De nuevo el metro de la Ciudad de México se convierte en noticia. Una tragedia, sin duda, que costó la vida a una persona y dejó 57 pasajeros lesionados.

La deshumanización de los malquerientes de la 4T, en especial de la jefa de gobierno capitalino, hacen escándalo, politizan el terrible suceso y desvían la atención a lo verdaderamente grave; los heridos, los daños, la conductora fallecida.

Les preocupa en este, como en muchos casos más, demeritar el trabajo de Claudia Sheinbaum, satanizar, culparla y hasta pedir su renuncia o de plano, que vaya a la cárcel.

¿A qué grado de demencia hemos llegado?

Pareciera que la vida de una persona y las lesiones de otras son poco importantes o peor aún, son usadas como pretexto para aplastar una carrera política en ascenso como la de la doctora Sheinbaum, quien es la favorita en las encuestas para ser la candidata de Morena a la presidencia de la República.

El odio es gratuito.

La presión social, el escarnio, el linchamiento mediático, son recursos en exceso ruines, muy común de los perdedores y los resentidos, que calumnian.

Pero en el caso de la mandataria capitalina es más el fuego amigo y el machismo de sus adversarios, cuyo único objetivo es hacerla renunciar, lo cual sería un error, y muy grave.

Leo en este mismo espacio la postura, muy respetable, de mi compañera Claudia Santillana, quien dice en su texto lo siguiente:

“Creo saldría mucho menos dañada políticamente si renunciara a sus giras o bien a la jefatura de gobierno. El que sirve a dos amos, queda mal con uno”.

Lamento no coincidir.

La renuncia de Claudia Sheinbaum a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México traería más caos a la capital del país, además que su retiro la dejaría muy mal parada y políticamente significaría su derrota.

Renunciar, ¿para qué?, ¿para hacer campaña?

No son aún los tiempos. La elección del candidato presidencial de su partido, Morena, será por encuesta y aún falta para eso.

Renunciar implicaría dedicarse a una campaña anticipada, dando paso a que el INE la sancionara y la bajara de la contienda.

Y también renunciar traería consigo un sin fin de especulaciones del origen de los recursos utilizados para dicha campaña.

De por sí, los odiadores inventan historias tan patéticas y sin sustento alguno, como eso de que el metro colapsa por falta de mantenimiento, ya que ese dinero se lo “clava” Claudia Sheinbaum para andar de gira los fines de semana. Calumnias nada más.

¿De verdad creen que si fuera real, si tuvieran pruebas contundentes no la habrían hundido?¿Alguien duda que algo tan grave no hubiera salido a la luz?

La renuncia de Claudia Sheinbaum será en el momento preciso, cuando gane la encuesta.

No coincido tampoco en lo que la doctora Santillana dice: “A quien dos amos sirve, con alguno queda mal”.

Creo firmemente que la mandataria capitalina puede con eso y más, pues su capacidad está más que probada. Lo mismo ocurre con los funcionarios a su cargo, como Omar Hamid García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de la capital, quien se la rifó atendiendo de inmediato a las personas que por desgracia vivieron el siniestro.

La Ciudad de México es un monstruo de mil cabezas, que necesita de gente capaz y comprometida en puestos claves que atiendan cualquier tipo de emergencia.

Y eso fue lo que ocurrió.

Mientras la doctora Sheinbaum viajó de Morelia a la capital, el incidente estuvo atendido, los cuerpos de emergencia reaccionaron. Se actuó.

Es cierto, y en eso coincido, que los habitantes de la gran urbe necesitan sentirse seguros ante cualquier contingencia, pero hasta el momento lo han estado.

Ha habido sismos, inundaciones, actos delictivos, accidentes y seguirán ocurriendo tragedias. Eso no se puede evitar, esté o no la jefa de gobierno en la ciudad.

Finalizo diciendo que coincido con Claudia Santillana en algo: es momento de tomar decisiones. Y creo que la doctora Sheinbaum tomará la mejor: quedarse al frente del gobierno capitalino hasta que gane la encuesta, porque la ganará.

Será entonces cuando renuncie y lo hará con la cabeza en alto, con paso firme, con certeza.

Ya lo veremos.