Don Benito Juárez falleció hace 150 años, el 18 de julio de 1872, y estudió y actuó de manera coherente durante toda la mayor parte de su intensa vida.

En sus orígenes sólo hablaba zapoteco, pero el día de su muerte hablaba o leía 5 idiomas. En su niñez aprendió español, en su adolescencia leyó los clásicos en latin y a su muerte comprendía a los constitucionalistas en inglés y francés.

En su vida la abundancia en lectura y escritura solo fue equiparada por su acción en todas los poderes públicos locales y federales hasta acceder a la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia y la Presidencia de la República en 1858, además de haber abogado como litigante activo en favor de los mas débiles y profesar el Derecho Público.

De las ruinas del decenio del estado centralista 1836 a 1846, de la tragedia de la doble mutilación territorial del país en 1823 y 1848, y de la persistencia de un orden político y social injusto que garantizaba los privilegios en contra de la mayoría depauperada de los connacionales, se levantó la generación liberal juarista para evitar que México fuera engullido por el imperialismo de esa época.

La Segunda Transformación de México por Benito Juárez

La Segunda Transformación del país fue revolucionaria, radical y violenta para sacar a México de la garras de los siglos coloniales y asegurar su aterrizaje en el siglo 19, el siglo de la libertad y la soberanía.

Con el escudo de la Constitución de 1857, que garantizaban los derechos y consolidó el juicio de amparo, el camino hacia el México moderno estaba despejado.

Las Leyes de Reforma, dictadas en Veracruz en 1859, 1860 y 1863, a su vez propusieron las medidas transformadoras para sustentar la economía, sociedad y política del México moderno.

Al Benemérito de las Américas le debemos las bases de la codificación civil y el proyecto para refundar el Senado de la República en busca de un mejor equilibrio de poderes que hiciera posible la democracia con gobernabilidad en un sistema presidencial.

A Juárez no le fue ajeno que los eclesiásticos tenían derechos, pero que no debían abusar de su poder, por lo que propuso en 1871 devolverles el derecho a votar y ser votados, lo cual no pudo ser instrumentado entonces.

El Gigante de Guelatao leía y escribía siempre

Según nos informan Patricia Galeana y Salvador Valencia en su “Juarez Jurista”, obra publicada en 2006, en los últimos días de su vida, mientras leía el Curso de Historia de las Legislaciones Comparadas, de Eugene Lerminier, el entonces Presidente de la República anotó de puño y letra:

‘Cuando la sociedad está amenazada por la guerra, la dictadura o la centralización del poder es una necesidad como remedio práctico para salvar las instituciones, la libertad y la paz”.

Benito Juárez

Concluyo advirtiendo, una vez más, que el fortalecimiento contemporáneo del poder presidencial es necesario pero solo en la proporción suficiente en relación con los riesgos que ahora enfrenta el país.

En la lectura de la obra juarista deberemos encontrar las claves para reescribir el presente y continuar luchando por un futuro más promisorio para las y los mexicanos.