El campo historiográfico permite entender hechos sociales del pasado, pero también contribuye a la comprensión del presente. Las bases sobre las cuales se elaboran las interpretaciones y se construyen conceptos acerca de tales hechos son, sin embargo, los elementos más complejos y difíciles de considerar en la investigación socio histórica, porque ello demanda de fundamentos teóricos y metodológicos (y epistemológicos) que son objetos de debate permanente.

Un reto adicional de este campo de estudio se presenta al momento de vincular los procesos, los actores sociales o las líneas discursivas del pasado con las del presente. Un caso interesante para analizar es el cuerpo discursivo registrado en torno al proyecto de “educación socialista”. Hay que recordar que ese fue uno de los proyectos impulsados por el gobierno del General Lázaro Cárdenas del Río, presidente de la República entre 1934 y 1940.

En ese contexto de análisis socio histórico del ayer y el ahora, comparto algunos apuntes a partir del planteamiento de las siguientes problematizaciones:

¿Cuáles son las líneas discursivas más representativas del debate público sobre la “educación socialista”? ¿Cuáles son las líneas discursivas, representativas o no, que se reciclan entre el pasado y el presente en ese segmento de las políticas públicas educativas y de sus opositores?

Al anunciar las líneas generales de su programa político (“Plan Sexenal” que reivindicaba principalmente derechos laborales de obreros, campesinos y otras organizaciones populares), entre las que se encontraba el proyecto de educación socialista, el presidente Cárdenas fue criticado y descalificado por sectores conservadores, principalmente por políticos de derecha, así como por las élites económicas, intelectuales y del clero.

“Los detractores de Cárdenas lo acusaron de encabezar un gobierno dictatorial, vertical, paternalista y populista”, afirma Elvia Montes de Oca en La disputa por la educación socialista en México durante el gobierno cardenista, (Educere, 2008).

Sin caer en simplificaciones ni en afirmaciones descontextualizadas, encuentro algunas similitudes entre algunas líneas discursivas del presidente Cárdenas y del presidente López Obrador, en el sentido de que algunos segmentos de los contenidos de los libros de texto gratuitos para la educación primaria sostienen la idea de que el “grupo social” o la “comunidad” (y no el individuo) son referentes relevantes para llevar a cabo los procesos de planificación didáctica, que están orientados así mismo hacia la concreción formativa y el fortalecimiento de los aprendizajes escolares.

“Uno de los ejes centrales de la escuela socialista fue inculcar, tanto en la práctica como en la teoría, la subordinación que debía haber de los intereses individuales frente a los del grupo. El grupo, y no el individuo, debía dirigir los rumbos de la escuela socialista, del sindicato de obreros y trabajadores públicos como eran los maestros, del comisariado ejidal y demás organizaciones sociales.” (Montes de Oca, 2008).

La SEP (2022) entiende a: “La comunidad como el núcleo integrador de los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como (de) la relación de la escuela con la sociedad, tal cual lo establece el artículo 14 de la LGE, fracción I, que plantea llevar a cabo acciones para concebir a la escuela como un centro de aprendizaje comunitario en el que construyen y convergen saberes, se intercambian valores, normas y culturas y formas de convivencia en la comunidad y en la Nación.”

Por otra parte, resulta relevante registrar la ideología del conservadurismo que hoy recicla conceptos o nociones de ayer, puesto que retoma líneas discursivas propias de las oposiciones políticas del pasado. Veamos algunos ejemplos:

“El alto clero atacó duramente la reforma educativa (de Cárdenas), Pascual Díaz, arzobispo de México, el 30 de abril de 1934, en un diario católico amenazó con la excomunión a los padres de familia que enviaran a sus hijos a las futuras escuelas socialistas que se iban a implantar en México una vez que el asunto fuera discutido y aprobado en las Cámaras, así como a los maestros y maestras que trabajaran en ellas y apoyaran la reforma.”

Hoy, de manera semejante, algunas líneas discursivas de las oposiciones políticas y mediáticas descalifican o etiquetan a los libros de texto gratuitos sin llevar a cabo un estudio previo serio, profundo; libros que han sido diseñados por la SEP y equipos multidisciplinarios (2021-2022), son señalados por sus contenidos “idelogizantes”, por tratar de “adoctrinar” a las/los estudiantes de educación básica, o por “educar o reclutar militantes” para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Lo que prevalece son consignas doctrinarias, adjetivaciones y consignas de opositores al gobierno de López Obrador, porque se carece de análisis críticos fundamentados en la investigación educativa. Hay que reconocer, sin embargo, que sí existen estudios serios, pero son pocos.

Será interesante identificar y desarrollar los puntos de conexión o los vínculos entre estos conceptos o nociones, que constituyen una parte central o esencial de ambos cuerpos discursivos conservadores tanto del pasado como del presente.

Por último y debido al espacio, cito un fragmento del ensayo antes mencionado donde se sintetizan estas conexiones y tensiones discursivas entre el proyecto educativo oficial y las reacciones de las oposiciones entre 1934 y 1940:

“La escuela es así proclamada (durante el cardenismo) como una institución social fundamental para la enseñanza de la democracia, haciendo que los alumnos la practicaran como una forma de vida, no sólo la conocieran en teoría. Esto para muchos sonó contradictorio e imposible dentro de un régimen político calificado por sus opositores como demagógico, populista, corporativo, autoritario y dictatorial.” (Montes de Oca, 2018).

Estos apuntes sugieren la posibilidad de poner en marcha una o varias líneas de investigación socio históricas (de corte hermenéutico, genealógico, tipo Foucault), donde se profundicen estas tensiones, conexiones, vínculos, continuidades y discontinuidades discursivas.

Juan Carlos Miranda Arroyo en Twitter: @jcma23