Algunos comentaristas y líderes de opinión se han dado a la tarea, a lo largo de los últimos días, de definir al personaje del año en México; aquel hombre o mujer cuyo trabajo ha sido reconocido y que ha ganado una aceptación generalizada dentro de la población. Desde mi perspectiva, el personaje del año es Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

Luego de su incontestable triunfo en 2018, Sheinbaum ha sido capaz de ganar un buen número de simpatías entre sus gobernados, y aún más, cierto reconocimiento a nivel nacional. Su labor al frente del gobierno de la capital del país ha sido ampliamente reconocido –merecida o inmerecidamente- por los capitalinos. En este tenor, los habitantes de la Ciudad de México le han distinguido la organización, en coordinación con las alcaldías de la capital, de las campañas de vacunación. En el transcurso de 2021 se ha inyectado a una gran parte de la población de la ciudad, incluidos los adultos mayores con la dosis de refuerzo.

Sin embargo, el mayor éxito personal de Sheinbaum reside en su posicionamiento como la potencial sucesora de AMLO en la Presidencia de la República. Su aparición en la portada de la revista El País Semanal, bajo el titular de “Claudia Sheinbaum y el futuro de México” recoge el reconocimiento concedido a la funcionaria y refleja acertadamente los resultados arrojados por las encuestas en torno a los favoritos para suceder al presidente.

A muchos mexicanos partidarios del fortalecimiento de la democracia liberal les entusiasma el mero hecho de que una mujer se convierta eventualmente en jefa del Estado mexicano. Sin duda, su ascenso a la máxima investidura pública en nuestro país representaría un éxito destacable en materia de la lucha en favor de la equidad de genero. Ello nos motiva y trasluce atisbos de optimismo.

Sin embargo, no todo serán luces. No obstante sus éxitos públicos, una presidencia de Sheinbaum encerraría dudas y levantaría cuestionamientos en torno a su fidelidad al presidente AMLO. Ciertamente, no quisiéramos un nuevo Maximato (aquel periodo del siglo XX cuando el ex presidente Elías Calles conservó las riendas del poder bajo el gobierno de sus tres sucesores). Por el contrario, los mexicanos esperaríamos a una presidenta independiente que tuviese la voluntad política para desechar las políticas erradas de AMLO y su autoproclamada 4T, y que a la vez, abrazase ideas que respondan a las verdaderas necesidades del país.

De igual manera, desearíamos ver a una presidenta que echase a un lado la política profundamente doctrinaria e ideológica abanderada por AMLO, que detuviese el ataque contra la prensa libre y periodistas, que no se lanzara más contra los organismos autónomos y que optase por verdaderas medidas de Estado que conduzcan a México hacia un mejor destino.

En adición a ello, esperaríamos ver a Sheinbaum comprometida con la evidencia empírica, que ponga un alto al discurso de polarización y que ofrezca un ejemplo auténtico de reconciliación nacional. Al tiempo.

Habiendo echando a un lado el ejercicio especulativo, y a reserva de atestiguar los acontecimientos de los próximos tres años, Claudia Sheinbaum es, a mi juicio, la figura del 2021. Su nombre es reconocido y se ha consolidado, al día de hoy, como el personaje político más destacado del partido oficial.

José Miguel Calderón en Twitter: @JosMiguelCalde4