En 2018, Oaxaca dio a Andrés Manuel López Obrador un millón 67 mil 384 votos, una cantidad significativa que se sumó prácticamente a su triunfo en las urnas. Es el único político mexicano que ha recorrido los 570 municipios de un estado tan complejo. Tiene una memoria fotográfica, recuerda los nombres de las localidades y a sus liderazgos. El pueblo lo quiere, y eso es innegable. Se refleja en cada encuesta de aprobación a su mandato que nerviosamente durante todo el sexenio, la derecha elabora con la esperanza de que esto cambie. Sabemos que no pasará.

Nos encontramos a pocos minutos de la selección del o la candidata presidencial de Morena y por primera vez en la historia de México, una mujer tiene posibilidades reales de gobernar al país y como sociedad llena de un machismo rancio, se le cuestiona, se le minimiza, se le compara, se le riduliza, aun cuando Claudia Sheinbaum ha demostrado tener carácter y firmeza cuando gobierna. De hecho, mientras escribo, reflexiono sobre la columna de Viri Ríos en la que hace un repaso por las posturas que ha asumido la jefa de gobierno, contrarias a lo dictado desde palacio nacional. Su texto no tiene desperdicio.

Pero regresando a la tierra de las tlayudas y el mezcal, ayer la candidata puntera (no lo digo yo, sino las encuestas serias y no manipuladas por algunos dueños de medios molestos por no ser beneficiarios del régimen) estuvo de gira en la entidad. Hay una fotografía que me pareció maravillosa portando un huipil de la Cuenca del Papaloapan con el bastón de mando mientras pronuncia un discurso. Es maravillosa porque me recuerda al deseo profundo que he tenido desde mis primeros años de instrucción escolar, de ver que una mujer logre ser presidenta.

Subí mi respectivo comentario a redes sociales y no faltó quien me respondió que “una mujer sí, pero ella no”, “ella no representa a las mujeres”, “es patriarcal” y un sin fin de comentarios más, muchos emanados de mujeres a las que aprecio y otras más de quienes me han acompañado en la lucha que hoy llevamos a cabo, para sancionar a deudores alimentarios. Una me llegó a decir que Sheibaum me está usando y le contesté que no es así, no me debe nada ni tampoco yo. Es el tiempo de las mujeres y nos toca empujar para que Claudia llegue. Es congruencia y es ahora.

He de decir también, que no coincidido con políticas públicas en perjuicio de las mujeres que se han implementado este sexenio, como la cancelación de estancias infantiles, un duro golpe a las maternidades autónomas; pero la única vez que he tenido un encuentro con la jefa de gobierno, abordé este y otros temas, me pude percatar que tiene un radar distinto de hacer gobierno. Acaba de ser abuela y la percibo sensible a las causas de las mujeres. Entiendo que no es fácil nadar entre tiburones, machitos ni aliadas oportunistas del patriarcado que desde su elitismo, sienten que solo ellos pueden gobernar.

Oaxaca ha dado dos presidentes al país: Porfirio Díaz y Benito Juárez. Es un estado difícil en torno a mantener la estabilidad social debido a tantos ex gobernadores saqueadores cuyas huestes siguen incrustadas, pero a su vez, con gente tan generosa y valiente. Me siento orgullosa de haber nacido ahí porque me permite entender en grados ínfimos, la dinámica de gobierno, de la comunalidad y de la toma de decisiones. Al equipo de la doctora, se incorporó recientemente José Antonio Rueda, operador político que seguramente le aportará mucho de su experiencia.

De Ebrard en el estado, podemos mencionar su desatino al nombrar a Alberto Esteva como su coordinador. Está confrontado con todos y carece de humildad. El ex encargado de despacho de la alcaldía Alvaro Obregón, tiene bloqueados en redes sociales a todo aquél que lo critique. Así es de intolerante. El gobernador actual nunca apoyará a quien le representa un peligro. Es Claudia y tiene el apoyo de millones de mujeres. Lo va a lograr.