Hace algunos años, por ahí del 2013, leí el libro de Bill Sharpe, “Three Horizons: The Patterning of Hope”. Es un marco simple e intuitivo para pensar en el futuro. Explica cómo las personas a menudo no logran armonizar sus visiones del futuro y la manera como podrían hacerlas realidad. Sharpe ofrece entonces una forma práctica de iniciar conversaciones constructivas sobre el futuro en el hogar, en las organizaciones y en la sociedad.

Los “tres horizontes” son mucho más útiles que simplemente ampliar nuestro pensamiento para imaginar escenarios en el corto, mediano y largo plazos. En suma, ofrecen una forma coordinada de gestionar la innovación, una manera de crear un cambio transformador que tenga posibilidades de éxito, una posibilidad de lidiar con la incertidumbre y una estrategia para ver el futuro desde el presente.

Releyéndolo ahora, este libro es útil como un indicador para desarrollar una “conciencia futura”, una conciencia rica y multifacética del potencial futuro del momento presente. Explora cómo poner esa conciencia a trabajar para crear el futuro que aspiramos.

Creo que hoy, más que nunca, es útil pensar sistémicamente. Debemos poner atención a los patrones sistémicos y no sólo a los eventos individuales o tendencias globales. Estos patrones son el resultado de la actividad y el comportamiento de quienes los mantienen o crean en el presente. Nosotros mismos estamos ahí. Somos actores y podemos elegir qué patrones queremos mantener y cuáles queremos cambiar.

Hay un patrón de actividad de las personas que viven sus valores, que hacen lo que creen. Podemos defender y encarnar un nuevo patrón en el presente y alinearnos con los patrones que surgen a nuestro alrededor. Será entonces cuando nos demos cuenta de que otro México no sólo es posible, sino que ya está en camino. Podremos sentir su aliento.

Podríamos convocar al futuro escuchando las “voces” de los tres horizontes de Sharpe en tres figuras del mundo de las empresas. La voz del “horizonte uno” es la voz del gerente. Habla de mantener el sistema actual y suele expresar preocupación. La voz del “horizonte dos” es la voz del emprendedor. Habla de probar algo diferente y, a menudo, expresa una combinación de urgencia y frustración. La voz del “horizonte tres” es la voz del visionario. Habla de sueños y aspiraciones profundas y suele ser humilde e inspirador. “Convocar el futuro” significa efectivamente tomar conciencia de todas estas perspectivas y trabajar con ellas para cambiar la conversación nacional en una dirección que genere beneficios para todos los mexicanos.

La campaña presidencial del 2024 ya empezó. Tendremos que tomar una decisión monumental. ¿Qué persona y qué políticas públicas son las que México necesita? ¿Cómo eslabonaremos nuestra cadena de pensamientos para llegar a la decisión final?

Todo tipo de información estará a nuestra disposición. Habrá mucho ruido. Ganará quien articule un mensaje que resuene en nuestro interior. Para eso se requiere que ese político sea un excelente narrador, un extraordinario contador de historias.

¿Quién puede reducir las complejidades de México a una historia simple y amigable? ¿Quién tendrá la habilidad de resumir la narrativa en una frase atractiva? ¿Quién invocará acertadamente a los héroes y villanos, al miedo y a la esperanza?

El mensaje político debe organizarse en torno a argumentos con una lógica fluida que sea lo suficientemente convincente como para llevar a los ciudadanos a una conclusión. Desde ahora deberemos entender el poder de las historias para inspirar y persuadir. La narración es la base de las campañas modernas exitosas. Ganará el candidato que domine el arte de contar historias y el poder de la narración.

Los votantes se sienten atraídos por los candidatos que cuentan una historia. Los perdedores comunican intensamente flujos inconexos de información e ideas. Los ganadores comunican una narrativa que articula todo el mensaje y lo hace significativo y coherente.

Según el consultor Mark McKinnon, para contar una buena historia se requiere:

  • Identificar una amenaza y/o una oportunidad.
  • Establecer víctimas de la amenaza o oportunidad negada.
  • Sugerir villanos que imponen la amenaza o niegan la oportunidad.
  • Proponer soluciones.
  • Revelar al héroe.

Eso es lo que hizo Trump. La estrella de reality shows entendió el poder de la narrativa. Identificó una amenaza: fuerzas externas que intentan cambiar la forma en que vivimos. Y una oportunidad: hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande. Estableció víctimas: trabajadores de cuello azul que han perdido sus trabajos o experimentado un declive en el nivel de vida. Sugirió villanos: inmigrantes mexicanos, China, élites establecidas. Propuso soluciones: construir un muro, romper acuerdos comerciales injustos. Y se reveló el héroe, Donald Trump.

La oposición en México ha fallado por su incapacidad de articular narrativas competitivas. La tarea clave ahora es contar una nueva historia de lo que deben ser México y las familias mexicanas en el siglo XXI.

¿Son realmente las historias lo suficientemente poderosas como para ganar elecciones? Según el estratega político Mark McKinnon, sí. La oposición deberá desarrollar una “arquitectura narrativa” para crear historias ganadoras de campaña. Como dice McKinnon, “los votantes piensan de manera muy simple, quieren que las cosas se comuniquen de manera organizada, convincente, pero simple”.

Los votantes están empezando a expresar una fuerte preferencia por algo diferente. A pesar de la tormenta de encuestas e investigaciones que ponen a Morena a la cabeza, la experiencia nos lleva a creer que tal vez algo más estará sucediendo en 2024. Puede haber un camino para que un candidato de la oposición gane. Los resultados de la consulta del 10 de abril demostraron que Morena es derrotable.

A medida que avancen los meses, y que el presidente siga en campaña, las investigaciones de opinión pondrán a Morena al frente. La oposición estará en una espiral de silencio. No confía en el gobierno de la 4T ni en el ambiente político que controla. Pero la oposición tendrá que construir una nueva mística. Tendrá que hacer que la gente se entusiasme, se emocione, se apasione, se dedique en cuerpo y alma a ganar el 2024. Los seguidores de los partidos de oposición tendrán a su candidato y no se irán a otro lado. No importa lo que escuchen del megáfono mañanero ni de los medios repetidores, se quedarán con su candidato. Los ataques los endurecerán y fortalecerán su resolución.

La autenticidad no se mide con precisión en las encuestas. Pero eso es lo que los ciudadanos anhelan y recompensarán cuando lo obtengan. La publicidad, como antes, ya no es funcional. Los ciudadanos quieren a un candidato auténtico, franco, sin guión, sin adornos.

La oposición necesita alguien que articule bien una razón clara para su candidatura: que sea simple, tranquilo, conmovedor, real, humano, auténtico, cálido, cariñoso, simpático y con un gran sentido del humor. Que sepa convocar a los ciudadanos tanto en poesía como en prosa. Que sepa hacer campaña y que sepa gobernar. Que sepa contar una historia. Los votantes se sienten atraídos por los candidatos que cuentan una historia, que crean una arquitectura narrativa que une todo en algo significativo y coherente.

El gobierno de la 4T y Morena han recurrido a la simplificación excesiva y han plantado la negatividad y la polarización en el corazón de las campañas modernas. Eso ha creado un ambiente político tóxico.

Por eso, quien sea el candidato que enfrente a Morena en 2024 deberá ser un joven, no tradicional, que tome la ruta más difícil. Aprenderá. Será atractivo. Nunca se limitará a tomar el camino fácil. Crecerá porque se esforzará. Ganará porque dominará el arte de contar historias y el poder de la narración.