El posicionamiento que tiene en estos momentos Morena como expresión es, por mucho, un vehículo de competencia que puede vencer a cualquier partido, incluso a una propia alianza opositora que ha perdido la brújula y la comodidad estructural que, durante décadas, le permitieron gozar de altos indicadores de aceptación popular, sin embargo, ese instante se acabó.

Hoy el torrente que los arrastró los coloca con un grado muy por debajo de las expectativas de competencia para ganar elecciones. Es el caso del proceso electoral que viviremos en 2022; Morena domina los pronósticos en 5 de 6 entidades— lo que significa que la oposición cada vez entra en franca decadencia política y no podrá, al menos en el siguiente año, encabezar o retener algunos bastiones que cultivaron por décadas.

Es el caso de Hidalgo. Políticamente constituye un bastión del Revolucionario Institucional. Aun así, ese momento está a punto de culminar: Morena ganará ese territorio con un porcentaje enorme que continúa dando de qué hablar, sobre todo por los índices altísimos de intención de voto. De acuerdo con algunos sondeos previos— el partido guinda lleva una ventaja de 43 por ciento, seguido del PRI con 29 y PAN con 6.

Entonces, Morena a su favor, tiene un margen técnicamente inalcanzable considerando que la oposición ha dejado mucho que desear para favorecer, al menos, un repunte que podamos considerar eficiente como para suponer que la elección está abierta o pareja. Ese no es el caso: el movimiento lopezobradorista encarará un ejercicio previo como fuerza dominante en el país. Así.

Eso lo abordé hace una semana con Durango y Oaxaca, donde Morena es potencialmente superior a 7 meses de que se celebre la elección.

Esa tendencia, incluso, la comienza a aceptar el mismo gobernador Omar Fayad. Él, como el propio PRI, sabe perfectamente que la elección está porcentualmente pérdida en vísperas de la fase previa. Hidalgo tendrá que ceder la transición a Morena y, lo más seguro, es que lo haga reconociendo las condiciones poco competitivas que poseen en estos momentos. Lo intentará para defender el poder, no obstante, frente a la flaqueza que vive el PRI es imposible mantener la hegemonía.

Creemos que el mayor desafío será si encaran una alianza opositora como lo hicieron en las elecciones intermedias del 2021, donde Morena salió triunfador en 11 de 15 territorios. Ahí, el PRI no ganó ninguna entidad y, hasta hoy en día, no ha logrado reponerse para enfrentar los retos a posteriori.

Así, Morena se perfila a conquistar el estado de Hidalgo. Al haber una enorme diferencia en los sondeos que, desde hace meses vienen transitando, ni el PRI, ni muchos menos la oposición— podrán meter la manos ante un caso evidente. Asimismo, la expresión lopezobradorista participará, de acuerdo a la lista que viene circulando en los estudios, con perfiles muy competitivos.

Suenan Francisco Xavier Berganza, Cuauhtémoc Ochoa Fernández y Canek Vázquez, sin embargo, los astros parece que se alinearon con Julio Ramón Menchaca Salazar, actual senador de Morena.

Es posible que esa hipótesis sea la las factible; es puntero en muchos estudios de opinión; hace poco realizó su informe legislativo y prácticamente todos los referentes del partido lopezobradorista han cerrado filas con el legislador, una especie de ejercicio de rendición de cuentas en un escenario de un candidato que, en teoría, será el abanderado. Un axioma, en pocas palabras.

Sostengo esa versión porque todo indica que las condiciones son oportunas para el senador Menchaca. Y antes de terminar el informe, tuvo una ovación donde corearon el nombre de gobernador. No creemos que haya sido un momento oportuno. La sociedad en Hidalgo está convencida que es él, ¿será?

Todo indica que sí. La lógica de los hechos fundamenta una tendencia explícita que, hasta ahora, cuenta con todos los pronósticos a su favor.

Notas finales

Por cierto en ese informe de actividades legislativas estuvo presente Mario Delgado, quien será el encargado de dar certidumbre al proceso. De entrada, tendrá que garantizar las reglas claras de participación que, a juicio de muchos, incluyendo a este redactor, tenemos dudas del mecanismo de la encuesta de la discordia. Por esa razón, desde la tribuna del informe en Hidalgo— hubo expresiones que justifican la importancia de abrir el instrumento metodológico con otras alternativas viables; si es por evaluación cuantitativa que sea, al menos, una serie de casas encuestadoras que coinciden no solo con la metodología, sino con el procedimiento.