En primer lugar, quisiera aclarar al lector que no soy especialista ni comentarista deportivo. La opinión que expreso en este texto está basada en lo que, a lo largo de los años, he escuchado en voz de amigos que han buscado una carrera en el futbol profesional.
La Selección Mexicana de futbol ha demostrado nuevamente la mediocridad de ese deporte en México. Desafortunadamente, a pesar de los esfuerzos hechos por los once jugadores en el partido contra Arabia Saudita, el triunfo nacional sobre este país no resultó suficiente para contrarrestar la diferencia de goles con Polonia. Con ello, México quedó eliminado de Qatar 2022 después de décadas de haber alcanzado los octavos de final de la copa del mundo.
Horas después, fue confirmada la salida del Tata Martino, mientras que algunos comentaristas deportivos alzaron la voz para exigir la salida de Yon de Luisa, presidente de la Federación Mexicana de Futbol. Las críticas, en suma, fueron severas, tanto para la organización como para los jugadores y el equipo técnico. ¡Bien merecido!
¿Por qué fracasa el fútbol mexicano? En primer lugar, por la falta de oportunidades para el talento deportivo. Debido a las condiciones estructurales del país, los mexicanos no son capaces de abrirse paso en el deporte profesional. La corrupción, el influyentismo y el conflicto de interés permean en todas las estructuras del deporte.
En un ejercicio comparativo, miremos hacia el caso de Cristiano Ronaldo, jugador portugués considerado como uno de los mejores futbolistas del mundo. Nacido en Madeira, en el seno de una familia con escasos recursos económicos. CR7, gracias a sus proezas físicas, fue capaz de abrirse espacios en el futbol portugués, y más tarde, jugar en las ligas más competitivas de Europa, primero la Premier de Inglaterra, y luego alcanzar la gloria tras convertirse en el jugador con mas anotaciones en la historia del Real Madrid.
A diferencia de casos de éxito como Ronaldo, los jóvenes talentos mexicanos no pueden insertarse en el futbol profesional porque no conocen directivos de clubes de prestigio, o simplemente, porque no tienen los “contactos” para poder jugar en el deporte profesional. Ello deriva no únicamente en un fracaso personal, sino en la ausencia de talentos que sean capaces de triunfar en competencias internacionales.
Por desgracia, este problema no es exclusivo del futbol, sino que permea en la mayoría de los ámbitos profesionales en México. Resulta aun más dramático derivado del hecho de que nuestro país es una nación de jóvenes: gente talentosa que quiere superarse y alcanzar sus sueños.
En resumen, el estrepitoso fracaso de la Selección Mexicana no es exclusivamente atribuible al Tata Martino o a los jugadores convocados, sino a las condiciones estructurales que perviven en México, mismas que bloquean las oportunidades para que jóvenes deportistas mexicanos alcancen sus sueños y pongan en alto el nombre de nuestro país.