Es lógico y natural que ante un evento catastrófico como el ocurrido en Acapulco por el huracán Otis, las noticias económicas pasen a un segundo término. No obstante, debe decirse que la forma en que se ha desenvuelto la economía mexicana ha sido llena de esperanzas y a la postre, podría ser un factor importante para resarcir los daños ocurridos en el menor tiempo posible. Aun así, para el caso de Acapulco y sus localidades aledañas debe aspirarse a más; es decir, no basta su simple recuperación, sino que se tiene que emprender estrategias que posibiliten reducir su enraizada pobreza que engendra las peores calamidades sociales: inseguridad y violencia.

Quien conoce más allá de la Costera Miguel Alemán y sus hoteles, sabe que en Acapulco prevalecen altos niveles de pobreza y marginación social, siendo una de las ciudades con mayores déficits sociales del país. Durante décadas el deterioro como destino turístico ha sido continuo, sin que pueda detenerse la degradación del puerto y de su bahía. Miles de personas viven en condiciones insanas entre el escurrimiento de aguas negras y viviendas con grandes carencias de servicios públicos, entre ellos, los más elementales como el agua potable y el drenaje.

¿Cómo aspirar siquiera a poner en pie a Acapulco y hacerlo regresar a su añeja bonanza, cuando es el destino de playa del país que registra el mayor índice de pobreza y la más alta percepción de violencia e inseguridad? Sí, nos debe de preocupar reconstruir los hoteles y los demás servicios turísticos porque son la fuente de empleo y de ingresos de miles de personas, pero más el propiciar el desarrollo sostenible del puerto y eso sólo se puede lograr si se mejoran las condiciones de vida -haciéndolas dignas- de las más de 400 mil personas que viven en pobreza y de las 136 mil personas que viven en pobreza extrema.

¿Qué tanto habrán cambiado las cifras de pobreza del municipio de Acapulco de Juárez en los últimos 4 años? A ciencia cierta no se sabe, los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) son preocupantes. Debe decirse que 2020 fue un año atípico, por la crisis pandémica que afectó significativamente a la industria turística, pero aun así lo que se denota es una pobreza estructural al revisar las cifras de 2010 a 2020.

Acapulco de Juárez; población en situación de pobreza 2010 - 2020

¿Cuál habrá sido el impacto positivo de los programas sociales emprendidos por el gobierno federal después del periodo pandémico para los casi 800 mil habitantes de Acapulco? Se desconoce, pero de ser cierto que existe una articulación intrínseca entre las condiciones socioeconómicas de la población y los niveles de inseguridad, se podría afirmar que poco se ha mejorado. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 76.2% de la población que vive en Acapulco considera al municipio como inseguro y ese dato es de junio de 2023. El indicio de pobreza a partir de la inseguridad lleva a un escenario francamente desalentador y a concebir que impera el rezago y la marginación social.

Acapulco de Juárez; porcentaje de la población por condición de pobreza 2020

Cierto, nos debemos sentir orgullosos -tal como lo hizo Raquel Buenrostro- de que México pase por un momento económico estelar, que haya desplazado a España en 2022 y de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) augure que para 2023 sobrepase en su PIB a Corea del Sur y Australia, para convertirse en la doceava economía del mundo. También por que estime que para 2024 superará a Rusia al ubicarse en el lugar 11 dentro del ranking de las economías más grandes del planeta. Qué bueno que la riqueza nacional aumente de 1.88 a 1.99 billones de dólares de 2023 a 2024 de acuerdo con las estimaciones del FMI; pero todo eso pierde valor si no se logra avanzar en el desarrollo social que requieren las regiones del país, más en ciudades como Acapulco en donde la precariedad social resulta francamente inaceptable.