Don’t Worry Darling llega al cine como otra de las ya múltiples polémicas alrededor de una producción de Warner Bros. Discovery.
Y es que desde mucho antes de que siquiera saliera su primer tráiler, ya se hablaba de todos los problemas dentro del set de Don’t Worry Darling.
Principalmente de la mala relación entre Olivia Wilde y Florence Pugh, así como del favoritismo por Harry Styles, novio de la directora y que para muchos, fue impuesto por ella.

Y claro, no podemos olvidar todo lo que aconteció alrededor de Don’t Worry Darling en Venecia, donde la campaña de promoción fue todo un desastre.
Tras todo esto, ¿Don’t Worry Darling vale la pena? Pues en realidad no mucho, pues no pasa de ser una película palomera.
Aún así Don’t Worry Darling no es tan mala como se ha mencionado desde su estreno en Venecia, pues tiene buenas ideas, sólo que estas no acaban de cuajar.
¿De qué trata Don’t Worry Darling?
Don’t Worry Darling nos pone en un Estados Unidos de la década de los 50, donde Alice y Jack son uno de los muchos matrimonios modelo que viven en la localidad de Victory, en California.
Todo en el lugar parece normal, con los esposos yendo a trabajar todos los días, mientras las esposas se quedan en la casa a hacer sus labores o atender a los niños.
Sin embargo, detrás de todo esto está Frank, un empresario de la compañía sobre la que se construyó toda la ciudad y que parece tener una especie de visión utópica del mundo.
Lo cual desata una serie de conflictos cuando Alice comienza a cansarse de su vida hogareña y da cuenta del control que Frank podría estar ejerciendo sobre ella, su esposo y vecinos, sin que nadie se dé cuenta.




Don’t Worry Darling se vende como un thriller psicológico, donde Alice, interpretada por Florence Pugh, hace a la protagonista que a pesar de tener argumentos a su favor, el resto de personajes la menosprecian y tratan de alborotadora.
Hay que mencionar que la historia de Don’t Worry Darling no es nada del otro mundo, ya hemos visto en contadas ocasiones el mismo tratamiento de sociedades de control utópicas.
Y aunque la premisa en sí misma es interesante, Don’t Worry Darling no nos da nada diferente, sobretodo porque tarda mucho en llegar al punto, y careciendo de un ritmo fluido.
La primera parte es bastante lenta y peca de escenas “artísticas” y “conceptuales”, mientras que la segunda avanza de manera bastante rápida, resolviendo todo el conflicto en unas cuantas secuencias de acción.

No podemos negar que, a pesar de sus clichés y momentos innecesarios (como las escenas de sexo), Don’t Worry Darling si llega a captar la atención del público por su premisa en sí misma.
No obstante, su falta de equilibrio en la narrativa, hace que todo se quede en buenas intenciones.
¿Cómo son las actuaciones de Don’t Worry Darling?
Gran parte de que Don’t Worry Darling sea palomera a lo mucho se debe a las actuaciones, pues fuera de Florence Pugh y Chris Pine, actores y actrices son bastante parcos.
Harry Styles, demuestra que aún está muy verde para sostener una película por sí mismo, a esto hay que sumar que tiene muy pocas participaciones en realidad.
Jack, de facto ya es un esposo gris y bastante aburrido en el papel; la actuación del cantante hace que este se vuelva aún más intrascendente.
Lo cual contrasta bastante con Florence Pugh, que a pesar del guión y la mala dirección, trata de cargar con todo el peso de la película, y en muchas ocasiones lo logra, destacándose de gran manera.

De hecho, la protagonista de Don’t Worry Darling llega a tener más química con Chris Pine, que hace al villano en turno, que con el Jack de Harry Styles.
Y eso que el Frank de Chris Pine no va más allá del malo estereotípico controlador de las sociedades distópicas.
Olivia Wilde, quien irónicamente es la mejor amiga de la Alice de Florence Pugh; también aporta muy poco a la historia, al grado que llega a desaparecer y no afecta en nada el desarrollo.
Del resto del elenco de Don’t Worry Darling no podemos decir mucho, pues son apenas si destacables, su participación muchas veces llega a ser irrelevante, quedando en el limbo.

Si la intención de Olivia Wilde era presentar a todo el elenco como seres plásticos sin alma, siendo acorde al tema del filme, pues se logró.
Don’t Worry Darling nos da autómatas que escupen sus líneas, no a personas que explotan su talento dramático.
¿Vale la pena Don’t Worry Darling?
Para nosotros Don’t Worry Darling vale el boleto sólo si no tienes nada más que ver; no es pésima, pero tampoco es algo que te vaya a cambiar la vida.
Don’t Worry Darling sólo es interesante por la actuación de Florence Pugh y la estética, la cual está muy bien lograda, eso hay que reconocerlo.
Más allá de esto, la premisa no agrega nada nuevo a un tema ya bastante explotado; además que casi todas las actuaciones son intrascendentes.

Ante esto, es exagerado todo lo que Don’t Worry Darling ha provocado más allá de sí misma; pues todos los conflictos no sustentan una obra “dominguera”.
Es un lástima por los nombres que hay en el elenco de Don’t Worry Darling, y por la misma Olivia Wilde, que anteriormente ha demostrado ser una gran directora.
También es una lástima por Warner Bros. Discovery, que parece no salir de la racha que arrastra desde hace ya varios años y que en este 2022 ha quedado patente en reiteradas ocasiones.