El inicio de año está impregnado de cuatro temáticas coyunturales: el tema de la ratificación del mandato presidencial para AMLO con el INE y las instancias competenciales del aparato judicial mexicano; las perspectivas de la ola de COVID-19 en la variante de la cepa Ómicrom que acelera su paso por el mundo, los encuentros del Presidente AMLO con el segmento fundamental del gran capital en México como esfuerzos de concertación y el derribo de la estatua por lo que simboliza para la lucha política nacional en un año de disputa electoral. Nos ocuparemos de uno de los cuatro temas: el empresarial por considerarlo el de mayor relevancia. En otro momento nos ocuparemos de los otros temas.

Dentro del programa de la 4T-4R se planteó como piedra angular “separar al poder económico del poder político” lo que en la praxis política nacional de la toma de decisiones de mayor trascendencia en estos tres años, ha sido un golpe muy duro para el gran capital en México. El Consejo Mexicano de Hombres de Negocios surgido en 1962, se creó –según estudiosos del mismo como la investigadora Marcela Briz Garizuela en un análisis referente ya (2002, editado por la UNAM), sostiene que se creó para influir en las políticas del Presiente Adolfo López Mateos, quien se había declarado en un desplante demagógico como de “izquierda dentro de la Constitución”, así como en la sucesión presidencial. Creció dicha influencia y luego se debilitó y volvió a fortalecerse en los últimos años.

Las empresas que sus integrantes poseen (aportan aproximadamente poco más de un tercio del PIB) requieren mantener y ampliar sus posiciones sectoriales en la economía nacional, porque según Edmundo Sánchez en la Revista Expansión (2020) en “la última década, las ventas de las 100 empresas extranjeras más grandes que operan en México pasaron de representar 21% a 27% del producto interno bruto (PIB) nacional, de acuerdo con un análisis de Expansión. Además, el número de empresas extranjeras dentro del ranking “Las 500 empresas más importantes de México” aumentó de 214 a 234 compañías, en el mismo periodo”.

Somos de quienes han insistido en este espacio que el gobierno actual debe fortalecerse mediante un acuerdo con el gran capital, un acuerdo para dotarse de mayor estabilidad socio-política e institucional, para el empleo formal y el crecimiento económico que significa vigorizar el propósito de potenciar el mercado interno para el desarrollo nacional y ofreciendo con ello mayor amplitud a su política social, así como para tomar medidas sobre la fiscalidad del Estado mexicano que permitan un mayor margen de maniobra en la política económica y social, en el manejo de las finanzas públicas y para detener el endeudamiento crónico de los gobiernos nacionales, dilatando sustancialmente la captación de recursos financieros para las políticas de bienestar de la 4T-4R, porque no bastan los esfuerzos de austeridad y anti-corrupción, así como el amplio apoyo social.

Se necesitan una masa inmensa de recursos para impulsar los grandes objetivos de recuperación luego del desastroso efecto de la pandemia global. De otra manera, un no acuerdo y sucesivos enfrentamientos, pueden generar la necesidad de radicalizar las posturas en ambos lados y de tomar medidas confrontantes, y puestos en esa dinámica, no sabemos cómo termine el sexenio. Al contrario, esa fuerza de apoyo socio-político debe ponerse a disposición de una negociación con el gran capital desde la fuerza que ello otorga al gobierno. Fuerza para la mejor concertación posible, no para la confrontación.

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Todo ello son factores muy favorables que impactarán para bien sus esfuerzos en materia de recuperación de la seguridad para los mexicanos y de reducción de la influencia del crimen transnacional en la vida pública de México, así como de posicionamientos soberanos en materia de política exterior y de manejo de sus relaciones internacionales así como de procesamiento razonablemente solvente de la próxima coyuntura de la sucesión presidencial, dentro del gabinete y del partido Morena, y por lo tanto, de la contienda política con las fuerzas adversarias al programa de la 4T-4R.

