Quien no sabe la verdad sólo es un estúpido, pero quien la sabe y la llama mentira, es un criminal.

Atribuido a Bertolt Brecht

Rechazó el uso del cubrebocas: “tiene una pobre utilidad o una nula utilidad”, dijo en algún momento Hugo López-Gatell, y lo repitió varias veces.

El rockstar de la epidemiología afirmó que la fuerza del presidente López Obrador era moral, no de contagio.

Se negó a aplicar pruebas masivas para identificar el covid-19.

√ Las estadísticas de López-Gatell invariablemente resultaron fallidas.

Presumió en no pocas ocasiones que la curva de contagios se había aplanado.

En el arranque de la pandemia recurrió al Modelo Centinela y pronosticó que habría en México, nada más, 26 mil casos de covid.

Después, en lógica chimoltrufia, pidió: “olvídense de la vigilancia Centinela, ya no es procedente su uso”.

Su peor metida de pata fue argumentar, como pésimo politólogo envenenado por el dogmatismo, que detrás de la “campaña” de la falta de medicinas para combatir el cáncer infantil hay una “visión casi golpista” alimentada por “los grupos de derecha internacionales”.

Se paseó por la Ciudad de México sin cubrebocas estando contagiado y consciente, como él mismo lo dijo, de que todavía contagiaba, ya que, como lo admitió, todavía tenía una alta carga viral.

Los que saben estiman que hay 20 millones de vacunas que Gatell, responsable de la campaña de inmunización, no ha podido distribuir.

Hoy dijo, minimizando la tercera ola de covid, que en este momento la posibilidad de muerte es de solo 2%.

¿Ustedes le creen a Gatell? Yo tampoco.