Es un hecho, el tema del aeropuerto de Santa Lucía es tema un día sí y otro también, ya sea porque sus detractores se la pasan diciendo que será un gran fracaso, o por los que ven en él un gran proyecto, digno del primer mundo.

Dejando detrás el debate, me gustaría hablar sobre lo que debería hacer el gobierno de la 4T en materia aeronáutica. Los vientos invernales me invitan a soñar y me gustaría compartirles lo que bajo mi óptica debería de hacer la actual administración.

Desde su nacimiento en el país, la historia de la aviación comercial ha sido una constante montaña rusa, donde aerolíneas nacen y mueren, para llegar otras; se privatizan, años después por decreto presidencial se volvieron públicas, dejamos pasar unos cuantos años más para regresar a privatizarlas y así hasta nuestros días.

Aunque el país carece de una aerolínea bandera real, no de membrete, el gobierno actual busca apoyar a la industria con la construcción de dos nuevos aeropuertos. Pero siendo sinceros, las críticas ya sean buenas o malas, sólo se centran en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) olvidándose por completo de la nueva terminal aérea en Tulum, que ya será tema de otra columna.

Se requiere recuperar nuestra soberanía área; nuestro mercado aeronáutico ha sido invadido por aerolíneas extranjeras, principalmente estadounidenses pero también europeas y unas cuantas asiáticas.

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Y aquí en este punto es cuando el fantasma de CINTRA -Concesiones de Infraestructuras de Transporte, S.A.- aparece y ronda por mi mente. Pero ¿qué era CINTRA? Después de la quiebra de Aeronaves de México en 1988, el gobierno pensó que la privatización de las empresas sería el camino correcto, en épocas del auge del neoliberalismo y de la mano de Carlos Salinas de Gortari, se privatizan tanto Aeroméxico (ya como una empresa nueva) y Mexicana de Aviación.

Como muchos, vivimos el fatídico “error de diciembre” en aquel año de 1994, que trajo consigo el casi quedarnos sin aviación en el país; ambas empresas estaban al borde de la quiebra, pues se realizaron desfalcos y malos manejos, corriendo el riesgo de perder la soberanía aérea en la aviación comercial. Razón por la cual la Secretaría de Comunicaciones y Transportes propuso crear una “controladora” gubernamental que manejase a las dos empresas aeronáuticas más importantes del país.

El 23 de mayo de 1995 se constituyó la empresa CINTRA, S.A. de C.V. cuyas operaciones iniciaron formalmente el 28 de junio de 1996. Aeroméxico y Mexicana de Aviación, junto con las aerolíneas regionales Aerolitoral, Aerocozumel y Aerocaribe, así como las empresas Aeromexpress de fletamiento; Alas de América de adiestramiento; Sabre, Seat de servicio terrestre, y Turborreactores, fabricante de equipo y servicios de mantenimiento.

Inició operaciones bajo el mando de Ernesto Martens, para posteriormente dejar en la presidencia de la controladora al actual director general de Aeroméxico, Andrés Conesa Labastida. Las cabezas del nuevo proyecto fueron el gobierno (55 por ciento de las acciones en Cintra) y los bancos (35 por ciento). El restante 10 por ciento quedó en la Bolsa Mexicana de Valores.

Años después, con la llegada de Fox y los panistas al poder, la urgencia por desaparecer CINTRA fue tal que se empezó a trabajar en la venta de ambas aerolíneas y terminar de una vez por todas con la controladora, que a ojos de ese gobierno era una competencia desleal. Y como dato anecdótico, ¿cómo no lo iba a ser?, si los hijos de Martha Sahagún, esposa de Vicente Fox, le estorbaban en el camino como nuevos empresarios de una aerolínea “Avolar”, que nació en 2005… y cerró en 2008.

Por eso apuraron la venta en 2005 de Mexicana a Gastón Azcárraga y en 2007 de Aeroméxico a Roberto Hernández de Banamex, quien estaba impedido para comprarla por estar dentro del IPAB. Pero eso no fue ningún problema para el gobierno de Felipe Calderón, quien ese momento sufrió un espasmo de “ceguera” y no vio nada.

Ahora, en el presente, el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tiene ante sus ojos la oportunidad poner orden al tema aeronáutico, el control de las concesiones de las aerolíneas, de las rutas y los slots. ¿Sencillo? Por supuesto que no, pero no se debe enredar más lo que ya hoy es un caos. El panorama actual nos hace pensar que en lugar de una cooperativa híbrida, con trabajadores que están en edad de jubilarse o en vías de hacerlo, sería mejor el fortalecer la aviación comercial teniendo una verdadera línea bandera, con capital mixto, es decir, no tendría por qué poner todo el dinero el gobierno.

No sólo tenemos “abierta” la problemática de Mexicana, a esta se suman los trabajadores de Interjet, muchos pasando por una doble pérdida, pues laboraban en Mexicana y encontraron en Interjet una segunda oportunidad que se ha visto truncada, otra vez por causas ajenas a los trabajadores.

Por ese motivo es mi propuesta, hay muchos ejemplos de aerolíneas banderas sólidas en el mundo, un caso reciente Grupo Lufthansa pagó todos los fondos de estabilización que recibió por parte del gobierno federal de Alemania para apoyar su recuperación durante la parte más crítica de la crisis del Covid-19. Otro ejemplo de una aerolínea estatal es Singapore, que además es muy exitosa y de las mejores rankeadas en el mundo.

Dejo la propuesta en la mesa, para ser analizada y debatida. Ojalá el gobierno de la 4T vea la oportunidad que tiene en las manos; un refrán que manifiesta que las oportunidades se deben de aprovechar cuando se presenta dice “estas oportunidades se pintan calvas”. No está de más pensar en una CINTRA reloaded.