México está cansado de gatas revolcadas, al grupo de facinerosos les urge regresar al poder y en su desesperación cometen errores garrafales...

El contexto.

La oposición moralmente derrotada azuzados por su amo, Claudio Xicoténcatl González convocan a una marcha para afianzar los privilegios de sus plurinominales, esos puestos por dedazo, amiguismo y compadrazgos, con una irrisoria consigna: “El INE no se toca”

Tratan de blindar un instituto más manoseado que pila de agua bendita, y para amarrar discurso inflan números en una marcha donde hubo acarreo, aunque insistan en negarlo, aun así, su músculo político se vio blandengue...

El pueblo ya no come migajas ni traga noticias regurgitadas por ciertos chacales mediáticos que incluso truquearon fotos y vídeos para magnificar lo que no fue; el tigre, Juan pueblo, tenía para estos momentos una espinita clavada...

Surge la idea...

De pronto, fiel a sus jugadas inesperadas Andrés Manuel López Obrador anuncia una marcha para el día 27 de noviembre, con motivo del 4 año de su gobierno; no hacía falta nada más qué unas cuantas palabras para que los incansables seguidores de inmediato hicieran equipaje y apartasen boleto para la encomienda: Una verdadera marcha del pueblo.

Los detractores estaban atónitos: ¿Cómo una marcha con tan poca antelación? ¡Va a fracasar! vaticinaban alborazados.

Los clásicos golpeadores en redes sociales comenzaron a calentar el discurso y las ofensas al proletariado salieron buscando hacer mella, quizás la intención era desanimar lo que de inmediato intuyeron, se avecinaba...

Pero ya nos conocen y nos habían picado la cresta desde que una “ciudadana” osó gritar y llamar: “Indio pata rajada” a nuestro señor presidente... El discurso del odio pagado por Xicoténcatl parecía surtir efecto, la herida se había abierto y tenía que cauterizarse o podía infectarse a grados insospechados, de ahí, creo yo, surge la idea primera de convocar a una verdadera marcha, ¿qué mejor remedio que mostrar el coraje sin soltar un golpe? Simplemente, como lo hace todo mexicano que se respete: Se levanta, arremanga camisa y pregunta en tono fuerte: “¿Necesitas algo?”

Invariablemente sucede lo que ya sabemos, “El valiente vive, hasta que el cobarde quiere”...

Esto fue en equiparación de lo visto el pasado 27 de noviembre de 2022. La madre de todas las marchas, se realizó en la capital del país, la Ciudad de México, un amplio porcentaje de mexicanos puso pecho y dijo: ¿me llamabas? ¡Pues aquí estoy!, obsérvame bien, marcharé de forma tranquila y marcaré palmo a palmo de esta capital que pertenece al pueblo de México, sin distinción de raza, color o condición social.

Y así unificados entre huaraches, bostonianos, tenis, chancla cara y barata, otros más con la pata al suelo., eso no importó, un solo clamor hermanó, el sentimiento se escuchó fuerte y claro, se hizo sentir el rugir ensordecedor en el antiguo camino de Maximiliano, cientos de miles de gargantas acompañaron en una sola voz, al presidente más querido del planeta, durante casi seis horas de un recorrido que nunca nadie ha logrado, con todo el riesgo que esto representaba.

Los pueblos originarios dieron ese toque magnífico, portando con ancestral orgullo sus vestimentas típicas que gritaban al verlas, también somos México, también votamos y deseamos ser plenamente reconocidos, somos la raíz de la nación, somos genes de guerreros incansables sin importar la región del país y no importó viajar quince, dieciocho o veinte horas, para acompañar a quien nos regresó el país que nos estaban saqueando.

En redes sociales más de algún insensato arengaba buscando un magnicidio, tal como alguna vez se lo planteó Roberto Madrazo a Vicente Fox, siendo este último presidente de nuestra República Mexicana.

El temor crecía ante la decisión del presidente de no usar protección o el automóvil que sus asesores sugerían...

Pero Andrés Manuel, fiel a su convicción y confiando en sus seguidores, dijo fuerte y claro, ¡Vamos a marchar como antes, juntos! Y así comenzó la historia, centímetro a centímetro recorrió esos kilómetros desde el Ángel de la Independencia, por todo Paseo de la Reforma, hasta llegar al Corazón de México, el gran Zócalo capitalino, testigo fiel de sus grandes triunfos, a cada paso dado, decenas de manos se extendieron con el único afán de lograr tocar su mano a falta de un abrazo o la ansiada fotografía, al menos sería un consuelo estar a centímetros o cruzar miradas, el inenarrable sentimiento, incomprensible para los opositores que lo único experimentado es el rechazo del grueso de la población que nubla sus sentidos y trastoca su razonamiento elemental, ¿Como puede un hombre ser tan querido? Las miles de imágenes compartidas daban cuenta de la magnitud inimaginable, ¡Lo estaba logrando!

La respuesta hace tiempo la da el mismo Andrés Manuel: Amor con amor se paga... y su pueblo cómplice salió a regresar un poco de lo que ha recibido en estos últimos cuatro años.

Después de un lento avance del cardumen humano que en el ansia de por fin tener cerca el objeto de su admiración, se arremolina enardecido y avanzaba con esfuerzo, se lograba avisar la Alameda Central y el gran Hemiciclo a Benito Juárez, ya casi, unos pasos más y el magnífico Palacio de Bellas Artes da abrazo al grueso de la marcha, increíblemente aún más de una hora tendría que transcurrir el reloj para poder traspasar esas pocas cuadras y llegar a la plancha del Zócalo, donde miles esperaban ansiosos desde al menos seis horas antes...

Los interminables ríos humanos parecían achicar las calles del primer cuadro de la ciudad, las imágenes no metían, mientras, los que a ras de suelo seguimos paso a paso intercambiábamos opiniones de asombro, y buscábamos acomodo para escuchar el discurso...