Cuando pensábamos que los errores de los árbitros no podían ir más allá de la automatización con la que se comportan muchas veces, lo que vimos el fin de semana de la jornada 8 del Apertura 2022, simple y sencillamente hace dudar ya no solamente de la capacidad, sino de la honestidad de algunos de estos personajes.

En medio de todo esto, el maldito VAR a la mexicana, desde donde se toman las decisiones más absurdas y desde donde vuelven a dar la impresión de que quieren dirigir los partidos, lo que reduce al árbitro central a un simple títere a las órdenes de quién es el encargado del videoarbitraje de uno u otro partido. Pero ya superan ser autómatas, los árbitros no solo están recoibiendo órdenes del “ser VAR supremo” sismo que ya hasta inventan jugadas. No son jueces, su credibilidad está por los suelos, porque cuando quien imparte justicia se deja manipular, la cosa es grave.

Y es ahí cuando se debe dudar de la honorabilidad de algunos de estos individuos, que por un protagonismo excesivo o simple y sencillamente para cuidar el trabajo (el pago mensual o por juego), no son honestos consigo mismos, con su profesión y con la gente que les paga, para asumir sus responsabilidades y aceptar que están mal, muy mal.

En cambio, se la pasan cobrando por un trabajo mal realizado, perecpción económica derivada de los clubes, y que es solapado por el presidente de la Comisión de Árbitros, el nuevo, el que como otros prometió que iban a mejorar las cosas, pero simple y sencillamente no pasa maldita la cosa.

Si hacemos una comparación, es como cuando un alcohólico (que sufre una dura enfermedad) no da ese importantísimo primer paso para aceptar que está enfermo, que tiene un problema con el alcohol y que necesita ayuda. Así están los árbitros en México, sus instructores y su presidente. Para ellos pareciera que todo está bien y que los que no entienden o no se dan cuenta de la situación son quienes semana a semana los desnudan por sus fallas.

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Pero no solamente eso, también se han dado casos de extrema prepotencia y pareciera que hasta revanchismo o el fenómeno de la compensación. Vicios que siguen ahí, bien arraigados en el sistema de árbitros y que con los cambios en la cabeza solamente dan atole con el dedo a todos los interesados, aunque claro, los principales, los dueños, también se hacen cómplices al no exigir un trabajo de calidad por las cantidades que pagan.

Desde el VAR, dirigido por Miguel Chacón se derivan la mayoría de los problemas. Jueces que ya dictaminaron, que ya aplicaron justicia y que un burócrata en el camión le tira su decisión como queriendo demostrar que en el arbitraje los árbitros no mandan, sino ellos. Pobre eso se ven imágenes grotescas como la de Marco Antonio Ortíz en el Clásico Tapatío en plena burla ante el VAR por la cantidad de veces que fue llamado a la palestra. Terrible que los jueces se dejen influenciar por terceros, porque además ni es la función real del VAR, que están para que no se cometan injusticias en el deporte, no para cambiarles sentencias dictadas de cada jugada.

Por eso da hasta para pensar en establecer un Comité de Ética que vea el accionar de algunos de estos individuos, que los analice, que los califique y de ser el caso que los saque del arbitraje porque no pueden seguir tan campantes como hasta ahora. Se puede fallar en tu oficio o profesión una o dos veces, es humano fallar, pero tantas y tan seguidas, ya no es normal.

Se inventan faltas, aplican mal las reglas y el uso del VAR, provocan e insultan, y algunas otras irregularidades que esté comité podría perseguir porque insisto, ya no es normal, parece una burla, ya que mientras me paguen y mi jefe entregué reportes de que todo está bien, yo puedo seguir haciendo como que trabajo, sin que nadie haga realmente algo por cambiar esta situación.