Estamos a nada de que inicie Diciembre, mes de la Navidad donde las familias se reúnen, celebran, y permanecen unidos frente a un árbol lleno de luces cuya historia surge con los germanos, quienes prendían el “árbol del universo” para celebrar el solsticio de invierno, y que por el año 740, San Bonifacio –el evangelizador de Alemania e Inglaterra- derribó ese roble que representaba al Dios Odín y lo reemplazó por un pino, símbolo del amor eterno de Dios (y la santísima trinidad), el cual estaba adornado con manzanas (las tentaciones) y velas, las cuales representaban la luz del mundo y la gracia divina.

El primer árbol de Navidad decorado tal como lo conocemos actualmente, surgió en 1605 en Alemania y se utilizó para ambientar esta festividad y continuó su expansión por toda Europa, hasta llegar a América, donde también lo adoptamos como una tradición representativa de diciembre.

La Navidad es la celebración del nacimiento del niño Jesús, y el Año Nuevo es el fin de un año según el calendario gregoriano, que fue propuesto por el papa Gregorio XIII en 1582 y sustituye al calendario juliano, promovido por Julio César.

En México, se tiene la tradición de instalarlo entre el 8 de diciembre, día en el que Pío IX declaró el Dogma de la Inmaculada Concepción de María, en el que se eximía a María de todo tipo de culpa o pecado por la concepción de Jesús, y se deja hasta el 6 de enero, día de que los reyes magos entregaron sus regalos (mirra, oro e incienso) al niño Jesús.

A pesar de que esta tradición depende mucho de las creencias de cada familia, siempre es importante saber qué hay detrás de esta tradición.

Fotos: Cuartoscuro