El lobista es la persona que se dedica a presionar ante gobiernos —o ante organismos internacionales— para defender los intereses de una empresa que le ha contratado.

Según la Fundéu, de la Real Academia Española, es mejor utilizar la expresión lobista que “lobbysta, lobbista o el término inglés lobbyist”.

Supongo que Marcelo Ebrard, en sus ratos libres, trabaja como lobista —o cabildero— de la empresa CanSino Biologics, que cotiza desde 2019 en la Bolsa de Valores de Hong Kong y, según Wikipedia, fue “fundada en 2009 en Tianjin por Yu Xuefeng, Zhu Tao, Qiu Dongxu y Helen Mao Huihua”.

No creo que sea ilegal que combine sus actividades como canciller mexicano con las de lobista de una de las farmacéuticas más importantes de la República Popular China, cuyo sistema es un paradigma de capitalismo salvaje disfrazado de socialismo.

De otro modo no me explicaría que a Ebrard le haya puesto tan feliz que la OMS aprobara el uso de emergencia de la vacuna Cansino contra el covid.

No sé si tal autorización vaya a permitir a los vacunados con Cansino viajar a las naciones de Europa y a Estados Unidos y Canadá. Es algo que decidirán las autoridades de salud y de migración de tales países, que podrían no considerar suficiente la autorización para “uso de emergencia” de la mencionada —y muy cuestionada— vacuna.

Sí sé que, en cualquier caso, la autorización de la OMS llegó demasiado tarde porque, ni hablar, casi todas las personas que viajan con frecuencia y que se habían vacunado con Cansino —en México y en otras partes del mundo— para no entorpecer sus actividades desde hace meses se las arreglaron para vacunarse de nuevo con Pfizer, AstraZeneca o Moderna, que son las más aceptadas en Europa y EU y Canadá.

Espero que ello no afecte el trabajo de lobista de Marcelo Ebrard, a lo que se podrá dedicar de tiempo completo si no le toca ser presidente de México —si gana la presidencia, seguirá como hasta ahora: de cabildero de tiempo parcial; qué maravilla—.