“El regalo tiene la categoría de quien lo hace.”

OVIDIO

“Muchos regalos derramó, pero todos los puso como cebo en un anzuelo; y ¿qué pez puede amar al pescador?”

MARCIAL

¡Que le den el Oscar! Y no, no es malinchismo, es que los Arieles no se sabe si se celebrarán este año... Andrés Manuel López Obrador se merece cualquiera de los dos. Es más, que le den los dos galardones al espectáculo cómico-trágico-musical con el que deleita a diario a una… interesante parte de la ciudadanía mexicana.

Sus actuaciones no tienen parangón y de vez en cuando comparte su show con otros actores que no le roban el protagónico-estelar. Quizá el más memorable, el que más duró, fue Hugo López-Gatell. Sus mentiras casi casi igualaron a las del Ejecutivo federal.

En segundo término podríamos pensar en Liz Vilchis, mas eso solo por mera cortesía en “reconocimiento” el tiempo que ya lleva en la mañanera (un año y seis meses). De otra forma, ni siquiera sería nominada. Por cierto, se le ve muy demacrada.

López Obrador nos recuerda a don Emilio Azcárraga Milmo, el “Tigre”, quien decía que las telenovelas de Televisa eran solo para entretener al pueblo y nada más. Lo mismo con el tabasqueño. Su histrionismo ha alcanzado nuevas cuotas a partir del informe vociferado después de la marcha del domingo.

A cuatro años de haber tomado el poder, el presidente presenta su “humanismo mexicano” que se traduce en que México se encuentre peor que antes.

No lo digo yo. Así lo confirman los datos oficiales, sean los del propio gobierno, o los que organismos como el CONEVAL, el INEGI, la OCDE, el BM generan, los cuales constatan un mayor número de pobres en el país y que México sigue perdiendo posiciones en combate a la corrupción, respeto al Estado de derecho o en términos de competitividad, por mencionar algunos rubros.

Ya de educación mejor no hablamos. La  4T ha retirado al país de cuanto instrumento de medición se conoce; no es fácil saber qué tan mal vamos. Y ni caso tiene preguntarle a miss Lety Ramírez, titular de la SEP, porque su respuesta sería: “no podría contestar eso…”.

Y, bueno, de violencia, asesinatos, feminicidios y desapariciones forzadas, el sexenio de López Obrador ha roto todos los récords y de la peor manera.

Sin embargo, con eso de que el mandatario despliega un “humanismo mexicano”, todo cobra un nuevo significado de terror.

¿Cómo puede hablar de humanismo con lo que sucede en México? Permítanme quitarle lo “mexicano”, pues vergüenza da lo que él propone para que encima lleve el gentilicio de nuestra patria.

Más allá de que los panistas consideran que López Obrador plagió el concepto humanismo —antes adoptado/planteado por el PAN para la política en México—, y de que el presidente “trata de sustentarlo con los ideales que hicieron grandes a los héroes que nos dieron patria”, la propuesta de “humanismo mexicano” se trata de un histrionismo puro donde López Obrador se coloca como medida de referencia de todas las cosas.

En otras palabras, poco o nada se puede esperar de un concepto basado en las consideraciones ficticias de un individuo y no en la realidad que todo lo arrastra y que demuestra de forma cotidiana que si hay algo que no existe en México es precisamente ese humanismo.

Contrafactuales abundan:

  • La falta de vacunas, desde las que se ponían a los infantes, hasta las anti-Covid. El pretexto que se manejó de no inocular a los niños, además de falso resultó mortal.
  • Más de 140,000 homicidios registrados en estos cuatro años, más de 3,800 feminicidios en lo que va del sexenio, sin olvidar los asesinatos de 36 periodistas. A esta atrocidad agreguemos que el sitio principal donde se denuesta a los mismos es el púlpito presidencial…
  • Un humanismo que deja a todos los recién nacidos sin el tamiz neonatal; una prueba indispensable para detectar inmediatamente el riesgo de padecer enfermedades graves que no se notan a simple vista y/o no se manifiestan al momento del nacimiento.
  • Tan humanista que el gobierno de México otorgó un apoyo raquítico a los cientos de empresarios (PYMES y MiPymes), con lo cual muchos de esos negocios no pudieron sobrevivir.
  • Un humanismo que es vileza pura al perdonar a corruptos, ineptos y abusadores solo por el hecho de formar parte de la 4T.
  • El humanista que solicitó, promovió y financió con recursos públicos —al menos parcialmente— una marcha no monumental con tal de poder paliar su ego.

Que AMLO no nos venga a decir que lo suyo es ser un humanista.

No hay “humanismo” en este gobierno. Vamos, ni siquiera una administración que medianamente ayude a los que dice privilegiar.

Lo que hay es un histrionismo absurdo que tiene como única medida, variable y razón de ser a López Obrador. Un histrionismo ramplón y caro. Una burla más que nos regala la 4T.