Somos esclavos de nuestra irresponsabilidad y víctimas de nuestra responsabilidad.”

Jorge González Moore

Jefa de gobierno:

Le escribo no para cuestionarla, sino para invitarla a que aproveche la oportunidad que le está ofreciendo la autora del artículo “Claudia se estrena en el lenguaje doble”. Vaya columna de Sabina Berman en El Universal. Vista superficialmente es una dura crítica a usted, pero analizada en forma correcta se trata de una llamada de atención realizada muy a tiempo y, me parece, de buena fe.

Espero, Claudia, que además de haberla leído —seguramente ya lo hizo—, reflexione con toda seriedad acerca de su contenido. Es muy importante lo haga.

Usted, como jefa de gobierno, enfrenta todas los deberes éticos de los políticos varones con responsabilidades mayores y que, por eso mismo, aspiran a llegar a la presidencia de México. Pero, como mujer, tiene obligaciones morales extraordinarias adicionales que nadie exige cumplan sus colegas hombres: especialmente la de demostrar, a cada instante, que es diferente en las formas, en las costumbres y en la lealtad absoluta a los principios por los que tantas hemos luchado desde hace años y seguiremos luchando todo lo que nos quede de vida.

¿A qué se refiere Sabina con el lenguaje doble que usted, doctora, ha estrenado?

Simple y sencillamente a que nos ha acostumbrado, Claudia, a actuar como mujer, es decir, a no engañar, a llamar al pan, pan, y al vino, vino. Un estilo tan diferente al de los hombres que avanzan en la política; ellos, cuando algo está ocurriendo a la vista de todo el mundo, con cinismo dicen lo contrario —la escritora Berman recordó, para ejemplificar la falsedad del discurso (del varón) político mexicano, al clásico que prometió defender el peso como un perro cuando la moneda estaba totalmente devaluada—. Podemos estar o no de acuerdo con su trabajo en la jefatura de gobierno capitalina, doctora, pero usted no ha jugado con las palabras, bien hecho: ha sido, en ese sentido, una mujer correcta que sabe decir las cosas como son, independientemente de la interpretación ideológica que dé a sus dichos.

De pronto, dice Sabina, su expresión cambió, Claudia. La escritora tuvo “un deja vu, al leer un tuit con más de 9 mil reproducciones de la jefa de gobierno de la CdMx”:

Asistí a la toma de protesta de @EvelynSalgadoP primera gobernadora de Guerrero. Por cierto, no hay nada más machista que referirse a una mujer como la hija de, la esposa de, etc; como si las mujeres fuéramos pertenencia de alguien. Felicidades a Evelyn por su triunfo y capacidad.

Usted sabe, Claudia, que la única mujer que no merece esa defensa es la hija —sí, la hija, perdón por la insistencia— de Félix Salgado Macedonio. La columnista de El Universal da algunas razones de ello, y son contundentes:

  • “Se trata de la misma Evelyn que apareció en las boletas de la consulta interna de Morena así: ‘Evelyn Salgado (la hija de Félix Salgado)’. Un guiño al votante para que al tachar su nombre supiera que votaba por su padre”.
  • “La misma Evelyn a la que su padre, apodado El Toro, bautizó como La Torita. Nótese el diminutivo”.
  • “La misma Evelyn sin ningún liderazgo previo, de la que nadie duda que no gobernará Guerrero, porque gobernará su padre”.

Yo añadiría, doctora Sheinbaum:

  • La misma Evelyn que compitió por la candidatura sustituta de Morena después de que a mujeres guerrerenses —mujeres, lo subrayo— con más militancia en la izquierda se les negó la oportunidad de competir porque podían superar a La Torita en la encuesta.
  • La misma Evelyn que está donde está —al frente del gobierno de Guerrero— gracias a un viejo pacto político entre dos hombres maestros en el arte del lenguaje doble, como todos los de su género en ese oficio, sean de derecha o de izquierda, a saber: el presidente AMLO y El Toro sin Cerca, sí, el papá de La Torita, Félix Salgado Macedonio.

Había mejores maneras para que usted, Claudia, defendiera a Evelyn por así convenir al proyecto político en el que participa. Por ejemplo —inclusive omitiendo el pecado original de la gobernadora de Guerrero—, pidiendo, lo que hace sentido y es de justicia, que se le dé a la gobernadora la oportunidad de demostrar lo que vale, algo que, por cierto, solo ocurrirá si ella abiertamente margina a su señor padre.

Para Sabina Berman su tuit, Claudia, ha sido “desolador”, es decir, le ha producido a la escritora una “aflicción extrema” —cito a la RAE—, una sensación de naufragio causada por el dolor de ver que usted cayó, ojalá solo por esta vez, en lo que ninguna mujer debe caer: la simulación de los políticos.

Se entiende que no pueda usted llevarle la contra al presidente AMLO: no es una suicida, políticamente hablando. Con toda seguridad, Claudia, estuvo en Guerrero porque fue el presidente quien sugirió a la plana mayor de Morena y de la 4T acudir a Chilpancingo a arropar a la nueva gobernadora, quien sin duda necesita de todo el apoyo posible dadas su innegables inexperiencia y falta de preparación.

Comprendo que haya usted tenido que saludar a Ricardo Monreal con El Toro sin Cerca al lado —siempre he confiado en que la mujer en la política puede cruzar ese pantano sin manchar su plumaje—.

Como bien dice Sabina, es lógico que usted, doctora Sheinbaum, en su posición no pueda “declarativamente” contradecir al presidente López Obrador, ni siquiera en el tema que más ha enfrentado al presidente con las mujeres: la forma en que AMLO “terca e innecesariamente se confronta ante el feminismo”.

Lo que no es aceptable, no en usted, doctora, es defender a una mujer con palabras que no se sostienen en los hechos. Claudia, todas lo sabemos, la única razón por la que Evelyn gobierna es el delito electoral que cometió su papá al no declarar sus gastos de campaña; castigaron al El Toro y llegó La Torita como sustituta. Así ocurrió y para hacerlo posible los hombres en Morena marginaron a mujeres con más méritos políticos y con más experiencia que la hija de Félix Salgado.

Ojalá, doctora Sheinbaum, por el bien de todas, no caiga más en el doble lenguaje: no lo necesita, usted tiene cultura y un léxico que le alcanza y le sobra para decir las cosas sin tales excesos de los políticos (varones) mexicanos. Conste, de ninguna manera sugiero que usted choque con AMLO, su amigo y líder, el compañero de causa política e ideológica a quien usted necesita para consolidar su futuro en la administración pública, aunque quizá menos de lo que el presidente López Obrador la necesita a usted: sí, Andrés Manuel logrará un hecho histórico —tanto que él lo ha buscado y se le ha negado— si después de su presidencia llega a Palacio Nacional una mujer.

Ese sí sería un cambio. Pero, entiéndase, no cualquier mujer, sino una con biografía que justifique ser la heredera de un proyecto de izquierda, con militancia probada en el partido y en el movimiento de Regeneración Nacional y, por supuesto, en la administración gubernamental. Esa es usted en la izquierda, doctora, no veo otra en Morena, partido con el que, quisiera aclararlo, de ninguna manera simpatizo.

Tatiana es encantadora, pero no es de izquierda. Nahle no tiene popularidad, le ha faltado trabajo adecuado para construirla. Olga no está en edad y, así me lo parece, decepcionó en Gobernación. Así que, Claudia, la responsabilidad es suya.