pendenciero, ra
1. adj. Propenso a riñas o pendencias.
RAE
“Al mentiroso conviénele tener memoria.”
QUINTILIANO
“Si el mundo va mal era porque, quizá por distracción, nadie pretendió nunca que fuera bien.”
CHARLES DICKENS
En esta ocasión no hablo de AMLO —aunque bien que le sentarían los motes con los que titulo esta columna—, sino de su segundo a bordo en la administración cuatroteísta.
Dicen los que saben, que el presidente López Obrador no pudo negarle a su amigo la oportunidad de mostrarse merecedor del término corcholata. Que le dio unos meses para mejorar sus números, rumbo al 2024, en las encuestas internas que regularmente hace Palacio Nacional para tal efecto.
Lo demás es historia.
Vemos al secretario de Gobernación transformado en golpeador oficial; traicionando de todas todas a la federación, a sus instituciones, a los ciudadanos que la conformamos.
Pero resulta que, ‘para decir mentiras y comer pescado, hay que tener mucho cuidado’. Y aquel adagio ha sido puesto de lado por Adán Augusto López Hernández.
Calla de forma burda al mentir. Máxime cuando siempre hay grabaciones que constatan lo que ha dicho en público. Al menos podría disculparse con un “me equivoqué”, “no fue lo que quería decir”. Pero ya sabemos que los cuatroteros no saben pedir perdón y menos aceptar que se equivocaron.
Esta mentira fue la que terminó de descubrir su juego, uno que se basa en distraer de lo que en realidad es de trascendencia para el país (y de paso, el estar bajo sospecha por parte de la Sedena por supuestas ligas con el crimen organizado).
Con la nueva verdad de Ayotzinapa (que, ya sabemos, es una verdad mentirosa) y el hackeo a los militares por parte de Guacamaya Leaks, lo mejor que decidió Adán Augusto fue lanzarse a una gira tipo campaña para cerciorarse de que los congresos locales aprobaran lo ya aprobado por el Congreso federal: que los militares se mantengan en las calles hasta el 2028. Para lograrlo, no apeló a la unidad del país, tampoco a que se trataba de una buena propuesta; sembró, en cambio, al encono y a la división.
Así, en el norte, dijo que los inteligentes del país son los del sur (los tabasqueños); después, sostuvo que es una buena idea que un militar se lance como candidato a la presidencia de la República.
Ahora ya anunció que hará una segunda gira para agradecerles a los congresos de las entidades la aprobación de la mencionada reforma; luego, una tercera gira, para promover la iniciativa político-electoral del mandatario López Obrador.
Entrados en escándalos —todo con objeto de llamar la atención, ya dije— se aventó a plantear que México debería copiar el modelo de Hugo Chávez de las orquestas infantiles y otros programas de corte cultural. Además de causar polémica con su propuesta, mostró ignorancia: el modelo venezolano es anterior a Chávez y su república bolivariana. Por si fuera poco, las orquestas infantiles en México funcionaban también cuando las coordinaba Fundación Azteca.
El clímax de sus distractores ha sido su fanfarronada al decir que Felipe Calderón estaba bajo una investigación internacional (en un acto reflejo las investigaciones que penden sobre de él, quiso endilgárselas al expresidente de México). Por supuesto, en menos de 24 horas Adán mintió nuevamente y dijo que él nunca había dicho eso…
Mejor haría en poner en orden con respecto a sus nexos con el huachicoleo, el crimen organizado y los contratos millonarios de empresas fantasmas de sus allegados con la Sedena. Sería también un buen distractor de lo que sucede en México, pero por lo menos nos acercaría a la verdad de quien es en verdad el secretario de Gobernación y cómo no cumple con el 90% de honestidad solicitado por López Obrador.
Adán Augusto pasó de ser un “respetado” titular de la cartera del interior a ser un distractor bastante maleta. Peor que el payaso de las cachetadas, pues tiene que ir subiéndole de tono e intensidad a sus fanfarronadas porque las anteriores ya no distraen.
Cierro este texto haciéndoles notar un elemento adicional: por si todo lo anterior no fuese suficiente, Adán Augusto, ese pendenciero, sería quien —en caso de que el presidente López Obrador faltase; fuera operado del corazón, por mencionar un ejemplo del que se comenta en redes sociales— se quedaría al frente de esta nación. Eso mientras el Congreso llega a un acuerdo para proceder a nombrar a un gobernante interino y convocar a elecciones federales.
Adán pudo ser un buen secretario, tal vez hasta un candidato respetable, pero prefirió ser el gran distractor; insultar al pueblo y dividir al país.