La página de internet del ITAM dio a conocer la noticia el 28 de octubre de este año, poco menos de 30 días después de que ocurriera la reunión: “Una noche inolvidable en Miami para la comunidad ExITAM”.
Inolvidable, sí, porque exalumnos y exalumnas del ITAM que residen en Miami, Florida gastaron bastante más de lo presupuestado al invitar a cenar al esposo de Margarita Zavala. Lo supe porque así lo comentan, divertidos, conocidos itamitas que trabajan en la banca y antes en el gobierno.
Los ExITAM de Miami no son personas multimillonarias —les va bien, tienen empleos aceptablemente remunerados, pero…—: en la novena ciudad más rica de Estados Unidos no les sobra el dinero para derrocharlo en comilonas de 300 dólares por persona.
Entonces, los ExITAM aprovecharon la coincidencia de la visita de Felipe Calderón con un famoso evento culinario anual, el Miami Spice, en el que los mejores restaurantes ofrecen menús especiales de tres platos a precios fijos y reducidos.
Eligieron para cenar con Calderón el restaurante Claudie. En temporada de Miami Spice este carísimo restaurante rebaja sus precios: un sofisticado menú de tres tiempos lo ofrece a 60 dólares por persona. Pero… siempre aparecen los afrentosos peros.
Primer problema. A los ExITAM de Miami les faltó malicia política: debido al nombre del establecimiento, Claudie, Calderón seguramente recordó aquello del Quijote: “¿Dónde hallastes vos ser bueno el nombrar la soga en casa del ahorcado?”.
No entendieron los anfitriones que Felipe C., lo menos que necesita en reuniones sociales —¡carajo, qué falta de delicadeza!— es recordar a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.
Acorralado como está por sus relaciones más que sospechosas con el narco Genaro García Luna —distinguido habitante de Miami antes de ser condenado por colaborar con la mafia de Sinaloa—, la suerte del panista que se robó las elecciones de 2006 depende de que el actual gobierno de México exija, o no, a la Interpol activar un protocolo internacional de búsqueda y captura por complicidad con quien fuera su operador en la fallida guerra contra el narco, que tristemente tantos años después de iniciada sigue enlutando a la sociedad mexicana.
Lo hubieran llevado al restaurante Philippe Chow; este no es tan bueno como el Claudie, pero para Calderón cualquier fonda es calidad excesiva.
El hecho es que los ExITAM de Miami, 10 en total, el pasado 30 de septiembre durante el Miami Spice, invitaron a cenar a Felipe Calderón.
Aquí surgió el segundo y más fuerte problema. Cada exalumno y exalumna de la neoliberal institución iba a pagar más o menos lo siguiente: 60 dólares (por la comida de tres platos) + 6 dólares (los 60 del esposo de Margarita divididos entre 10) + 10 dólares (como no iba a ser peda y algunos no beben alcohol: solo dos botellas de vino de mediano precio, 50 dólares por botella, esto es 100 dólares también divididos entre 10).
El cálculo era que cada persona exITAM pagaría en la cena con Calderón más o menos 60+6+10 = 76 dólares.
Pero olvidaron que Calderón es bien borracho —no será alcohólico, pero de que se empeda a diario, se empeda con olímpica despreocupación—, y cuando toma de gorra, como en el Claudie de Miami, le da por abusar.
Así que el marido de la diputada Zavala se dejó pedir vinos de los caros, por lo que cada exalumno y exalumna del ITAM terminó pagando 300 dólares, cuatro veces lo presupuestado.
Posdata: Antes de que se tomaran la foto oficial, difundida por el ITAM —la que ilustra este texto—, Felipe Calderón suplicó retirar botellas y copas: “Ya ven que luego me acusan de ser alcohólico, jajaja”. Todos y todas se rieron a carcajadas por la puntada del invitado. Las risotadas se transformaron en mentadas de madre silenciosas cuando llegó la cuenta: no se suponía que iba a salir tan caro el chistecito.