Este razonamiento no significa que todo dependa de un acuerdo concertado con el gran capital, pero si influirá en una medida muy importante. Quien revise la experiencia de los gobiernos de perfil “progresista” en América Latina del siglo XXI, observará que la constante es que ellos empezaron a entrar en una fase de problemas crecientes cuando rompieron la posibilidad de lograr este tipo de acuerdo con un poderoso factor de poder real como es la gran empresa de su país, y ello tensó las relaciones regionales y subregionales.

No supieron prever ni procesar el conflicto de intereses que debe lograrse aunque ello implique en muchas ocasiones, no detener el cambio político, sino aminorar o darle gradualidad a su paso. La gran empresa no está contemplada fuera del tipo de cambio planteado en México, salvo que sea ella la quien se oponga por medios anti-constitucionales, por ejemplo, a la lucha contra la brutal corrupción de la institucionalidad pública-privada, boicotee las elecciones libres, etc., de no ser así, con una iniciativa de concertación puede aislarse a los sectores más retrógrados y belicosos.

El 24 de noviembre de 2021 se reunió con el Consejo Consultivo Empresarial, un órgano honorario que creó el actual Presidente AMLO para mantener la relación directa con algunos de los más grandes empresarios del país, en un contexto de inflación creciente, ratificación de la nueva presidenta de BANXICO, de aumento del salario mínimo y de indefinición parlamentaria sobre la reforma eléctrica, y muy abultadas deudas fiscales de grandes empresas con el Estado mexicano. Temas álgidos sobre los que se necesita concertar y en su caso, exigir (me refiero al tema de impuestos, ya que “15 grandes” adeudan $50,000 millones de pesos), desde posturas de independencia del poder económico, pero con respeto mutuo para aspirar a llegar a acuerdos verdaderos.

Así que bienvenida esta reunión, y la realizada con los integrantes del Consejo de Hombres de Negocios (uno de los siete organismos, pero el de mayor poder económico, que conforman el Consejo Coordinador Empresarial, CEE) en el Museo Kaluz el 8 de diciembre de 2021, reunión de altísimo nivel. Positiva sin duda la presencia del Ing. Alfonso Romo, ex integrante del gabinete de AMLO, un co-interlocutor calificado, aceptado y muy conocido. Trascendieron dos temas álgidos vinculados al proyecto energético de la actual administración: la iniciativa de reforma del sector energético y la intención de nacionalizar la riqueza vinculada al litio. Sobre lo primero, se acordó dialogar para buscar entendimiento, difícil pero no imposible, y sobre lo segundo, el Presidente declaró que no cederá en su intención de que una empresa del Estado controle la riqueza existente del mineral llamado también “el oro blanco”.

Y la reunión con el Ing. Carlos Slim Helú, presidente del Grupo Carso, en Palacio Nacional el 27 de diciembre de 2021. El motivo fue reconocer la actitud responsable sobre la operación de la empresa América Móvil, cuyo fundador es el propio Ing. Slim, quien vendió una filial en Estados Unidos y por este concepto, el 16 de diciembre se pagó en México un monto de $28 mil millones de pesos a la Hacienda Pública. Evidentemente el Presidente AMLO a través de este desayuno y los comentarios positivos que el cumplimiento de obligaciones fiscales le mereció, mandó un mensaje a los deudores fiscales que no han tenido la misma actitud. No desistirá a que paguen pero optó por la vía no conflictiva. Lo importante es recuperar una masa tan grande de dinero para el fisco mexicano.

En suma, es evidente que el Presidente mexicano cerró el año con una ofensiva política para lograr pactar con el sector empresarial del gran capital un acuerdo que genere muchos más recursos financieros que los disponibles o por disponerse, en lo que exhibe el conocimiento que tiene de los sectores sociales en México, de la dinámica necesaria en la política mexicana y de cómo generar también mejores expectativas para su gobierno y programa de transformaciones. Temas difíciles para un político muy experimentado como él.