Descubrí hace unos años el día internacional del retrete y cuando lo hice, pensé que ya no se les ocurría otra cosa para conmemorar. No me imaginaba que la lucha por tener retrete en casa y baños propios para niñas y mujeres era una lucha viva que se mantiene en lugares como Nepal, India, Siria, Irán.

Sin ir tan lejos, en México, el 56% de las escuelas públicas comunitarias y las indígenas multigrado no tienen sanitarios exclusivos para las niñas y los niños. La mayoría de esas escuelas ni siquiera cumplen con la cantidad de retretes sugerida para la relación de alumnos que reciben. Los baños que hay igual se usan por niñas, niños, maestros y personal.

Cuando personal de Cinemex les pidió a mujeres trans abandonar el baño de mujeres llamándolas “caballeros”, pusieron en la mesa ese gran elefante blanco del que nadie quiere hablar en la habitación. El de la necesidad de que todas podamos sentirnos seguras en uno de los espacios más vulnerables para las mujeres. La mitad de la población mundial carece de servicios de baños seguros según la campaña del Día Internacional del Retrete 2021 y no es casualidad que un acto discriminatorio llegara hasta el punto de hacernos hablar: ¿Qué hacer con los baños y las trans?

Creo fundamental destruir mitos como un punto de partida. Una persona no por ser persona necesariamente será acosadora o violadora. Estadísticamente, los agresores sexuales son en su mayoría hombres heterosexuales. Es discurso de odio sugerir que una mujer trans, tan solo por su identidad de género, pueda ser agresora sexual en un baño público. También es discurso de odio que una mujer trans pueda ser, por su simple imagen o existencia, algo que debe ocultarse a las niñas y niños alegando un “ambiente familiar”, como si las mujeres trans no vinieran de familias y no pudieran formar las suyas.

El segundo mito que es necesario destruir es que las trans, solo por ser trans, serán “exhibicionistas”. Ese mito que sostiene que buscan desesperadamente llamar la atención enseñando sus cuerpos transformados y sus “nuevos” órganos sexuales. Eso también es discurso de odio.

Saliendo de los puntos comunes en los que las mujeres trans son atacadas, discriminadas, estigmatizadas y señaladas, necesitamos hablar urgentemente sobre el espacio que las mujeres perciben como seguro.

Me parece fundamental entender que la equidad es un ideal que únicamente puede lograrse tomando en cuenta las desigualdades entre géneros, reconociendo a cada uno de ellos en sus distintas condiciones, amenazas estructurales, etc.

Hoy la lucha política de las mujeres está en preservar espacios y hacer seguros esos que no lo son. La casa es un lugar inseguro para las mujeres, ahí golpean, violan y matan. La calle es peor todavía. Debanhi sigue desaparecida, como ella hay más de 15 que en el mismo periodo no volvieron a casa. Cada 2 horas, es acosado sexualmente un menor. Aunque las trans no sean agresoras solamente por ser trans, hoy es necesario que en un acto de sororidad, reconozcan el miedo fundado, legítimo y provocado por el Estado que tienen (tenemos) las mujeres.

El enemigo de las trans no son las mujeres, son los agresores, el patriarcado, los violadores, los machistas y los odiadores. Hoy toca exigir que los establecimientos mercantiles privilegiados como Cinemex —una empresa del grupo de Germán Larrea, el segundo hombre más rico de nuestro país y cabeza de Grupo México, operador de Pasta de Conchos, con la deuda social por todo lo causado— tengan baños exclusivos para personas trans. Un lugar seguro para las mujeres que son también vulnerables, violentadas y agredidas puedan sentirse tranquilas. Como lo que son: mujeres.

Ante el alto riesgo que las mujeres tienen de sufrir agresiones sexuales y vulnerabilidades derivadas del uso de baños mixtos o neutros, los establecimientos privados necesitan ofrecer espacios totalmente seguros.

Los abusos suelen ocurrir en espacios privados en los que convergen con potenciales agresores. Las mujeres trans también tienen un gran riesgo de ser agredidas por hombres en baños de uso masculino. Sería una tortura que, identificándose como mujeres, tuvieran que estar en el mismo sitio de quienes pueden fotografiarlas, golpearlas, tocarlas sin su consentimiento, violarlas, etc.

Preservar nuestros espacios no puede nublarnos la empatía. Todas las mujeres estamos en riesgo de abuso, acoso, violencia digital como fotografías o videos no consentidos, etcétera. Los baños de género neutro únicamente son buena idea cuando éstos no impliquen cerrar, sustituir o eliminar los baños exclusivos para mujeres. Baños de mujeres, baños de hombres y baños intersex, por ley, en oficinas, establecimientos mercantiles y universidades. A eso debemos aspirar.

De tal suerte que, si bien, existen personas que se identifican dentro del género no binario, género fluído, queer o una identidad diversa a la de “mujer”, puedan y tengan baños en donde se encuentren seguras.

Discriminar y odiar, no cabe en un país democrático.