sub regionalizada.

Estos dos grandes vértices de los procesos de inserción externa para el desarrollo latinoamericano, todo indica que ya no son el pivote estratégico que se ha buscado en nuestra subregión incansablemente. Todo proceso y modelo de desarrollo requiere ambos motores: el endógeno y el exógeno.

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Los cambios en sentido progresista en Chile, Perú y Colombia hacen posible pactar rutas críticas para acelerar los avances en materia de integración entre los cuatro y hacia la inmensa zona de la FTAPP para lograr traducir los avances que reporta el libre comercio y la integración subregional e interregional, hacia la elevación de los niveles de bienestar para sus respectivas poblaciones de mayor vulnerabilidad, promesa de los cuatro Primeros Mandatarios. Tampoco debe dejarse pasar esta gran oportunidad.

Algunos datos que ilustran: México tiene un valor del PIB de $1′ 096,435 millones de euros; Chile tiene $267,649 millones de euros; Colombia $265,654; y Perú $190,902, ambos también en millones de euros. México tiene más del triple en valor del PIB. También, con tres o veces la población. Colombia encabeza la lista con la más alta relación PIB/ Deuda = a 64.60%; México le sigue con 57.56%, sigue Perú con 36.35% y Chile con 36.29% (datos para 2021. Todas son economías de3ficitarias en su comercio con el mundo respecto a su PIB: Chile – 7.49%, -6.84% Colombia, -3.80% México, y -2.55% Perú. (Expansión Datosmacro.com. ACP).

Un eje de impulso ha sido el V Encuentro Empresarial de la Alianza del Pacífico y la XIII Cumbre Presidencial (julio, 2018) que se realizó los pasados 23 y 24 de julio en Puerto Vallarta, México; se determinó que el bloque regional debe seguir fortaleciendo la integración y el crecimiento, así como reforzar acciones comerciales conjuntas y de cooperación destinada a fortalecer la competitividad e innovación de América Latina.

El bloque regional cuenta con un potencial de mercado de 5,254 millones de consumidores y un acumulado en conjunto de 38 acuerdos vigentes y solo el año pasado, el intercambio comercial entre México y los países que integran esta alianza, alcanzó los US$ 10,204 millones (un promedio de $2,500 millones de USD por cada socio), de cuyo total US$ 6,479 millones corresponden a exportaciones y US$ 3,725 millones a importaciones, lo que da como resultado un superávit de US$ 2,755 millones (datos 2018).

Pero México debe ir por mucho más, no en cuanto al superávit a favor, principalmente, sino en cuanto a ampliación de los procesos comerciales y de inversión conjunta, para grandes proyectos y para la investigación e innovación tecnológica y de procesos, productos y marcas registradas.

Afirmamos lo anterior porque las agencias de promoción de negocios de cada país: Pro Chile, Pro Colombia, Pro México y Pro Perú- tienen la encomienda explícita de trabajar en una estrategia de cooperación institucional a través de la realización de actividades conjuntas orientadas a promover nuevos mercados mediante el comercio exterior, la inversión y la promoción del turismo. La alianza como grupo, es la 8ª economía del mundo, y contribuye con casi 37% del PIB de América Latina.

Esas cifras han crecido: en 2021 se exportaron en valor un total de $684,232 millones de USD (un crecimiento impresionante); el valor del PIB per cápita de los habitantes de la ACP fue el mismo año de $ 9,207 USD en promedio; la población involucrada en 2021 de estos países fue de 233.0 millones de habitantes, y se entregaron 2,813 becas para intercambios universitarios entre estos países.

Entre los avances de este V Encuentro, está la determinación de que empresarios de los países miembros de la AP tendrán acceso a instrumentos de financiamiento por parte del sector privado para impulsar sus proyectos mediante un esquema de garantías para fomentar el otorgamiento de créditos en los cuatro países. Evidentemente la pandemia global desarticuló los esfuerzos de los cuatro integrantes. Pero el ambiente externo propicio para las economías exportadoras se estaba rehaciendo gradualmente, pero las expectativas actuales son pesimistas. En ese contexto los esfuerzos al interior de la alianza pueden ser benéficos con iniciativas precisas y particulares, en la era post-pandemia pero previa a la posible coyuntura de “stanflaction”.

Son cuatro áreas de oportunidad muy marcadas: i) los temas de regulación-desregulación que favorezcan el incremento de intercambios, sector por sector y que hoy limitan los emprendimientos; ii) la conformación de las bases de una política industrial que favorezca los eslabonamientos productivos conjuntos; iii) el comercio de servicio de servicios, que es el nuevo pivote de la competitividad y del valor agregado; y iv) los programas de capacitación técnica. Todo ello enmarcado en una política de acceso permanente a las mejores prácticas (especialmente en materia de inversiones) y la aplicación de las medidas sanitarias y fitosanitarias fijadas por la Organización Mundial del Comercio.

El potencial es inmenso. Se requiere la concertación entre los socios de políticas sistemáticas de impulso sectorial y de acercamiento también ordenado, programático, con los otros bloques comerciales de América Latina y el Caribe, así como con los países de la FTAPP. Se trata de análisis técnico pero también de capacidad visionaria, de formulación estratégica, de inserción en las tendencias del futuro.