El Diccionario de la lengua española define impudicia de la siguiente manera: “Falta de recato y pudor”.
En un sitio chileno de etimologías se dice lo siguiente acerca del origen de tal palabra: “Impudicia viene por haplología o simplificación silábica del latín impudicitia, lo contrario de pudicitia (honra, vergüenza, honor, decencia), vocablo atestiguado desde Plauto (s. III a.C.) con el significado de indecencia, desvergüenza o costumbres infames”.
La Real Academia Española informa que por haplología hay que entender la “eliminación de una sílaba semejante a otra contigua de la misma palabra; p. ej., cejunto por cejijunto, impudicia por impudicicia”. He hecho esta aclaración porque yo no tenía la menor idea acerca de la existencia de la haplología; ni hablar, soy más bien lego en asuntos relacionados con el lenguaje.
El hecho es que Ciro Gómez Leyva, en Radio Fórmula, lleva años denunciando la impudicia o la impudicicia del diario Reforma. Los editores del periódico propiedad de la familia Junco tienen la infame costumbre de tomar las entrevistas que hace Ciro en la radio para publicarlas como propias. Ni como excepción citan la fuente. A lo más que llegan es a decir “en una entrevista” fulano de tal dijo X o Y cosa.
Ciro no se ha callado ante los plagios de Reforma, así que los ha exhibido innumerables veces en público y en privado.
¿Eso hace al señor Gómez Leyva enemigo del Reforma? Desde luego que no. Dar a conocer lo que a su juicio es una sinvergüenzada no equivale a atacar deslealmente a nadie.
Andrés Manuel López Obrador en muchas ocasiones ha denunciado otra clase de impudicia de Reforma, la que le lleva al amarillismo y aun a mentir respecto de la 4T. ¿Ataca AMLO al diario encabezado por Alejandro Junco cuando señala las que a juicio del presidente son mentiras? Por supuesto no. Andrés Manuel solo ejerce su derecho de réplica y no se le puede prohibir que lo haga.
Como la comentocracia se lanzó a responsabilizar a Andrés Manuel del atentado sufrido por Gómez Leyva, el presidente en vez de echarse para atrás en sus críticas a los y las columnistas, insistió en subrayar sus diferencias con el propio Ciro y con Denise Maerker, Joaquín López Dóriga, Jorge Ramos y Carlos Loret de Mola, a quienes llamó “voceros del conservadurismo” y acusó de haber apoyado con notas y artículos el fraude electoral de 2006. Desde luego, estoy de acuerdo con AMLO en lo relacionado con el fraude que llevó a Calderón al poder.
Por cierto, antes de dar a conocer su opinión, AMLO volvió a expresar solidaridad con Ciro Gómez Leyva quien sufrió un cobarde ataque que, por desgracia, los medios están politizando para ver si, ahora sí, cae la aprobación presidencial.
Reforma, con impudicia, dijo sobre lo anterior: “Arremete AMLO contra periodistas”. El pasado sábado ese diario decidió que Andrés Manuel, por no estar de acuerdo con dos intelectuales, “atacaba a la prensa, aún después del atentado”.
El presidente López Obrador no ha atacado a la prensa, tampoco ha arremetido contra periodistas. Solo expresa sus diferencias con gente relevante de los medios de comunicación. ¿No se vale pensar distinto?
En fin, celebro que haya al menos una coincidencia entre Ciro y Andrés Manuel: la de exhibir, cada quien en su espacio, la impudicia del diario Reforma, que a veces hace muy buen periodismo, pero en ocasiones actúa con deshonestidad intelectual y siempre se pone al servicio de los grupos de poder que han perdido privilegios en la 4T.
En el caso del atentado que sufrió Gómez Leyva, como le dije a Sergio Sarmiento esta mañana en su noticiero de El Heraldo Radio, si queremos ayudar, y no estorbar, lo mejor que podemos hacer todos y todas es dejar que las autoridades capitalinas investiguen y encuentran a los sicarios que quisieron matar al periodista.
Por su capacidad de trabajo y su honestidad creo que pronto entregarán resultados —a los que ser posible llegar— la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum; la fiscal de la CDMX, Ernestina Godoy, y el secretario de Seguridad local, Omar García Harfuch. La eficacia de lo que hagan dependerá en gran medida de que no presionemos más con politiquerías tan absurdas como impúdicas. En efecto, como las de Reforma y columnistas que invariablemente van detrás del medio al que consideran su guía moral, a saber: Riva Palacio, Hiriart, Camarena, Fernández Menéndez, etcétera.