A estas alturas, aún no veo una salida medianamente exitosa al dilema de Marcelo Ebrard y su futuro en la política.

En medio de acusaciones y dimes y diretes  contra el proceso de Morena, mismas que solo fueron retomadas de forma tibia por otra de las corcholatas, Ebrard avanza con su proyecto -válido- de buscar una eventual asociación política para su proyecto.

Las cifras, frías, ahí están: Aproximadamente un 25% de las preferencias en las encuestas de Morena y entre un 6 y un 8% si Ebrard contendiera en las elecciones presidenciales bajo el signo de Movimiento Ciudadano.

A Marcelo y al “marcelismo” no le dan los números. No veo una salida para su sentencia de que “estará” en la boleta el próximo año, en las elecciones presidenciales.

Así como dejó pasar la oportunidad de hacer dos meses y medio de recorridos con las bases de Morena, Marcelo también dejó pasar la oportunidad de ir por la vía independiente.

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¿Cuál es el juego final de Ebrard? Sin duda acarrearía algunos votos e incluso podría ayudar a MC a conseguir algunos diputados y senadores. No pondría en jaque la candidatura de Sheinbaum, pero sí, eventualmente, echar para abajo el “Plan C” del presidente Andrés Manuel López Obrador y conducir a un escenario de parálisis legislativa total los tres primeros años de un eventual gobierno de Claudia.

¿Será ese el plan?