No entiendo la religiosidad excesiva del presidente López Obrador. Si algo le critico, es eso.

Ayer Andrés Manuel dijo sobre el Tren Maya: “Vamos a inaugurar esta gran obra de mil 554 km en diciembre, llueva, truene o relampaguee, con el favor de la ciencia y el creador”.

¿El creador? Se refiere a Dios —”hacedor de todas las cosas”, como define a esa palabra la Real Academia Española—.

Desde luego, no hay ningún hacedor de todas las cosas, ningún creador, ningún Dios. Ya seamos serios en este asunto, por favor.

Combatir la superstición vulgar, como recurrir a brujos para limpias, debería ser obligación de los y las gobernantes, sobre todo de quienes poseen una inteligencia privilegiada como AMLO.

Con mayor razón las personas que gobiernan deberían expresarse absolutamente en contra de la superstición más estructurada, la religión, sobre todo el cristianismo.

Pero Andrés Manuel no solo no rechaza —o al menos ignora en público— los dogmas cristianos, sino que los promueve.

Supongo que el presidente de México hace eso no por estar convencido de los mitos de la Biblia, sino nada más para quedar bien con la mayoría de la gente.

Pero creo que AMLO no necesita presentarse como un hombre profundamente religioso para ser popular.

Las personas pobres —demasiados millones en México— aprecian bastante al presidente López Obrador por su visión humanista de la política, no por utilizar expresiones religiosas que, la verdad sea dicha, en la actualidad nomás no vienen al caso.

Por cierto, la religión tienen mucho de dañina. Aquí dejo unas frases del magnífico ensayo Por qué no soy cristiano de Bertrand Russell, un pensador que sí entendía las cosas:

  • “Yo estoy tan firmemente convencido de que las religiones hacen daño, como lo estoy de que son falsas”.
  • “Cuanto más intensa ha sido la religiosidad de cualquier período, y más profunda la creencia dogmática, han sido mayor la crueldad y peores las circunstancias”.
  • “Afirmo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está organizada en iglesias, ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo”.
  • “La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte, como dije, el deseo de sentir que se tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todos sus problemas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo a lo misterioso, el miedo a la derrota, el miedo a la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano”.

Posdata uno: Querido Andrés Manuel, si es un cuento eso de que la ley es la ley —cuento utilizado muchas veces para grandes trinquetes—, más fantástica a es la fábula del creador, fábula que solo ha servido para defender la ignorancia y apoyar las mayores injusticias de la historia.

Posdata dos: El papa Francisco no es un santo ni un defensor de los pobres, como a veces has dicho, presidente López Obrador. Él vive en la opulencia y tiene un discurso lamentable en términos de derechos humanos, como cuando dijo eso de que las mujeres son “generosas” aunque hay alguna “neurótica”. Neurótico él, por salir con semejante tontería.