“Mi vida está condenada a querer decir lo que otros no quieren oír.”

MARIANO JOSÉ DE LARRA (PERIODISTA ESPAÑOL)

“No estoy loco, soy voluntariamente indiferente a la racionalidad convencional.”

JARED LETO

Duele. Los asesinatos. Las desapariciones, las dudas, las fosas y las escuelas… de asesinos. Duelen.

Duelen los hombres y las mujeres que no volverán a sus hogares. Las madres buscadoras que deben continuar con la pesadilla de buscar a sus hijos, sabiendo que solo por el hecho de hacerlo quizá también terminen asesinadas. Así, como si nada.

Duele el país que tan solo en este sexenio lleva más de 16,400 asesinatos. Más los desaparecidos, más las fosas clandestinas que han hecho de México un cementerio sin paz. Así, como si nada.

Ayer, en esta convulsa tierra ahogada en sangre, asesinaron a Cecilia Ruvalcaba, jefa de enfermeras en el hospital comunitario de Teocaltiche, regidora y excandidata a presidenta municipal de la misma localidad. La tercera funcionaria municipal asesinada en menos de un mes. Así, como si nada.

Antes fueron asesinados el secretario del ayuntamiento, José Pereira, y el jefe de la policía, Ramón Grande. Los tres después del aseguramiento de automóviles robados y de un rancho, aparentemente propiedad de un narco que por ahí operaba. Así, como si nada.

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Qué más da que la víctima no hubiese sufrido amenazas. Tampoco que fuese regidora, enfermera y que tratase de hacer un cambio para bien en la sociedad. A Cecilia Ruvalcaba la acribillaron en el hospital donde era jefa de enfermeras. Así, como si nada.

¿Qué sabemos del ataque? Cuatro sujetos armados, con las caras cubiertas entraron en la madrugada al nosocomio. ‘Pecho tierra’ instruyeron a los que ahí se encontraban, entraron al área de enfermería donde ultimaron a Cecilia y de ahí huyeron. Así, como si nada.

Cecilia ejercía su trabajo como enfermera. Hoy solo quedan las imágenes dantescas del cobarde acto. Mientras la Fiscalía de Jalisco ya está haciendo las averiguaciones necesarias. Una vida por delante, arrebatada, abatida por las balas que nunca permitirán que conozcamos más de lo que Cecilia de 45 años podía continuar construyendo en su comunidad. Así, como si nada.

Ante cada nueva muerte, la pregunta pertinente es saber si hemos perdido la capacidad de asombro. Seguramente sí; la única manera de vivir con la zozobra de lo que sucede en nuestro país y cómo se incrementa la violencia. Así, como si nada.

Y luego, cuando uno ya no se lo espera, cuando pensamos que ya nada nos puede sorprender, se da un caso aún más tétrico y torvo que al último retenido en nuestra memoria. Así, como si nada.

El asesinato de Cecilia Ruvalcaba duele, pero también nos debe impulsar a no permitir que la cotidianidad de la violencia nos quite la capacidad de asombro. Debemos denunciar la tragedia diaria que está asesinando a México, robándole su futuro y sus certezas. Es nuestra obligación ética.

No se puede negar la época de horror que azota el país. Como tampoco el altísimo costo que significa aniquilar el futuro de las personas.

Mientras la violencia continúe, el horror no pare, debemos señalar lo que nadie quiere escuchar. Que la vida perdida de tantas personas jamás sea olvidada.