Fue un 29 de septiembre de 1964, cuando por primera vez se publicó una tira cómica de este personaje que se convirtió en la niña Argentina más famosa del mundo.  Hoy, a 50 años de su primera aparición, Mafalda nos sigue invitando a la reflexión y a la denuncia.

Mafalda, es una niña cuyo padre era empleado de una compañía de seguros, y cuya madre era un ama de casa colapsada. Mafalda, una niña que lanza cuestionamientos y reflexiones a papás sin respuestas con toda la intención de que las cosas vayan mejor...

Sus frases han marcado generaciones enteras; su esencia expone de manera estratégica situaciones de Medio ambiente, filosofía, política y humanidad, en los 30 idiomas que se publicó y que a la fecha,  continúa reuniendo seguidores en el mundo entero.

Creada por Joaquín Lavado ?Quino?, ganador del premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, sabemos que Mafalda odia la sopa, ama a los Beatles y el Pájaro Loco; pero muchas personas desconocen ciertas cosas como el hecho de que en 1966, sus amigos Felipe, Susanita, Manolito, Libertad, Miguelito y su pequeño hermano Guille, aparecieron.

La última tira publicada fue el 25 de junio de 1973, aunque el autor ha retomado al personaje de manera ocasional, para crear campañas con fines educativos o solidarios como en el 2009, cuando Quino envió un dibujo al diario italiano  ?La Repubblica? para cargar contra las declaraciones machistas del entonces primer ministro italiano Silvio Berlusconi.

Mafalda se caracteriza por ser una filósofa ilustre. Quino decía que las ideas le llegaban de pronto, como regaladas. Al mismo tiempo creaba, por ejemplo, una viñeta en la que un hombre desesperado le imploraba a su médico: "Por terrible que sea quiero saber la verdad, doctor, ¿es ser humano una enfermedad incurable?". El filólogo español José Manuel Hinojosa Torres sostiene que esa pregunta, sin ningún tipo de respuesta, es la que determina todo el recorrido en la carrera del dibujante: "Su forma de ver el mundo en ningún momento es inocente. Tiene una mirada ácida, corrosiva, propia de alguien que ha contemplado al ser humano en toda su amplitud y ha decidido que éste carece por completo del más absoluto de los sentidos".

Mafalda forma parte de una metáfora de los años 60. Eran tiempos de Beatles, guerra, armas nucleares, racismo, comunismo, ideales y feminismo. Sus planteos y dilemas eran propios de toda la generación que atravesaba esa década agitada, pero que todavía permitía la esperanza. Quino manifestaba la incertidumbre de esos días que prometían cambiar la Historia apelando a metáforas, alegorías y estereotipos. Así como la sopa fue símbolo del abuso de los poderosos, Susanita representaba el deseo casi vulgar por lo extremo de conseguir marido para ser madre de muchos hijitos, y Manolito era la versión vernácula del capitalismo que se venía. Además, el personaje es un retrato de la clase media, donde el personaje demostraba que se había creído lo que le habían prometido y exigía que cada una de esas promesas fueran cumplidas.

El feminismo es parte importante de este personaje. Mafalda nació en tiempos en que Betty Friedan ponía en debate la situación de la mujer a través de su Mística de la feminidad, libro publicado en 1963 y premio Pulitzer un año después. Pero en su cosmos de San Telmo compartía techo con una madre que abandonó la facultad para dedicarse a la familia, y vereda con Susanita, la chismosa obsesionada con una prole descomunal.

Además, Mafalda tocaba temas delicados como el desembarco en Vietnam, la Noche de los Bastones Largos y la fuga de cerebros, la amenaza china, Fidel, la Guerra Fría, por mencionar algunos, porque su creador vivió de niño la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, el fascismo y la Guerra de Corea, eventos que le sirvieron de inspiración.

¡Mafalda está en todas partes! En el barrio de Colegiales, en Buenos Aires, hay una Plaza Mafalda. Y en el de San Telmo está la escultura de la niña en tamaño real, del artista Pablo Irrgang.

Pero también bajo tierra hay un homenaje a la tira. En la estación de Subterráneo de Perú, en la capital argentina, hay un mural de "El Mundo según Mafalda". Y en el metro de París, en la estación Argentine, Mafalda observa atenta desde un mural a figuras de la ciencia, la política o las artes de Argentina, como Jorge Luis Borges.

Podríamos escribir una biblia sobre Mafalda y jamás terminaríamos de expresar todo lo que esta pequeña simboliza para el mundo. 

Con información de La Nación y El Tiempo.