Sonora Power

CIUDAD DE MÉXICO.- Mi último dialogo con Andrés Manuel López Obrador fue para pedirle un mensaje para los sonorenses, el presidente con su característica paciencia accedió, enviando un saludo: “Para el pueblo progresista, democrático, bueno y trabajador… Muchas gracias por todo”.

Acto seguido el presidente cerró el telón y se fue de la mano con su esposa Beatriz Gutiérrez Müller hacia las oficinas de presidencia; minutos antes develó la pintura que lo caracteriza justo como eso, como un hombre del pueblo, que con su sencillez y su enorme capacidad de comunicar y aterrizar las cosas, encabezó una revolución pacífica.

El secreto de López Obrador es ese, saberse comunicar con su gente, con el pueblo raso, polemizar y politizar, ganar el debate de ideas con argumentos, que cualquiera pueda entender, apartarse del político tradicional y mostrarse como uno más.

Para un hombre salido de Tepetitán, un pueblo del estado de Tabasco, que logró todo, lo lógico era empatizar con otro pueblo igual de aguerrido que el suyo, y encontró en Sonora a su segundo hogar.

Y es que Sonora es en efecto un estado norteño, con niveles de desarrollo importantes, pero con enormes contrastes, la pobreza de sus comunidades indígenas y de los pueblos de la sierra, contrastan con la riqueza de sus principales ciudades, y aún así, cuando llegó había zonas en el abandono, como Guaymas, como Caborca, como Huatabampo.

AMLO construyó su movimiento comunicándose con la gente, entendiendo la idiosincrasia de los distintos México y haciendo una apuesta por lo lógico y por lo sencillo.

Si López Obrador quería recomponer la economía de México, su apuesta fue por la gente, y esto además dio un primer acierto importante, apoyar a la gente de manera que implicaba hacer a un lado el intermediario y abatir la corrupción que los programas asistenciales del viejo PRI generó.

No se trataba de repartir despensas o apoyos sin ton ni son, se trataba de poner en las manos de las familias dinero, recursos para abatir su hambre y su necesidad, y eso al final fue una herramienta muy poderosa contra la pobreza y para hacer crecer el mercado interno.

Su enfoque de comenzar por los adultos mayores, por los viejos, fue también una acierto, así como voltear a atender las necesidades y rezagos de los pueblos originarios. Nadie es más vulnerable que los ancianos en un país como el que fabricaron los gobiernos neoliberales, nadie es más pobre que los indígenas.

Con esa fórmula, más añadidos sacados también de la pura lógica económica, como incrementar los salarios o contener contra inflación los precios de energéticos y combustibles, López Obrador encontró el camino para construir el nuevo acuerdo que México necesitaba.

Se trata de un acuerdo con los pobres, con las mayorías, con el pueblo.

Y por eso su gobierno generó algo muy difícil de encontrar: esperanza.

La revolución social de López Obrador se sustenta precisamente en eso, en la esperanza de que las cosas cambien y rápido.

Lo hicieron para 10 millones de personas que salieron de la pobreza en su sexenio, y lo hicieron para las comunidades indígenas, para los obreros y para los ancianos.

Pero también las cosas cambiaron para el gran capital, porque al final la evolución del mercado interno en México trajo consigo mayor demanda de bienes de consumo y en eso los grandes empresarios obtienen beneficios enormes. Hoy la demanda está en aumento en México.

El cambio propiciado por Andrés Manuel López Obrador y sus osadas políticas sociales y económicas, ha traído consecuencias importantes, como es la participación activa de una sociedad que antes permaneció inerme ante el olvido y el desdén de gobiernos priistas y panistas. Hoy el pueblo está dispuesto a defender en las urnas los resultados de la 4T y se ha dado a la tarea de darle a Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta de la república las herramientas que se necesitaban para profundizar en el cambio.

Una vez más la palabra clave es la esperanza, Claudia Sheinbaum con sus credenciales, con su trayectoria, pero ante todo con su ideología y disciplina, nos plantea la posibilidad-necesidad de que México avance raído y se consolide como la potencia emergente del momento y que pronto sea capaz de alcanzar y rebasar a potencias como Rusia, Canadá y Brasil, para entrar al top 10 de las economías globales.

El mensaje que da la desde ahora presidenta constitucional de no intimidarse ante la corona española y aún ir más allá en la lógica de exigir al rey Felipe VI que ofrezca disculpas por las atrocidades del imperio español en México, muestra el carácter que tendrá la nueva fase de la transformación de nuestro país.

México por su potencia cultura y económica, está por alcanzar el objetivo de ser un actor de primera línea en el entorno internacional, y eso solo se logra con dignidad y confianza, elementos ambos que han regresado al entorno nacional, con el orgullo de ser mexicanos y eso, se lo debemos a un gran dirigente, como ha sido Andrés Manuel López Obrador.

Correspondencia: demiandu1@me.com | X: @Demiandu

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